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1731 15 Diciembre 2014

 

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
¿Cómo manejar la economía?
Edilberto Cervantes Galván

 

Monterrey.- Las crisis que con regularidad afectan a la economía global y por consecuencia a la economía mexicana pareciera que toman a los gobiernos descuidados o de que, a pesar de que se hacen algunas previsiones, éstas no son suficientes o efectivas.

Puesto que el costo social de las crisis es enorme y los periodos de recuperación son largos, surgen preguntas sobre la forma tan inesperada en la que se presentan y cómo es que no se pueden tomar previsiones adecuadas.

¿Sera que la teoría económica que han aprendido los economistas en el gobierno no es la adecuada?; ¿qué es lo que se enseña en las universidades?
¿Se trata de simple incompetencia, o de mala aplicación de las teorías económicas?

En el ámbito académico español se han empezado a formular este tipo de preguntas y vaya que si la economía española está pasando por una situación desastrosa.

Una de las primeras conclusiones es que los Gobiernos utilizan en sus decisiones las teorías económicas que más les convienen, para defender los intereses económicos que ellos representan. “La teoría económica ha servido para poner el sello de calidad científica a decisiones que obedecían a intereses, dándoles la imagen de buena gestión”.

Las decisiones de política económica, como otras de los gobiernos, no se consultan. Así que a los ciudadanos no se les ofrecen alternativas de acción, sólo se les anuncia que la que se está tomando “es la única alternativa correcta”, dice Joan Majó en El País.

¿Por qué no son escuchadas y en su caso discutidas y rebatidas las opiniones divergentes?

Lo usual es que los partidos que tienen mayoría en el Congreso impongan su peso en votos y acallen las voces de la oposición? No hay análisis o debate.

Las visiones de corto plazo que por razones político electorales imponen  los gobiernos, evitan que se actúe con perspectiva a largo plazo. Se vive al día, se gobierna al día, o por lo menos se intenta.

Destaca también la pretensión de los economistas de equiparar las ciencias sociales con las ciencias naturales.

Es evidente que hay un mayor grado de certeza en las ciencias naturales que en las sociales.

En las ciencias sociales existe la libertad de las decisiones personales. Dicho de otra manera, cada cabeza es un mundo. Lo que significa un alto grado de indeterminación que obliga a separar claramente las leyes naturales de las leyes económicas, o a no llamar leyes a éstas últimas. “Dejémonos de leyes y hablemos de opciones, de teorías y de probabilidades”. Aquí es enfático Joan Majó.

Uno de los supuestos de la teoría económica más conocidos es el de que las personas actúan bien informadas y aplicando la racionalidad; cuando normalmente la información es escasa, excesiva o confusa, y la actuación tiene muchos componentes emocionales.

Todo ello debiera obligar a aceptar la diversidad de las aproximaciones, la pluralidad de las escuelas y a prevenirse contra el posible “pensamiento único”, que tanto daño hizo en distintas épocas del siglo pasado.

Se afirma que la actividad económica tiene como objetivo mejorar el bienestar produciendo “valor real” para las personas y que el beneficio o ganancia es el incentivo para que funcione y se consigan estos objetivos. ¿Por qué entonces están permitidas e incentivadas fiscalmente actividades que producen beneficios sin crear ningún valor (la especulación financiera, por ejemplo)?

Para Joan Majó estas reflexiones debieran salir del ámbito cerrado de la universidad y acercarse más a la opinión pública.

¿Supone ello una descalificación de las teorías económicas que se enseñan en las universidades y aplican los gobiernos? ¿Exige una revisión de cómo se enseña la economía o cómo se construyen modelos y teorías?

“Las teorías económicas condicionan cada vez más nuestro pensamiento ya que la economía condiciona cada vez más nuestras vidas”.

 

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