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1583 21 Mayo 2014

 

De El Horizonte a El Barrio Antiguo
Juan Alberto Cedillo

Monterrey.- Las redes sociales y los medios alternativos en Internet  representan un reto para los tradicionales medios de comunicación, pero particularmente para la prensa escrita. Sin embargo, la gran mayoría no lo ha sabido afrontar y únicamente van detrás de ellos reproduciendo lo que ya muchos vieron en la Web.

En los tiempos de Internet, y la inmediatez como se difunden hechos relevantes, los periódicos han pasado a ser el último eslabón en la cadena de la  información. Y cada vez más se parecen a las parroquias católicas: ahora  únicamente las personas mayores las visitan y también son ellas las que leen cotidianamente los diarios.

Además, ante la caída del poder adquisitivo de los salarios, los periódicos matutinos se han trasformado en artículos de lujo, sólo para “élites”. Ningún joven, mucho menos un obrero o trabajador, puede desembolsar 12 pesos todos los días para leerlos.

Más aún, en la ciudad  existen, y siguen apareciendo, algunos buenos medios alternativos destinados a ciertos perfiles que son gratis: Publimetro, La Rocka, el renovado ABC, etcétera.

La mayoría de los directivos de los diarios tampoco han podido resolver su “competencia” con la televisión, y lo que representa la inmediatez de la noticia a través de los medios electrónicos, incluida la red. Como consecuencia, todos los días pierden lectores. 

Cada vez se hace más evidente lo absurdo que significa que los periódicos no ofrezcan al día siguiente  “valor agregado” a las noticias que un día antes se difundieron ampliamente a través de las redes sociales, los portales de la Web, la Radio y la TV.

Un ejemplo: la captura de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, ocurrió  en la madrugada. Para las 10 de la mañana la noticia ya estaba circulando por  toda la red.  Durante la tarde ya se había confirmado y al llegar la noche eran pocos los mexicanos que no estuvieran enterados sobre la “captura del Chapo”.  Al día siguiente, la mayoría de los diarios nacionales y locales  aparecen con su tradicional cabeza de ocho columnas: “Cayó el Chapo”, o una de sus múltiples variantes.

Para los tiempos de Internet esa “noticia” simplemente era de “antier”. Y para colmo, los contenidos de las notas del día siguiente, y de los “reportajes” hechos al vapor, no agregaron datos relevantes a los que ya habían circulado  ampliamente en redes sociales.

Ahora los lectores de noticias se deben preguntar: ¿entonces para qué quiero un periódico? Las respuestas simples serían: para envolver frutas o para matar moscas, cosa que nunca se podrá hacer con la TV; a menos que atrapemos al insecto y lo obliguemos a ver los programas nocturnos locales por varias horas seguidas y muera por la tortura.

En ese contexto adverso para los periódicos, apareció en Monterrey un nuevo diario que arribó con la promesa de ofrecer contenidos originales para  competir con el principal medio escrito de la ciudad: El Norte. Sin embargo, a un año de su aparición, El Horizonte nunca despegó y parece que en un mediano plazo le seguirá los pasos al “Tribuna de Monterrey”, que también nació para “pegarle” al diario de la calle Washington.

La primera lección que nos deja la circulación de El Horizonte, es: ¿se puede  “competir” copiando el diseño del diario rival?; ¿o acaso no sería mucho mejor innovar y presentar un formato acorde a los tiempos actuales? El cuestionamiento anterior lo deben responder expertos en medios, del mundo de la publicidad y en debates en la academia.

Meses antes que apareciera el diario se contrataron a pequeños grupos de buenos reporteros para las diversas secciones del periódico, las cuales siguieron copiando el modelo de su “enemigo”.

Aquí cabe recordar que la mayoría de medios en todo México están enfocados al mundo político. Sus principales noticias están relacionadas con el oficialismo, que sólo le interesan a la clase política. Desde ese enfoque, las problemáticas de la sociedad civil pasan a segundo plano y ello los aleja del   amplio público.

Debido a lo anterior, la sección local es la más importante de los periódicos.  Es en esta sección donde los dueños-directivos “meten su cuchara”, para censurar o exigir que se cubra cierta información que la mayoría de las veces tiene que ver con intereses políticos o comerciales, más que periodísticos. El resultado final es que los dueños, que en la mayoría de los casos no saben de periodismo, terminan anulando el trabajo de sus reporteros. No obstante, a ellos culpan porque el medio no sobresale.

