Un Telmex latiendo en el corazón
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- Telmex es sinónimo de prácticas desleales. Resulta una obviedad decir que es el monopolio telefónico más grande del mundo.

Sin embargo, Telmex no es una patología mercantilista del mercado libre que vulnere al Estado mexicano, sino el resultado del peor paternalismo de Estado.
En realidad, casi ninguna gran empresa mexicana de reciente creación factura al margen del gobierno. En México la cultura de la innovación es apenas una nota a pie de página.

Aquí casi todo pasa por el rasero gubernamental: el régimen subsidia a las empresas afines, les destina créditos blandos, las incuba con recursos públicos; se inventa a los empresarios “de moda sexenal”.

Estos empresarios detestan el Estado asistencialista y la regulación de los mercados; rechazan la invasión a la libertad personal y la privacidad, pero sus propios negocios florecen a la sombra de los contratos y licitaciones públicas, que la mayoría de las veces son mecanismos amañados y corruptos del ya de por sí aberrante gasto público.

En México existe el mercantilismo cómplice con el gobierno central corporativista. Y la mayoría de los inversionistas de alto calibre son aspirantes hipócritas a monopolios comerciales y a la dependencia de la subvención estatal.

Son empresarios que andan en busca del éxito con muletas de gobierno y con un pequeño Telmex latiendo en su corazón.