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1972 17 Noviembre 2015

 

 

Fanatismo y terror
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- Los terroristas no sienten remordimiento, celebran con júbilo el éxito de un operativo, y eso les da ánimo para seguir adelante, porque ven que sus actos funcionan y creen que su estrategia avanza.

Mientras más edificios se pintan de colores más confirman lo profundo que enterraron la daga. La diplomacia de los colores les hace cosquillas.

Ahora Francia está obligada a involucrarse de una manera más decidida a la lucha contra ISIS, su presidente declaró la guerra. Si los ataques siguen en Israel, y como anunció ISIS contra sus próximos objetivos: Washington, Roma, Londres y España, estos países no tendrán más remedio que involucrarse de forma decidida en la lucha.

Aunque siguiendo los intereses de la geografía política, deben hacerlo para que Rusia no les coma el pastel, especialmente porque la presencia rusa en Siria lleva varias décadas y la estrategia de Obama ha sido un fracaso total. Jugó mal sus cartas en Siria y salió mal de Iraq debido a la presión política doméstica, una vez más se le quedaron los errores de Bush.

Suponiendo que varios países se coordinen militarmente, falta ver si podrán destruir la estrategia islámica.

ISIS ha ido creciendo sin freno desde el norte de África hasta el Medio Oriente y amenaza a Turquía. Pero cuenta con una quinta columna conformada por parte de la migración prolongada de musulmanes, que asegura redes locales de apoyo y de suministro de combatientes. Es posible pensar que ISIS ha introducido a sus operativos a partir del despertar de la falsa conciencia humanista que le abrió la puerta a los refugiados de la violencia. La pinza está perfectamente diseñada.

El avance sobre Turquía, arrasando con los países de en medio (Siria), trabajando en conjunto con la quinta columna, permitirá que sea solamente cosa de tiempo hasta que avancen decididamente sobre Europa y el baño de sangre será enorme.

En varias partes del mundo han radicalizado a la representación musulmana desplazando a los musulmanes pacifistas, que seguramente los hay, pero hoy brillan por su silencio y falta de peso político frente al extremismo.

Una gran mayoría de los musulmanes tienen poca educación, no saben leer, y son presa de los imams que los atan al fanatismo y de ahí el brinco al terror es fácil. Por eso la estrategia se sienta en fanatismo y terror, una combinación difícil de derrotar. Los musulmanes educados, intelectuales y pacifistas están neutralizados.

La ciencia en el mundo musulmán sirve para la destrucción (Irán) no para el mejoramiento en la calidad de vida de la sociedad.

Hasta ahora, de la mano de los carteles del narco y de la falsa izquierda, ISIS ha avanzado en su agresión mundial contra Israel y los judíos, mientras realizan una minuciosa limpieza étnica de católicos, a los que convierten o asesinan en masa. Se ha dado la paradoja que secuestran gente, la venden (muchas veces hay dinero judío para el rescate) y con ese dinero secuestran más gente. Un ciclo de brutalidad que se debe parar con energía y no con pintadas de colores en los edificios. Mientras Europa se suma al boicot judeófobo contra Israel, sin entender que este ayuda a contener el avance de ISIS a un precio muy alto.

Una parte del mundo se debate en falsas discusiones. Si el ISLAM es raza o religión, si criticar la andanada terrorista es islamofobia, si la llegada de musulmanes que imponen sus leyes y costumbres es justificable o si se les obliga a adaptarse a los países a donde llegan.

Los musulmanes no llegan como si fuera una estación temporal. Esa no es la lógica del refugio político. Las comunidades llegan para aprovechar las oportunidades de la nueva tierra y tratan de mantener su cultura y religión.

La democracia no puede obligarlos a otra cosa, aunque deben hacerlos que respeten las leyes locales. La shaaria no puede estar por encima de las leyes locales.

Pero debemos considerar con seriedad la hipótesis sobre la misión musulmana: islamizar al mundo, por la buena o por la mala, o ambas a la vez.

La estrategia de ISIS es polarizar al mundo, agreden y frente a la respuesta, moverán a sus comunidades locales para que se unan detrás de la causa suprema: Abu Akhbar. En nombre de dios acuchillan inocentes y los matan en un teatro, así se levantarán para bendecir la cruzada que quiere islamizar al mundo.

Todas las guerras religiosas son sangrientas, ésta no es la excepción, solo que tiene un mayor poder destructivo que las pasadas.

El mundo tiene pocas opciones. Enfrentarse con energía a esta agresión enfermiza en contra de los avances democráticos de los últimos 200 años, o verse inexorablemente lanzado a lo más obscuro de la edad media.

 

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