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1796 14 Marzo 2015

 

 

Raymundo Pérez y El Bronco
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- A un amigo, los asesores de un candidato a gobernador lo invitaron a integrarse a su campaña electoral. Mi amigo les respondió tajante: “gracias, pero no tengo suficiente dinero”.

Quienes lo invitaban le aclararon que no se trataba de invertir sus recursos económicos en el candidato, sino de participar en el cuarto de guerra. “Pues a eso me refiero –dijo mi amigo–, no tengo suficiente dinero para dedicarle cuatro o cinco horas diarias a la  campaña, en vez de dárselo a mi negocio personal, del que vivo y con el que me mantengo”.

Y uno se pregunta, ¿cómo le hacen aquellos que sí le dedican tanto tiempo como segundones a una campaña política? ¿Cómo le hacen asesores como Raymundo Pérez Lancón, que desde hace más de cuatro campañas electorales para gobernador participa en cuartos de guerra, en donde sólo se dedica a grillar, intrigar y maquinar golpes bajos a sus adversarios?

Uno entiende que por necesidad personal, o por vocación de grillo (vaya usted a saber), Raymundo fuera hasta hace algunos meses el presentador oficial de Jaime Rodríguez (El Bronco) en varios medios de comunicación y de que juntos armaran una estrategia electoral, de la que luego, supuestamente, se deslindó, criticando a El Bronco en un post de Facebook (mal redactado como todo lo que escribe).

Luego ofreció sus servicios a Cristina Díaz, a quien dijo placear en periódicos y televisoras locales. Ahora inventa problemas políticos que en el fondo no tienen la menor importancia, para después simular que los arregla en el cuarto de guerra de Ivonne Álvarez. ¿Y quién dice que de verdad abandonó a El Bronco? ¿Y si en secreto lo sigue viendo? Pero la pregunta principal es: ¿cómo le hace Raymundo Pérez para dedicarle tanto tiempo a las campañas electorales en vez de destinárselo a su imprenta personal?

Quienes vemos los toros detrás de la barrera, quienes vivimos de lo que producimos en el ámbito privado, nos hacemos la misma pregunta de personajes como Raymundo Pérez Lancón. Uno, como ciudadano común, no pierde nada y tampoco gana nada en opinar y dar su puntos de vista sobre los candidatos a cargos públicos. Es parte de los privilegios que como miembros de una comunidad asumimos por gusto o por obligación ética.

Pero quienes se meten a grillar, intrigar y maquinar golpes bajos como Raymundo Pérez Lancón, convierten las campañas en descomposición política, en uso de recursos financieros con fines poco claros, y a la larga en estorbos para los propios candidatos a quienes dicen servir. Y la pregunta sigue latiendo: ¿cómo le hace Raymundo Pérez Lancón para grillar, maquinar y dar golpes bajos en los cuartos de guerra electorales, en vez de dedicar su tiempo a asuntos menos turbios? ¿O será que no existe línea divisoria entre uno y otro quehacer personal suyo?

 

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