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1800 20 Marzo 2015

 

 

MUROS Y PUENTES
Y faltan cuatro años
Raúl Caballero García

 

Dallas.- Padres, familiares y simpatizantes de los 43 normalistas desaparecidos en Guerrero, desde hace casi 6 meses, realizan estos días la “Caravana 43” con rumbo a Nueva York, donde reiterarán su mensaje de denuncia y exigencia en el umbral de la ONU.

La caravana se ramifica en tres rutas y sus integrantes se encontrarán durante los últimos días de abril en Nueva York.

A la zona metropolitana de Dallas/Fort Worth llegan este viernes donde los recibirá la Coalición Dallas por Ayotzinapa; anunciaron distintas manifestaciones con su reclamo de justicia, y prosiguen su marcha el domingo.

En Estados Unidos se conoce bien el caso (abominable), ha habido señalamientos en favor de las familias de los jóvenes desaparecidos inclusive desde los más altos círculos de gobierno; por supuesto en distintas ciudades estadounidenses mexicanos y otros simpatizantes radicados en EU han realizado actos públicos en solidaridad con los padres de los desaparecidos. Se ha levantado la voz de distintas maneras, pero estos nuevos mensajes a lo largo y lo ancho del país ayudan a mantener la conciencia lejos del olvido.

A saber: que la “verdad histórica” de Jesús Murillo Karam no es tal ni cierra el expediente, el caso está abierto, irresuelto y así se sigue cuestionando al gobierno mexicano: ¿Dónde están los 43 estudiantes?, ¿dónde la justicia?

Tienen razón quienes me han dicho que Ayotzinapa es una suerte de parteaguas en el largo río de sangre que impulsa la violencia en México, pues los deudos de los normalistas desaparecidos y con ellos los mexicanos hartos de injusticias no dejan de cuestionar al gobierno, ¿se viene un cambio? Espero que Ayotzinapa no sea sólo un recodo del caudaloso río de sangre que corre por la guerra del gobierno contra el narco. Hasta el momento de esa tragedia el gobierno de Enrique Peña Nieto había buscado remitir el ruido de la violencia al silencio, si Felipe Calderón un día sí y otro también tarareaba su cantaleta de su guerra, el nuevo gobierno priista trataba de echar bajo la alfombra del silencio lo inocultable... hasta que la sangre lo salpicó, quiero decir que Ayotzinapa ha sido una tragedia mucho mayor de lo que calculó y al paso de los días no pudo mantener su indiferencia del caso, lo abordó mal, incluso quiso situarse del lado de quienes gritaban “Ayotzinapa soy yo” y así le fue en las redes sociales -elemento también subestimado-, pero lo que hizo que todo se le viniera al traste a Peña Nieto, lo que de seguro más le pesó fue constatar que su imagen en el exterior se desdibujó en la amplia e intensa cobertura que medios fuera de México hicieron en torno a la desaparición de estudiantes y su presunto asesinato.

Si bien en el primer año de gobierno de Peña Nieto, en el extranjero se hablaba de sus reformas, y el priista ocupaba portadas y titulares, ahora ya en el segundo año esa apariencia de ser el poseedor de un gran capital político se ha desfigurado, hoy Peña Nieto es el presidente del México de las masacres, el de Ayotzinapa, el de Tlatlaya (donde militares ejecutaron a 22 detenidos); del México de la impunidad y la corrupción, en el cual se podría pasar revista a la desmesura de (entre otros) líderes como el de Pemex, Carlos Romero Deschamps -convertido además en senador-  cuyos familiares ostentan una turbia opulencia... pero para seguir con la cabeza del gobierno repasese el escándalo de la casa blanca, que también cundió en los medios internacionales y del que la primera familia de México aún no se recupera.

...Y en estos días esto de la casa blanca ha cobrado nueva fuerza, ha tenido nuevas resonancias tanto en México como en el extranjero -donde múltiples medios lo han traído de nuevo a sus titulares- debido al despido de MVS de la periodista Carmen Aristegui que rechazó el despido de dos integrantes de su equipo, Daniel Lizárraga e Irving Huerta, por supuesto “abuso de confianza”, luego del anuncio de ser parte de la nueva plataforma Méxicolinks compuesta por varias publicaciones mexicanas.

El hecho levantó revuelo en torno a la casa blanca porque en su momento, como tal vez usted sabe, Aristegui sacó a la luz el escándalo que le quitó credibilidad al presidente mexicano, al obviar conflictos de interés en la compra de la lujosa mansión, y su cercana relación con el grupo inmobiliario Higa. El de la multicitada casa blanca es un reportaje cuya investigación se la debemos precisamente a los despedidos del equipo de Aristegui, esta periodista cuya voz en México se distingue por ser crítica y valiente: “Sin miedo al poder” como bien cabecea Gatopardo en su número de marzo, al publicar una entrevista con ella.

Ni Aristegui ni MVS han sacado a relucir de ninguna manera ni a Los Pinos ni a Peña Nieto, pero en política -dice el aforismo- no hay coincidencias, desde The New York Times hasta The Guardian, desde The Washington Post hasta El País -entre otros varios- han relacionado el conflicto laboral, el burdo manotazo que le arrebató el micrófono a la periodista, con la enorme casa blanca valuada en 7 millones de dólares. O sea en el fondo, como a muchos, a mí también me parece que el pleito no es MVS Vs Aristegui sino Los Pinos Vs. Aristegui... o sea: contra el periodismo crítico.

La situación, el futuro inmediato de la labor profesional de Carmen Aristegui está en movimiento, aun no se ve cómo quedarán las cosas, cómo o dónde proseguirá su valioso trabajo (además de su programa homónimo en CNN-TV); y es cierto, todo esto nos trae reminiscencias de Echeverría Vs. Scherer García pues además golpea a la libertad de expresión, de por sí tan escasa y necesitada en México.

Y entonces, como los otros casos bochornosos para Peña Nieto (Ayotzinapa y Tlatlaya los más notorios, pero sin omitir la presencia del monstruo de mil cabezas -el narco, al que le quitan una y nacen dos- que causa el río de sangre que no deja de manar) éste en desarrollo falta ver dónde desemboca. Lo que se ve hasta hoy es que MVS dejó de ser una fuente de información y análisis de lo más valiosa, pues con Aristegui y su equipo también se fueron sus colaboradores Denisse Dresser, Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo; asimismo Enrique Galván Ochoa y John Ackerman... Y le faltan cuatro años al sexenio.

Aquí enfatizo mi solidaridad con Carmen Aristegui y su equipo; mi solidaridad con los padres de los normalistas desaparecidos y sus compañeros. Mi solidaridad con mis colegas ante el “vendaval autoritario”, como advierte la misma Aristegui.

* Raúl Caballero García, escritor y periodista regiomontano, es director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital en Dallas/Fort Worth, Texas. E-Mail: rcaballero@diariolaestrella.com. Twiter: @raulcaballero52.

 

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