Suscribete

 
1868 24 Junio 2015

 

 

La tercera marcha o ¿nos echamos un cafecito en el carril exprés?
Joaquín Hurtado

 

Monterrey.- En materia de movilizaciones magisteriales en Nuevo León hay una noticia buena y una mala. La buena: su pluralidad incluyente, con acuerdos tomados en lo abierto de la plaza pública. Algo deja muy claro el mitin el lunes 22 de junio: el Movimiento es autónomo, es vía libre para dar voz a buena parte del magisterio, en sus ramas federal y estatal.

No se admite injerencias tipo CNTE, SNTE ni sus derivaciones y corrientes afiliadas a Panales u otras agendas oportunistas.

Quien se quiera sumar es bienvenido, pero aquel grillo que venga a capitalizar lo espontáneo de la base alebrestada que mejor se vaya por donde vino. Se analiza ir a paro de labores, se discute acaloradamente, se concluye: es una estrategia que debe analizarse con más seriedad, es un paso que no se excluye como arma de presión. Habrá noticias muy pronto.

La mala noticia: las autoridades locales no entienden ni pío de lo que sucede, mucho menos avizoran lo que viene. El Secretario de Educación estatal Edmundo Guajardo declara con escalofriante candidez, al día siguiente de la marcha de más de tres mil almas:

“Los maestros de Nuevo León son pacíficos, no son violentos. Todos los maestros buscan el mejoramiento de nuestro sistema educativo, desgraciadamente los están desinformando”.

No es necesario más que un puñito de palabras para encender la máquina loca de la protesta magisterial y llevarla hacia un punto sin retorno. No cabe duda, los políticos y funcionarios viven en un país de fantasía. No conforme con su ristra de desatinos, Guajardo agrega:

“Creemos que se están colando otros movimientos. Hemos visto que está cundiendo alguna información de gente que no son (sic) maestros, que traen otras actitudes que no son las de los maestros de Nuevo León.”

¡Sopas! Agua hirviendo para aplacar la calentura. Ya éramos un montón y parió la abuela.

Construir un relato para explicar un problema y reducirlo a polos maniqueos de negros contra blancos, malos contra buenos, pacíficos/violentos, es la razón por la que Mony, maestra de cuarto grado de una escuela de Monterrey, se siente tan ofendida en sus procesos neuronales que no sólo no le bajará al volumen de su postura, sino que para la próxima vez va atraer a más gente.

Es que yo la vi. Cómo va a apaciguarse esa muchachita, mamá de tres niños a los que dejó en casa bajo el cuidado de su esposo, también maestro. El sacrificio que hizo como madre sólo es recompensado cuando los presentes toman la calle, escupiendo arengas a todo pulmón: “Si hay que evaluar, por Peña hay que empezar”.

Mony grita en automático frente al Congreso, mientras por el celular instruye a su marido acerca de los ingredientes de la cena de sus hijos.  ¿Quién desinforma a quién? Las indicaciones de Mony son precisas para paliar las angustias de su esposo, planteadas al vuelo del teclado virtual de un Ipad a 30 kilómetros de distancia. Llora cuando ve las caras de sus críos. Se enjuga y vuelve a la carga con más vehemencia: “Chuayffet, Chuayffet/ tú no sabes lo que yo sé.”

Mony, como centenares de compañeras profesoras que nutren, alegran y se la pitorrean en la marcha, está asustada porque, asegura, la Reforma Educativa la va a afectar al grado de perder el trabajo. Ella tiene escasos años de servicio, que contrastan con la pesada carga en la escuela modelo donde trabaja. La presión laboral es tan grande que apenas le queda tiempo para su familia, y es tan raquítico el sueldo de ella y su pareja que los niños lo manifiestan en su salud.

–Cuando apenas se cura un niño, el otro ya anda con flujo nasal y tos seca, y córrele a la clínica y pídele permiso al director, y encima la presión de los padres de familia por los retardos. Lo que más temo es que el día de la famosa evaluación yo tenga que faltar por atender a mis bebés. ¿Qué voy a hacer si me echan?, ¿pedir limosna?

“Si no hay solución paramos Nuevo León”

Mony no sólo repite la consigna, también la piensa muy en serio. Es muy brillante, ha recibido distinciones y premios por su magníficos resultados en el aula. Lo que tiene de inteligente lo duplica en arrojo y temeridad.

–Llegaron delegados del sindicato a la escuela con la intención de desalentarnos y hasta amenazarnos para desistir de marchar. Por eso estoy aquí, a esos desgraciados no les creo nada.

