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1752 13 Enero 2015

 

 

El modelo de Videgaray
Samuel Schmidt

 

Ciudad de México.- Tarde o temprano el gobierno tenía que dar una respuesta al impacto esperado de la caída de los precios del petróleo. Nos dice el Secretario de Hacienda que se cayó el 6 por ciento en la recaudación.

Lo que implica que el seguro de cobertura para el precio del petróleo de alguna manera funcionó; sería bueno que anuncie hasta cuánto nos ha protegido.

Lo que es preocupante es la defensa tosuda del modelo económico, el que según el secretario ha sido exitoso para el país. Para muchos críticos esto es justamente lo que no ha funcionado, el modelo.

Desde que se implantó el modelo neo liberal se mostró que la prioridad era proteger el equilibrio macroeconómico, propósito no poco loable, pero este debe ser solamente un objetivo secundario, el primero debe ser la protección de la sociedad. Es lo que Yehezkel Dror denominó la Razón de Humanidad, cuyo propósito fundamental es elevar la calidad de vida. En los años de implantación del neoliberalismo, lo que más se ha resentido es justamente la calidad de vida.

En estos más de 30 años, la pobreza ha tenido un incremento importante en cantidad y calidad. Por mucho que los gobiernos y diversas instancias internacionales hagan malabares estadísticos, la realidad de la pobreza es evidente y dolorosa. Entre otras cosas, fuera de aspectos morales, la dimensión de la pobreza es un obstáculo principal para el desarrollo del mercado interno, el que funciona como motor de la creación de empleo, del crecimiento económico y eventualmente, optimistamente hablando, del desarrollo económico y social.

Otro de los resultados del neoliberalismo ha sido la migración masiva. A partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica abandonaron el país más de 12 millones de personas, ni siquiera una guerra hubiera creado un impacto tan brutal. Este desplazamiento masivo implica desajustes familiares, sociales, urbanos, pero el gobierno se ha contentado con anunciar alegremente el aumento del ingreso de remesas, que mientras más crece, más demuestra el fracaso económico de los planes gubernamentales.

Desafortunadamente, eso también pone a la soberanía nacional en un predicamento porque nos hace vulnerables a las políticas migratorias de Estados Unidos.

Frente a la caída en la recaudación causada en gran medida por el deterioro en la planta productiva como resultado de una política indiscriminada y pésimamente implantada de apertura comercial, el gobierno trato de experimentar la recuperación de las finanzas públicas por dos medios: El aumento de impuestos y el endeudamiento. Por desgracia, esa apuesta falló y ahora, con una visión conservadora y convencional se dan cuenta que ambas opciones no pueden continuarse.

Los empresarios se quejan por las nuevas cargas fiscales y en algunas zonas, como en la frontera, parece que bloquean la recuperación económica y eso que la frontera tiene un estímulo externo que la ayuda a continuar. Aumentar los impuestos, después de anunciar que se congelarían por los próximos cinco años, acarrearía un movimiento de protesta indeseado. Queda el endeudamiento, el que se incrementará pero también lo harán las tasas de interés, en parte porque la fragilidad económica mexicana demuestra vulnerabilidad e incremento de riesgo.

El tercer elemento es el recorte al gasto público, aquí el problema es que en una tendencia descendente del desempeño económico, las políticas de austeridad agravan la caída. De hecho, los bajos indicadores de crecimiento en los años 2013 y 2014, se debieron a un manejo ineficiente de los recursos públicos. Si esa ineficiencia se repite en el 2015, agregado a que además se recortarán los recursos, las perspectivas de caída se refuerzan.

El otro elemento es que durante estas tres décadas las finanzas públicas se petrolizaron, de tal manera que el gobierno se volvió flojo en la búsqueda de mejores modelos fiscales, para depender sustancialmente de los recursos petroleros, es por eso que una desestabilización en esa industria produce efectos severos; la actual caída del precio del petróleo traerá consecuencias mayores.

Estos tiempos exigen cambios paradigmáticos, mantener los principios que durante tres décadas solamente han ayudado a mantener una macroeconomía estable, posiblemente no sea lo más adecuado. Muchos han repetido hasta el cansancio que a final de cuentas todos vivimos en la microeconomía y ahí es donde hay que incidir.

El gobierno debe promover la mejoría de la calidad de vida, eso traerá consigo una modificación sustancial de la economía, y de las relaciones sociales. Dar este paso es una apuesta de largo plazo y largo alcance, algo similar hizo Brasil y le funcionó bien. Mexico puede apostar, debe apostar, teniendo en mente y como meta fundamental, que el gobierno debe trabajar para el grueso de la población, esto es sano económica, socialmente y al final hasta genera recompensas políticas.

 

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