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1964 5 Noviembre 2015

 

 

INTERÉS PÚBLICO
El confinado
Víctor Reynoso

 

Puebla.- Este fin de semana viajé al Distrito Federal. La policía de tránsito me detuvo, me hizo llevar mi auto al depósito respectivo y me cobró una multa de mil cuatrocientos pesos por circular en el carril “confinado” al trasporte público.

Nunca ingresé a dicho carril, simplemente no me di cuenta de cuando un carril normal se convertía en “confinado” y seguí mi ruta unos 50 o 100 metros. Y ahí estaba la patrulla, cazando automovilistas que cotidianamente cometen el mismo “error” que yo.

Es un error fácil de cometer para quienes no circulan cotidianamente por ahí. Una zona de caza fácil para la policía que quiere detener automovilistas y cobrarles multas, o en su caso llegar a un arreglo: eso me dijo el policía de tránsito cuando llegamos al corralón: “estamos aquí porque usted no quiso llegar a un arreglo distinto”, enfrente de otras personas y de los policías bancarios que atiende en lugar.

Al detenerme los agentes me mostraron inmediatamente el reglamento de tránsito, en el artículo y la fracción que aplicaba. Estaban bien preparados. Ciertamente circulé unos metros por un carril confinado. Pero no lo hice por sacar algún provecho ni causé ningún daño: simplemente no me percaté, además de que me era muy difícil cambiar del carril por el que venía por la intensidad del tráfico un sábado al mediodía. Algo que pasa con frecuencia en ese lugar: los agentes de tránsito ahí tienen una pesca fácil y la aprovechan.

Ya en el corralón estuve varias horas y presencié un desfile de indignados: ciudadanos que habían sido atrapados por la policía con argucias similares a las que me habían aplicado. Bien se dice que la realidad busca sus propias metáforas. La de esta ocasión era un ciudadano, motociclista, de muy bajos recursos a juzgar por sus ropas. Estaba furioso. No dejaba de hablar: “si golpeas a un policía son tres meses de cárcel y 15 mil pesos de multa”, dijo varias veces a los que ahí estábamos, en medio de sus quejas. “Acababa de dar vuelta, apenas atravesé el confinado, pero el policía me detuvo y me obligó a venir”.

Sigue la metáfora: nos comentó también un error de otro motociclista. Al detenerte los agentes te ofrecen una grúa para el “arrastre” de tu vehículo o bien que tú mismo lo lleves. El error del otro fue dejar que le “arrastraran” su moto: cobran el servicio bien caro. Si tú conduces el vehículo solo pagas la multa. Y le comenté: pero la policía no te dice eso, que el arrastre tiene un costo. Me respondió: “¡cómo te van a decir, si es para eso, para chingarte!”

Ahí está bien resumido, en lenguaje defeño urbanita, todo el asunto. La policía que los ciudadanos pagan con sus impuestos para que los cuide, los defienda, para que mantenga un orden en función del interés público, se dedica a otra cosa. A sacar provecho de los ciudadanos. Lo de siempre: ver a un policía no es sentirse protegido, es percibir una amenaza.

Ahí no terminó el asunto. Al pagar la multa, que con todo y descuento era de mil 400 pesos, pregunté si se podía pagar con tarjeta. Sí se podía, pero tardaba entre 15 y 20 minutos “porque el comandante tenía que ver si mi tarjeta era válida”. En ese contexto no estaba yo en la disposición de entregar mi tarjeta de crédito y dejar que se la llevaran por 15 o 20 minutos, algo que no ocurre en ningún establecimiento público o privada. Reuní el dinero y pagué en efectivo.

El recibo fue el mismo papel de la multa, donde el policía bancario que cobraba el dinero apunto con su puño y letra la cantidad, firmó y puso un sello. Todo manual. Ningún recibo que dejara constancia en alguna computadora o en internet.

La norma escrita, aplicada sin criterio, puede dar lugar a aberraciones. El reglamente del Distrito Federal no especifica si la infracción es por circular por el confinado por 5 metros, porque se acaba de dar la vuelta o porque cambió el carácter del carril y se requiere de algunos metros para poder cambiar del mismo. Tal como está redactado permite que la policía detenga a cualquiera, fuera del sentido de la norma. Hay ahí una responsabilidad legislativa.

No tengo datos suficientes para afirmarlo, pero es posible que la caída en la popularidad del Jefe de Gobierno del DF, la mayor que ha visto el país, tenga que ver con estos hechos.

 

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