México escindido
Hugo L. del Río
Monterrey.- Genio y figura… Los maniqueos de siempre dañaron la buena impresión que había causado la diputada veracruzana por Morena, Norma Rocío Nahle García, quien en esa curiosa sesión del Congreso General que vimos ayer desaprobó con energía Monterrey VI.
Desplegar una manta con leyenda ofensiva y abuchear a la priísta Yulma Rocha Aguilar constituye acto ofensivo de intolerancia que nos recuerda los plantones y acciones vandálicas que, durante meses, llevaron al cabo las huestes de Andrés Manuel López Obrador.
Nadie me puede acusar de ser militante o abrigar simpatías hacia el PRI, pero estoy convencido de que a ningún ser humano se le puede negar el derecho de hablar. Menos, todavía, en una sesión conjunta del Congreso, donde, se supone, diputados y senadores hablan por sus representados.
Morena nació con un vigor de sorpresa, pero tarde se les hizo a los porros para desacreditarla. Las intervenciones de siete de los ocho legisladores habían transcurrido en paz y orden. Pero subió la guanajuatense Rocha y los vándalos rompieron el respeto. Pretendieron perturbar a la congresista y como no lo lograron por docenas salieron del recinto legislativo.
Todo había empezado como Dios manda: el independiente Manuel Clouthier Carrillo, los oradores de Morena, PRD, Movimiento Ciudadano y PAN dijeron lo que todos sabemos y que se puede sintetizar en una frase: México está de rodillas. Verde y PRI, naturalmente, nos hicieron saber que México es el paraíso terrenal: pronto nos convertiremos en un país sin hambre. El más original de todos fue Hugo Eric Flores, padre conscripto por esa vaina que llaman Encuentro Social. Hugo Eric nos explicó que México se hundió en la corrupción porque “sacamos a Dios de la vida pública”.
Clouthier y el perredista Francisco Martínez Neri lograron buen puntaje, pero en mi opinión las mejores intervenciones le correspondieron al sector femenil: Rocha Aguilar hizo honor a su vestido color rojo: es una guerrera con espada de fuego. Y Nahle García es otra walkiria montada en corcel de guerra. La veracruzana habló a favor nuestro al desaprobar lo mismo Monterrey VI que el proyecto de otro aeropuerto internacional para el defe. Y como el movimiento se demuestra andando, entregó la primera iniciativa de ley de su bancada: un proyecto para imponer la austeridad al gobierno.
Rebajar en un 50 por ciento los sueldos de los peces gordos, del Presidente de la República para abajo. No más deuda ni IVA a medicinas y alimentos. De privatizar el agua, nones. Y nada de recortar el gasto social. La veracruzana denunció la represión contra los periodistas independientes, la opacidad que envuelve a Iguala y otras matanzas, la militarización, la miseria y desesperanza de la población indígena y textos escolares que deforman nuestra Historia. Curioso. Cerró su discurso con la vieja fórmula masónica: “es cuanto”.
Jesús Zambrano, presidente de la mesa directiva, se portó con discreción. El secretario de Gobernación, Osorio Chong –no sé por qué en cuanto entró me acordé del chapo Guzmán–, al entregar el voluminoso paquete con el III Informe se puso, para variar, en plan triunfalista. Peña Nieto ha llevado a México a “avances históricos” porque tiene “la mirada puesta en el largo plazo”.
En resumen, confirmamos que México está escindido, polarizado: de un lado los que tienen todo y sus servidores, del otro, el infelizaje. El orador perredista, Francisco Martínez Neri, expresó su convicción de que “México espera mucho de nosotros”. No lo creo.
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