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1942 6 Octubre 2015

 

 

Colectivo Quimera
Coral Aguirre

 

Monterrey.- Hay un estremecimiento que recorre la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Un grupo de estudiantes se ha puesto a pensar este asunto de la equidad de género, al encontrarse un buen día con las bases del concurso Señorita Universidad.

Allí se leen premisas obsoletas y ajenas a la visión universitaria de diversidad, inclusión, equidad de género, en fin, el señero humanismo de los claustros que nos enseñaron la libertad y la justicia en términos precisos. Su campaña nos ha puesto a pensar a todos.

Porque género es tú y yo, hombre y mujer realizándolo en actos y palabras. Y nos ha puesto a pensar por las reacciones en su mayoría masculinas que responden seguramente a la misma impotencia de verse encerrado en un orden patriarcal que también a ellos les ha sido impuesto. Porque lo dicen, se revuelven estos muchachos diciendo que al final de cuentas ellos cubren su cuota, su destino será hacerse responsables de la casa, los hijos, la mujer, desde la economía.

Los más furiosos insultan, pero también en ello se observa una carencia. Ya que después me va a tocar tanto peso, hoy las quiero bellas y serviciales. ¡Cómo se permiten hacerme a un lado! ¿Cómo tomar decisiones  cuando estaba previsto que las tomara yo? Acaso lo que todavía no hemos aprendido entre todos es a juntar las querellas para transformarlas en diálogo. Proponer nuestras “quimeras” (mujer, hombre, OTRO/A) para llegar a una resolución incluyente.

Muchas cosas se han revuelto. Y nosotras, las mujeres que adherimos al rechazo de un acto que nos vuelve cuerpo enajenado, porque en la FFyL no hay duda sobre esto, ni en las mujeres dirigentes, ni en las maestras, todas estamos convencidas de la inequidad en que han circulado nuestras vidas, volvemos a pensarnos para pensarlas, para cuidar de ellas, y para compartir nuestras opiniones.

El concurso es un síntoma, el síntoma de nuestra diferencia: ser blanca, alta, rubia, flaca, servicial, con el fin de pasar de edecán a alguna empresa, algún trabajito, algo que facilite la dura realidad después de los estudios. El síntoma de nuestro silencio, con la complicidad de todos. El síntoma de nuestro cuerpo ocupado por los intereses del Poder. Y no estoy diciendo hombre o mujer, las hegemonías se construyen con la aceptación de cada uno de nosotros, seamos mujeres u hombres.

Hay un estremecimiento que recorre la Facultad, porque alguna gente se ha puesto a problematizar los modos en que construimos nuestro cuerpo, el cuerpo femenino.

Pienso que hay que abrir el debate a nuestros compañeros masculinos sin tener miedo a la confrontación, con ánimo amigable y mejor corazón. Con la mano tendida.

 

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