“Sindicato traidor/vendiste al profesor”

Edmundo Guajardo ofende de manera grave a los centenares de profesoras y profesores que de manera ejemplar han salido a la calle no sólo para pronunciarse por las consecuencias de la evaluación punitiva y excluyente, algo que les afecta de modo directo. A estos mentores también les preocupa, y mucho, el destino de la Educación Pública de nuestro país. ¿Desinformados estos héroes del gis? ¿Víctimas de colados anarquistas? ¿Borreguitos inocentes carne de cañón?

“Mayores impuestos, menos educación/ eso es para el gobierno, la modernización”

No conozco activistas más entusiastas que los mismo profesores a la hora de lanzarse a conjurar los peligros que asedian el Artículo Tercero constitucional. La lucha del maestro nuevoleonés viene de un pasado escrito con letras de oro, para este profesorado no es sólo una abstracción el ente llamado Educación Pública. Su convicción es de índole histórica, cultural, política, de libertad religiosa y por supuesto económica. Veo muchísimas caras, un poco avejentadas, de maestros que dieron la pelea en las gestas contra la reforma del Isssteleón, en los albores de los 90.

Claro que cunde la desinformación, como afirma el perfumado secretario del ramo, y cunde en el sentido de que al magisterio de Nuevo León le están ocultando datos clave en lo que más le duele: su permanencia en el servicio. Percibe grave peligro. Ya lo sufre cotidianamente. Se le clavan las astillas del puente dinamitado por las élites del país.

Estos maestros se encomiendan a un santo laico, un aliado formidable a la hora de los trancazos, una legión que sólo ellos y ellas saben cuándo y cómo despertar: la comunidad escolar en la que trabajan. Basta que los burócratas autoengañados los enojen, los lastimen, los humillen, minimizando la realidad.

“El maestro luchando, también está enseñando”.

La columna se alarga por toda la Macroplaza, estrangula la vialidad de por sí ya complicada en la hora más terrible: 8 pm. La avanzada llega a la avenida Constitución, la del descabellado Par Vial medinista, el gobierno saliente. La vía de los carriles exprés, que apenas alivia la movilidad regia, es tomada por la marcha en un lance sorpresivo, magistral. En vez de dar vuelta en U a la altura del ayuntamiento para retornar al punto inicial, el contigente vira hacia el poniente, obstruye la importante vena citadina. Arrecia el caos, la chunga:

“De Norte a Sur/ de Este a Oeste/ ganaremos esta lucha/ cueste lo que cueste”.

Los agentes que circulan y vigilan en patrullas y motos apenas alcanzan a controlar la avalancha de vehículos que quieren aplastar a los intrusos. Yo temo accidentes lamentables. Pero hay que reconocer la impecable operación de los agentes de las diferentes corporaciones para evitar tranquizas y atropellados. Hacen muy bien su trabajo. Las maestras los piropean: “qué bonitos ojos, güero”, “una selfie para el Facebook”. Y los gendarmes se rinden.

Frente al hotel Crown Plaza los manifestantes hacen un alto muy prolongado, regodeándose en número y contundencia. La super arteria se convierte en patio de recreo. Las maestras se sientan sobre el pavimento a repostar fuerzas, platicar, estirar las piernas, hasta se acuestan en los carriles de alta velocidad. Sólo les falta sacar el té, el cafecito, las tazas y las galletas para echarse un chal en honor del esposo de Angélica Rivera, la primera dama de México, dueña y señora de la Casita Blanca:

“Gaviota, Gaviota, tu marido es un idiota”.

La manifestación dobla por Cuauhtémoc, se aplana, gritonea, obstruye la salida de oficinistas y el paso de camiones urbanos, luego toma Washington y concluye de nuevo en la Explanada de los Héroes. Hace gala de tremenda energía, casi son las diez y siguen los discursos. Una nube de tormenta lanza rayos y centellas por el rumbo del cerro de la Silla. Todo el recorrido se desarrolla en la santa paz de las mentadas de madre y los puños alzados de una ciudad amorosamente asfixiada por sus maestros. Llueva, truene o relampaguee, la tercera manifestación magisterial ha salido con éxito a saludar atentamente al C. Emilio Chuayffet Chemor, Secretario de Educación federal.

Me alcanzan un dato curioso: en las oficinas de la sección 50 del SNTE se dio la orden a todos los dinosaurios, charritos y viudos de Elba Esther, de atrincherarse para enfrentar a los profes, los modelos de sumisión y buena conducta del magisterio mexicano. En el sindicato sí saben lo que contiene el cabrito en salsa de la docencia regia, receta que otros funcionarios mustios no han probado jamás.

“A Peña y diputados los vamos a evaluar/  a ver si de panzazo alcanzan a pasar”.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com