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1875 3 Julio 2015

 

 

¡Ay, Míster Trump!
Margarita Hernández Contreras

 

Dallas.- Primero, nunca me ha caído bien. Nunca he entendido su estatus como celebridad, pero tampoco entiendo el fenómeno Kardashian. La televisión reality me parece falsa y tonta.

Pero luego se le ocurrió hablar de los mexicanos como si nos conociera. Y no, no nos conoce.

Es obvio que necesita asesores políticos si es en serio que quiere ser presidente (Dios nos libre). De veras que necesita gente inteligente que lo ayude a navegar la arena política para ganar votos porque para perderlos, usted se ha convertido en un gran éxito de la noche a la mañana.

Quisiera decirle que tengo las estadísticas. Todo lo que tengo es mi sentido común de casi 55 años. ¿De veras piensa que puede ser presidente sin el voto inmigrante? Reconsidere. Por Dios, usted mismo. Según Wikipedia, usted es estadounidense de primera generación, siendo que su madre nació en Escocia; y estadounidense de apenas segunda generación por vía de sus abuelos paternos que nacieron en Alemania.

Está muy próximo a la experiencia inmigrante como para no tener la inteligencia de saber que sin nosotros no va a poder. Los mexicanos, apenas somos un grupo de ellos. A todos juntos  –asiáticos, indios, afroamericanos, nativoamericanos, etcétera – cuéntenos en los millones. Otra cosa es que los mexicanos hemos encontrado apoyo en sitios improbables como Macy’s y NBC, y gente (famosa y no) de otros países latinoamericanos que están de pie con nosotros, lastimados y heridos.

Creo que nos necesita si es que quiere  “volver a hacer grandioso” este imperfecto país.

Yo nací en México a una pareja que califica y caracteriza de criminales, narcos y violadores. Míster Trump, no soy nada de eso. En mi juventud mis vicios más grandes fueron los cigarrillos y las cervezas. Y ya he renunciado a ambos. Los cigarros hace 16 años, cuando mi embarazo; el alcohol, hace siete, cuando mi accidente cerebrovascular. Ni siquiera probé la mariguana. Nunca he violado a nadie y nunca he cometido un crimen. (En total honradez, hace muchos años, me robé un libro de una librería en Guadalajara. Era universitaria y mi compás moral estaba débil y yo necesitaba un superyo más fuerte.)

A mi hermana y a mí nuestros padres nos trajeron a California a los seis y siete años. Desde esa edad, ella y yo hemos estado dentro de un ambiente laboral. Primero, trabajando en los campos y huertas, ayudando a nuestros padres en la cosecha de frutas y verduras, como duraznos y tomates. Luego como esposas, estudiantes y madres que trabajan. Hasta-el-día-de-hoy.

Por eso es tal vez que no he tenido tiempo de que me caiga bien. Su experiencia y la mía son diametralmente opuestas. ¿Cómo puedo pensar que usted entiende o sabría responder a los millones como yo? ¿Usted con sus declaradas bancarrotas, sus torres, sus casinos, su show de reality, sus bienes raíces, sus millones? No hay forma en que su experiencia y la mía compartan un hilo. Yo trabajé los campos. Tuve un empleo de 40 horas mientras iba a la universidad. Mi esposo y yo batallamos para pagar las cuentas para seguir con techo y comida. Usted no.

Estoy segura de que yo no muevo la aguja de su radar. Si ocurre es porque soy una trabajadora más del planeta cuya vida no tiene importancia para usted. Hasta que considera el país de mi nacimiento: México. Luego es que soy traficante de drogas, violadora y criminal.

Pero, ay, Míster Trump, mi hermana y yo nos hemos convertido en ciudadanas naturalizadas de este país. Va a querer nuestro voto. Además, revoloteamos, puesto que no estamos afiliadas con ningún partido.

Le sugiero que encuentre los asesores políticos que desesperadamente necesita, porque es claro que no tiene conocimientos ni práctica políticos. Hay muchos puentes en llamas que necesita reparar, muchos muros que necesita derribar (antes de que nos ponga a mi pueblo y a mí a construir ese con el que sueña en la frontera).

Es difícil querer a la gente rica. ¿Lo sabe? Y si son arrogantes, insensibles e ignorantes, la cosa se pone peor para usted.

No nos ve fruncirle el ceño a Oprah, Bill y Mark, y es que a pesar de su riqueza, parece que les importa la humanidad y nuestros apremios. Al menos la apariencia está allí, con sus fundaciones, donativos y regalos. Pero usted. Ay, usted, Míster Trump. De un solo manotazo se quiere deshacer de nosotros. “Oh ‘esa gente’, son criminales, violadores y narcotraficantes”. Cree que “algunos” son buenos. Lección política 1: Nunca haga presuposiciones. Y para su información, la “mayor parte” de nosotros no somos como nos define. Todos los países tienen gente mala. Debiese saberlo si no está un poco ciego. ¿Se acuerda de Ted Bundy, cuántos como él no andan por ahí sueltos? Por su lógica seguro son mexicanos. ¿Y los radicales como Koresh, los que pusieron las bombas cuando el Maratón de Boston, el asesino de Sandy Hook y el joven de Charleston? Ninguno de ellos es mexicano, ni inmigrante.

¿Tiene firma de relaciones públicas, Míster Trump? Porque necesita reconstruir su imagen como ser humano digno de la confianza de los votantes. Esta es una tierra distinta a la que experimentaron su mamá y sus abuelos inmigrantes y extranjeros. La Melting Pot también es una “cacerola que hierve” y a la superficie suben nuestras imperfecciones más deplorables: racismo, intolerancia, pobreza, hambre. Todos los Problemas Irresueltos. Usted está en el fondo con su poder económico, tratando de deshacerse de la forma más inmadura de todos esos Problemas irresueltos. Piensa que puede apuntar y sacudir el dedo hacia nosotros y que nos resbalaremos por el borde de la cacerola hirviente para caer al abismo. No creo que se resuelvan así. Primero viene una respuesta un tanto pestilente que usted empieza a ver y sentir como el Mr. Backlash del que Nina cantó.

Wikipedia también dice que usted es presbiteriano. Es difícil pensarlo como persona religiosa. Por mi vida, que no lo puedo ver humilde y de rodillas pidiéndole perdón a Dios y pidiendo sabiduría para cumplir con su voluntad. Termino mi carta con algunos versículos bíblicos sobre extranjeros, versículos a los que rara vez alguien hace mención, especialmente la gente presta a citar las Escrituras sobre la homosexualidad. Nunca se refieren a estos:

Cuando algún extranjero se establezca en el país de ustedes, no lo traten mal.  Al contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor y Dios de Israel. – Levítico 19: 33-34

Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros. No opriman a las viudas ni a los huérfanos, ni a los extranjeros ni a los pobres. No maquinen el mal en su corazón los unos contra los otros. Zacarías 7:9-10

Adiós, Míster Trump. No cuente con el voto de esta bondadosa señora mexicana,

Margarita Hernández

* Guadalajareña, vive en el área de Dallas. Es traductora profesional del inglés al español. Para comentarios: Mhc819@gmail.com.

 

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