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2012 12 Enero 2016

 

 

La política pequeña de Sinaloa
Ernesto Hernández Norzagaray

 

Mazatlán.- En estos días de incertidumbre, confusión, rumores, trascendidos, balconeo y encuestas a modo o claramente distractoras, es inevitable volver la mirada al año 2000...

...cuando la mayoría de la clase política sinaloense estaba eufórica porque Francisco Labastida se encontraba en la terna de donde saldría el candidato priista a la Presidencia de la República.

La noticia circuló rápidamente y se disiparon todos los desencuentros y la mayoría sentía que ganaba si era palomeado el de Los Mochis.

Juan Millán, Gobernador del estado en aquel entonces, le había renunciado a Labastida Gobernador como dirigente del PRI en 1989 y luego le había disputado y ganado la candidatura al Gobierno del Estado en 1998 a Lauro Díaz, cuando aquel era parte del Gabinete de Ernesto Zedillo. Millán es esos días de tensión diría con aire de autosatisfacción: “Es muy difícil decir que no a un Secretario de Gobernación”.

No obstante, cuando fue entrevistado para saber quién era su favorito en la terna tricolor, no titubeó ni un instante, dijo enfático que le ganaba el regionalismo y se inclinaba por su paisano, quien finalmente fue el candidato a la Presidencia de la República, pero con tan mala suerte que fue derrotado ampliamente por el panista Vicente Fox.

Candidatos
Pero antes de la derrota todo era promisorio, no era para menos. Había sido la primera vez que un sinaloense se presentaba como candidato priista a la Presidencia de la República, pero no había sido el único: Ángel Flores lanzó su candidatura presidencial en 1925 y terminó envenenado; el general Francisco Serrano también la busca en 1928 y muere asesinado por el obregonismo en la celada en Huitzilac, Morelos; Arnoldo Martínez Verdugo, líder durante casi dos décadas de los comunistas mexicanos, fue postulado por el PSUM en 1982 y consolida las avenidas electorales para esta corriente ideológica que por décadas había estado en la marginalidad política; y Manuel Clouthier fue el candidato presidencial panista en 1988, quien un año después falleció en un accidente automovilístico que para miembros de su familia fue uno de los asesinatos políticos del salinismo.

Esta historia trágica de la mayoría de los aspirantes presidenciales sinaloenses hizo del estado de los 11 ríos una referencia de políticos atrevidos y capaces de ir con sus ideas en contra del establishment, aún a costa de poner en riesgo sus vidas, sin embargo, esa tradición que muy pocos estados tienen se ha venido eclipsando al grado que hay una banalización absoluta y ahora nadie parece dispuesto a luchar por una aspiración o una idea política más allá de los límites convencionales o el estado, y es que ésta se volvió negocio, y los políticos frecuentemente comerciantes en el trueque de votos.

Y es que la política se volvió un asunto de dinero y el camino más corto para llegar a la riqueza personal. Entonces, la aspiración local, la de los pequeños arreglos y trampolines, es lo que parece dominar las aspiraciones. Nadie parece aspirar a más.

Ausencias
Hoy mismo, sin ir lejos, ¿cuántos políticos sinaloenses ocupan cargos importantes en el PRI o en el gobierno de Peña Nieto? Ninguno. Los últimos fueron David López, quien presidía la poderosa Oficina de Comunicación Social de la Presidencia de la República, que tuvo que manejarla cuando lo rebasaron los acontecimientos de Ayotzinapa y hoy detenta un escaño y aspira sin muchas ganas a la candidatura de Gobernador; el otro es Jesús Aguilar Padilla, quien tuvo que dejar la Subsecretaría de la Sagarpa en medio del escándalo luego de ser señalado por el diario Reforma de complicidad de su gobierno con el narco, de acuerdo a fuentes norteamericanas.

Hoy, él y su grupo político al dejar el DF, buscan influir en la sucesión del Gobierno del Estado. La aparición de Quirino Ordaz en la terna del Presidente seguramente los tiene contentos, ya que éste fue parte de ese gobierno.

Entonces, todo ello delata la actual irrelevancia de la clase política sinaloense y el repliegue de la mayoría de los políticos en el estado donde buscan sobrevivir al desempleo público. Ya veremos a muchos de ellos en la contienda electoral de este año. Buscando ser Alcalde o Diputado. Lo que caiga.

Variables
Pero más allá de esa clase política regionalizada, en una época donde el Presidente vuelve a ser el factótum de la política priista y si para la toma de decisiones políticas cada día cuentan más otras variables socioeconómicas, el estado presenta un déficit en al menos tres áreas:

Nuestra participación en el Producto Interno Bruto no deja de estar por debajo del 2 por ciento, aun cuando en este sexenio se han tenido “presupuestos históricos”, que no han servido para mejorar la productividad, la generación de empleos y el desarrollo industrial, sino en varios casos, para la realización de negocios privados bajo la figura de las llamadas asociaciones público privadas, o lo más reciente, sujetar aportaciones futuras de la Federación a necesidades de gobernantes que quieren seguir haciendo negocios privados en el retiro.

No es casual, entonces, que sumado a este déficit estructural haya otro en materia de transparencia y rendición de cuentas en el manejo de los dineros públicos que ofenden cuando se tienen los salarios más bajos de todo el País. En materia de seguridad, pese a qué es una política pública a la que se le ha inyectado cada día más dinero de la Federación y del propio Estado derivando en un estado semipoliciaco que para el quinto año de gobierno de Malova arroja cifras superiores a las que dejó el Gabinete de Aguilar Padilla con un añadido, el número de desapariciones forzadas, ha escalado sin precedente lo que para algunos es indicativo de que el saldo de esta política es peor de lo que muestran las cifras del gobierno.

En materia política no estamos mejor, se rompen reglas y un instituto electoral sirve para poco o nada. Las campañas ilegales de promoción de aspirantes priistas tienen varios meses en curso ante el silencio penoso de los miembros del órgano electoral, lo que para muchos ciudadanos es una clara muestra de que su presencia, más allá de las capacidades profesionales, responde a necesidades políticas. Y si de dinero se trata, ahí está la liquidación millonaria que sin rubor se han dado los magistrados electorales.

En fin, lo pequeño es lo nuestro y mejor todavía si viene cargado de cinismo y frivolidad. El político sinaloense ha perdido influencia y peso nacional. Y eso es malo para política local, porque cuando los políticos se regionalizan suele ocurrir el canibalismo político y una mayor pérdida de dirección. La confusión impera.

 

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