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1868 24 Junio 2015

 

 

Gastos de campaña y el cuerno de la abundancia
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- ¿Fue una victoria legal empatar el límite de gastos de campaña de los candidatos de partido a gobernador de Nuevo León con el del independiente Jaime Rodríguez? No. En realidad fue un retroceso del proceso electoral.

La verdadera victoria legal hubiera sido bajarle a todos, sin excepción, el límite de casi 50 millones de pesos y quitarle a los candidatos de partido los elevados recursos públicos de los que gozan hasta la fecha.

Los topes de campaña en Nuevo León son un despilfarro que a estas alturas a nadie escandaliza. Y que comparando a México con otros países, parecemos nadar en la abundancia económica o en el derroche más desvergonzado. En México la democracia nos sale cara, cuando en países más desarrollados les resulta muy barata. ¿Un ejemplo cercano? Canadá.

Territorialmente más grande que México y mucho más pequeño en población, las elecciones federales le cuestan a los canadienses 291 millones de dólares. A los norteamericanos, sus elecciones federales les costaron en 2012 más de 6 mil millones de dólares, cifra que quizá se duplique en los próximos comicios presidenciales. En México las cifras son difusas porque una cosa es lo que declaran públicamente los candidatos, y otra lo que realmente gastan en campaña.

El caso es que las elecciones canadienses son supervisadas férreamente por el llamado Elections Canada, mientras que en México el gasto máximo de los partidos en épocas electorales (poco más de 167 millones de pesos por instituto político) apenas se fiscaliza y casi nunca se les sanciona cuando exceden la suma de recaudación de fondos.

¿Y cuál es la  ventaja de contar con una democracia barata? Evitar que entes privados poderosos compren influencias o consigan abrirse paso en la toma de decisiones públicas. Quitar a todos los candidatos la tentación de recibir dinero de dudosa procedencia, los concentra en lo esencial: someter al escrutinio público sus propuestas de campaña.

Pero tal parece que en México, y por ende en Nuevo León, darle dinero privado a un candidato es señal de libertad de expresión, cuando en realidad es mera ostentación del poder. Lo peor es que en EUA, supuesto modelo democrático, el Tribunal Supremo sentenció hacer algunos años, en el caso Citizen United, que aportar dinero privado a las campañas se amparaba en la Primera Enmienda, es decir, en la libertad de expresión y de prensa.

Con este ejemplo extrapolado a México de nuestro vecino del Norte, las candidaturas independientes no serán más que una vía adicional para que los grandes capitales metan algo más que sus narices en la hechura de políticas públicas. Nada nuevo por cierto en nuestro empobrecido país.        

 

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