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1913 26 Agosto 2015

 

 

Rácimo de voces lésbicas
Eligio Coronado

 

Monterrey.- Una vez más lo hemos comprobado: John Lennon tenía razón cuando dijo: “Love will find a way” (“El amor hallará la manera”). En Les cuento* veinte chicas hallan el amor en otras veinte chicas.

¿Por qué en chicas y no en chicos? Porque su orientación sexual es diferente.
¿Será difícil para ellas ejercer su lesbianismo? Desafortunadamente sí, a pesar de la apertura legal y moral de nuestra sociedad que las sigue viendo como bichos raros y no como personas que tienen derecho a ser felices con quien ellas quieran. Por eso muchas de ellas se mantienen encerradas en el oscuro y tenebroso closet mental… de la gente.

Igual que las y los heterosexuales, las lesbianas se enamoran de: “ese par de ojos negros, intensos, peculiarmente mágicos y muy brillantes, y caí. Sabía que la amaba desde ese instante” (Carolina Yáñez, p. 107), “mis ojos se toparon con una diosa envuelta en un corto vestido rojo, el cual se complementaba con zapatillas del mismo color y unos deliciosos labios de cereza, grandes y jugosos” (Sol Casdiz, p. 131), “me percaté de sus hermosos ojos color miel, una mirada retadora, pero a la vez tierna. Me estremecí por completo, sentía que mi pecho explotaría a causa de la intensidad de mis latidos” (Cinthia Aracely Ramírez Guevara, p. 17).

¿Hay alguna diferencia entre este amor lésbico y el heterosexual? ¿No son estas las mismas palabras que emplearía un hombre al referir la experiencia del enamoramiento? ¿Y las mujeres con respecto a los hombres?
También la entrega física es similar. ¿No es ésta producto del desbordamiento de los límites morales, de la dulce volcadura de los sentidos, del súbito naufragio de los instintos?: “subió mis piernas a sus hombros y comenzó a penetrarme con fuerza, yo gritaba y gemía, era tanto el placer que sentía que mil orgasmos me inundaban (…), ella dio todo de sí y en un gemido profundo estallé de placer, sentí cómo me corría entre sus dedos y como ella chupeteaba mi clítoris” (María del Carmen Ríos Díaz, p. 91), “tomé con fuerza tu cadera y me adentré en tu ser, en la única parte de tu cuerpo que nadie más que yo puede disfrutar (…). Nuestros cuerpos se juntaron al compás de los espasmos, éramos un solo cuerpo. Nuestros corazones latían a la par y nuestros senos desnudos nos aprisionaban” (RamíNa, p. 129-130), “Se fundieron en una misma, les faltaban labios para tanta piel (…), pero les sobraban instintos y vacíos por llenar. Esa marea las llevó a acariciar mutuamente sus muslos con lentitud, llegando a esos prominentes labios mayores que ocultaban un clítoris estallante de placer. La lengua y los dedos fueron el camino correcto para los múltiples orgasmos” (Sara Vanessa Cruz Solís, p. 26). No hay duda, el viejo Lennon tenía razón.

 

*Varias autoras. Les cuento. Racimo de voces lésbicas. Monterrey, N.L.: Edit. Las Juanas, 2014. 146 pp.

 

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