Como consecuencia se intensifica la presión sobre reporteros, editores y jefes de información por la mediocridad del periódico, la cual ellos mismos generan con sus “geniales” intervenciones y censuras.

La desmedida presión, que en muchos casos llega al insulto de los empleados,  termina por eliminar el compromiso laboral de los periodistas con su medio. Y en el caso de El Horizonte, antes de que cumpliera seis meses, ya había perdido a un buen número de reporteros y editores.

Tras cumplir su primer aniversario realizó un gran recorte. Posteriormente intentaron contratar nuevos reporteros y editores. Entre ellos hubo al menos dos casos que les aseguraron que ya estaban considerados para ingresar a El Horizonte. Les dijeron que renunciaran a sus antiguos medios. Después de renunciar, los periodistas ya no recibieron el llamado para sumarse a la plantilla del matutino. Ahora intenta suplir a los experimentados periodistas que corrieron con estudiantes que realicen su servicio social en el periódico.

Los reporteros que fueron despedidos  tuvieron que esperar al menos dos  semanas para cobrar su liquidación, debido a que los cheques con que les pagaron no tenían fondos. Lo que significa que El Horizonte tampoco ha sido  una buena opción laboral.

En el plano periodístico, El Horizonte no ha destacado por publicar reportajes, investigaciones, o notas relevantes que sacudan a la sociedad después de un año de vida. Cuando se publican exclusivas destacadas, el resto de los medios las deben seguir y ello no ha ocurrido hasta ahora en el medio que nos ocupa.  En todas sus secciones, la mayoría de sus notas son las mismas que publican el resto de los periódicos.

Sin duda que hasta el momento lo mejor de El Horizonte es su pegajoso “gingle” promoviendo sus avisos de ocasión.

En contraste, en las mismas fechas que nació El Horizonte, apareció un modesto tabloide impreso quincenalmente, que ha dejado mejores lecciones para el periodismo local: El Barrio Antiguo. Este breve experimento como  impreso, estuvo dirigido por Diego Osorno y el editor Diego Legrand; y puso énfasis en el periodismo narrativo, un género muy escaso en los medios escritos locales.

El Barrio aglutinó a un pequeño grupo de diez periodistas, entre editores y reporteros, que no tenían gran experiencia en crónicas, pero que en poco tiempo publicaron originales historias que fueron retomadas por medios nacionales e internacionales.

Los nóveles reporteros en el género del periodismo narrativo primero  batallaron para dominar un estilo en el cual el escritor puede ser protagonista de su historia. Debido a que no era un tradicional reportaje, al principio  “no sabían cómo jerarquizar su información”. Por consecuencia, la estructura de los textos era una “bola de información sin demasiado orden”.

Sin embargo,  después de semanas de “sufrimiento”, contaron inéditas e interesantes historias que han sido ignoradas por los grandes diarios. Entre otras: una crónica sobre los “brujos”, que fue consultada por la Procuraduría de Justicia de Nuevo León para resolver crímenes; las historias de los reporteros policiacos que se reúnen en “Sierra 7”, y lo que sufrieron en la época de la violencia; la crónica sobre El Voltaje Negro, el líder Zeta que se involucró en el incendio del Casino Royal, entre otras muchas más.

El Barrio circuló un breve tiempo como un impreso y ahora continúa sólo  como diario digital. La principal crítica que recibió, y la más constante, fue que sus crónicas eran muy extensas para una ciudad que no estaba acostumbrada a leer textos tan amplios. Incluso, varios números salieron con sólo tres crónicas de entre tres o cuatro páginas cada una.

En el caso del periodismo narrativo, una buena entrada puede atrapar al  lector, pero su principal reto es mantenerlo. Si no ocurre, se abandona la crónica a la mitad, o incluso antes. Eso sucedió con algunos textos publicados en El Barrio.

Sin embargo, los  reporteros también lograron algunas buenas historias, por lo que El Barrio Antiguo fue reconocido por la Asociación de Periodistas de Nuevo León A.C. “José Alvarado Santos”, como el mejor Diario Digital del año 2014. Además, una de sus cronistas ganó el Premio como “Periodista Escrita del Año”.

El trabajo de los cronistas también será reconocido con la próxima publicación de dos libros con textos de El Barrio Antiguo, ambos editados por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).

 

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