DISPARATES
Septiembre amargo
Armando Hugo Ortiz

 

Monterrey.- Hasta hace cinco décadas septiembre, más que mes de la Patria, era del presidente.

El Informe y el besamanos, la parada militar el día de los Niños Héroes, el Grito en el zócalo, el 16 el desfile bajo el balcón de Palacio Nacional, por último, la culminación de la Independencia.

En edificios públicos y privados ondeaban las banderas. El sector comercio organizaba competencias para elegir el aparador con la mejor decoración patria. En casi todas las casas había algún adorno tricolor.

¿Cuándo empezó a perder septiembre su aura mística? Tal vez con la matanza del 2 de octubre de 1968.

Se dice que Adolfo López Mateos (1958-1964), fue el último mandatario que asistía a eventos públicos como el box o los toros, sin temor a la silbatina del respetable. Después de él, sus sucesores fueron encapsulados por sus guaruras y la televisión  

En este siglo XXI, la ceremonia del grito en el Zócalo capitalino solo tiene el morbo de ver cuál será el desfiguro del presidente en turno, qué tanto podrá opacar la música de las bocinas,  la rechifla en su contra. No hay el triunfalismo presidencial en septiembre, son tragos de amargo licor que deben apurarse a la brevedad.

En algún momento se recortó el calendario cívico, pues según decían era pérdida de tiempo tanto día feriado. Pero además de eliminar fechas, no se han añadido conmemoraciones. La últimas que se consideraron dignas de figurar fueron la Expropiación Petrolera, en 1938, y la Nacionalización de la industria eléctrica en 1960. Después, nada que festejar o conmemorar.

Pero la población ha añadido efemérides: la matanza de Tlatelolco en 1968, la del 10 de junio en San Cosme en 1971, la rebelión zapatista en 1994.

La próxima tal vez sea la renuncia de Peña Nieto.

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