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1963 4 Noviembre 2015

 

 

Cuando los aviadores sí eran tales
Claudio Tapia

 

Monterrey.- El gobierno de Miguel Alemán tenía que resolver un inesperado problema burocrático: los integrantes del escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana, considerados veteranos de la II Guerra Mundial, merecían una jubilación para la que no había recurso presupuestado en el Ejército Mexicano.

¿Cómo hacerle? Solución: darle la vuelta a la ley, al más puro estilo mexicano –tarea en la que el gobierno de Alemán resultó ser especialista y precursor–, incluyendo en las nóminas de algunas dependencias del gobierno federal a los aviadores que habían arriesgado sus vidas representando a México en el conflicto bélico mundial.

Cuando los burócratas federales se formaban en las ventanillas de las dependencias en las que prestaban sus servicios para cobrar su quincena, veían sorprendidos que en las listas había sueldos asignados a personas que no conocían ni habían visto nunca; y extrañados preguntaban: ¿quiénes son esos? Y el pagador les contestaba: “son los  aviadores”.

Así se originó el término para referirse a quienes perciben un sueldo sin devengarlo en alguna dependencia gubernamental.

Esa forma de delinquir –del que paga y el que cobra– así como la referencia a estos últimos, perdura hasta nuestros días.

Por supuesto que –mexicanos al fin– la intención con que el nombre de aviador es usado, no denigra ni avergüenza; por el contrario, prestigia, da estatus, habla de la cercanía con el generoso gobernante.

Por eso, al detectar a los aviadores no se les exhibe ni son llamados a cuentas; se les trata con consideración, con respetillo; son gente importante, están bien relacionados, son cuates de los que mandaban y, aunque por el momento éstos ya no están, el mundo da muchas vueltas.

Es mejor el eterno borrón y cuenta nueva que evita la pena (¿por qué aplicar la ley da pena?) de verse obligados a cumplir con su deber; y además no genera represalias.

 

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