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1596 9 Junio 2014

 

Los medios le temen al cambio
Claudio Tapia

San Pedro Garza García.- El hecho de ser católico, junto con el de ahorrador y trabajador, es un ingrediente de identidad regiomontana. La Iglesia de Roma dicta sus temas y saberes imponiendo parámetros narrativos y argumentativos que el regiomontano acepta sin chistar. De esta suerte, cualquiera que se precie de ser un buen regio asume el catolicismo como signo de pertenencia.

Ser regiomontano es dar por buenas, acríticamente, las ideas dominantes que forman parte del discurso social de toda una época en la localidad. Quienes han adoptado este discurso, por anacrónico y obsoleto que sea, se resisten a cambiar. Por eso, disentir no es nada sencillo. El que decide oponerse, tiene que hacerse escuchar a través del barullo y los ruidos que genera el anquilosado discurso.

Si además las ideas opositoras conducen a una ruptura crítica de fondo, incompatible con las dominantes, el reto para que el discurso social las adopte es aún mayor. Las innovadoras ideas se interpretan en relación con las ideas hegemónicas disponibles o de plano se sabotean bloqueando las reflexiones que exhiben las contradicciones. Las nuevas ideas difícilmente son percibidas, sobre todo cuando son transformadoras. Dan miedo.

El cerco informativo de los medios impresos y radiotelevisoras locales al discurso de los que resisten la intentona de penalizar el aborto y criminalizar a la mujer que lo practique (idea dominante), es un buen ejemplo. El silencio generalizado, esconde el miedo a que las ideas de cambio permeen la sociedad.

Lo que finalmente diga la Constitución, poco les importa. Lo trascendente es que el cambio de mentalidad que la discusión genera no cunda. Importa que el mal ejemplo de cuestionar las ideas dominantes no se generalice. Qué tal si el regiomontano deja de ser lo que le han dicho que es.

Analizar, comparar y difundir argumentos críticamente, puede provocar ideas de cambio y eso asusta al conservadurismo dominante. Nada que permita concluir que los derechos humanos, su prevalencia, respeto y defensa substituyen al derecho natural divino, puede admitirse. Nada que nos quite lo católico, jalador y ahorrador, puede ser bueno.

Supongo que a los que fijan la línea editorial les parece contrario a sus saberes socialmente correctos divulgar el nuevo discurso en el que los derechos humanos son prevalentes e iguales para hombres y mujeres. Me temo que consideran peligroso contribuir a la construcción discursiva de una nueva identidad regiomontana.

Afortunadamente, ahora existe la red.

 

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