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2046 29 Febrero 2016

 



Marx en el Soho: ficción teatral y realidad
Xavier Araiza


Monterrey.- A mi artículo “¿Qué sucede con el monólogo 'Marx en el Soho' en el teatro regiomontano?”, que circuló en distintas redes sociales de Facebook, Alfonso Teja responde con su texto “Mi verdad marxsohoísta”, publicado en 15diario [19-FEB-2016]. A lo que él llama “verdad” en su texto, respondo con la siguiente información y reflexión:

El argumento central del que Alfonso Teja desprende sus afirmaciones, pretende minimizar y negar mi trabajo esencial en la dirección-producción de “Marx en el Soho”, y muestra una evidente ignorancia de las teorías y técnicas teatrales que puse en práctica en la lectura del texto dramatúrgico de Howard Zinn, en los 11 meses de ensayos hasta el día del estreno de la puesta en escena: 

- Para empezar, Teja reduce el concepto de montaje a eso que llama "trazo",  y muestra su ignorancia del autor de la teoría (Serguei Einsestein) y desconoce a Konstantin Stanislavski y sus investigaciones sobre las acciones físicas (distintas a la vulgata manoseada, Ad Nauseaum, de la "memoria emotiva" y la "identificación con el personaje" como recurso mágico para la actuación) que el maestro ruso puso en práctica para contrarrestar la sobreactuación, la recitación y la oratoria engolada.

- Ignora la enorme aportación al arte teatral No Aristotélico (que por cierto aplica Howard Zinn en su texto) del dramaturgo, director y poeta marxista Bertolt Brecht: sus conceptos sobre el tema y la trama teatrales vinculadas dialécticamente con la realidad histórica, la Teoría del Extrañamiento (que evita el exceso, el bloqueo del pensamiento, el lloriqueo y la melcocha sentimental propias de las malas telenovelas y el mal teatro), y la ruptura de la 4a. pared en diálogo con el público al que Brecht quería crítico y analítico, no arrobado e identificado pasivamente con el protagonista.

- Y tal vez nunca leyó a Mihail Bajtin y su teoría de la polifonía que apliqué en el trabajo de montaje con el actor-personaje en las secuencias donde hay diálogo, y hasta pleito, con personajes imaginarios en el texto de Howard Zinn (Jenny, Peter Fox, su hija Tusy, Bakunin, etc.).

En su artículo, Alfonso Teja dice que lo insultan quienes han opinado y preguntado por qué la ausencia de mi crédito en la dirección escénica de "Marx en el Soho".

Al respecto, cito tres ejemplos, entre  decenas que se publicaron en redes sociales de Facebook, que no suenan precisamente a insultos. Esto afirma Leticia Vargas: “Desde hace más de 20 años he visto a mi querido amigo Xavier Araiza transformar en extraordinarios actores a muchos que apenas comienzan, sin restar mérito a los actores es innegable el talento de Xavier. Que Alfonso Teja retire el crédito de dirección en las representaciones recientes de la obra solo resalta el peso artístico de Araiza. Paradójico que una obra que cuestiona los mecanismos salvajes del capital, se pierda en ellos. Teja pierde el árbol por la hoja”.

Gabriel Contreras escribe: “Una pregunta para gente que sabe de teatro. ¿Por qué Marx en el Soho tenía en su reparto a mi amigo Xavier Araiza como director y ahora ya no aparece su crédito; la obra ahora se dirige sola, la dirige Teja, o qué?

Y esto dice Eloy Garza González: “Es injusto que se le retirara su crédito como director a Xavier Araiza. Las obras no se dirigen solas. Y ésta la dirigió Araiza”.

Leticia y Gabriel saben de teatro y de cine porque lo han estudiado y lo practican. Eloy es articulista culto e informado que seguramente ha leído y visto montajes teatrales y películas.

Teja utiliza un método conocido: dice verdades a medias, pero sobretodo miente con las tres  famosas agravantes (premeditación, alevosía y ventaja), empezando con la idea megalómana de que, al final, concediendo cosas menores al director, él se dirigió solo y, por lo tanto, simplemente borró mi crédito del montaje.

Esas verdades a medias son: 
1) Efectivamente, en su experiencia como periodista (no como actor) y en aras del trabajo de aprendizaje actoral, le propuse a Teja que actualizara datos, estadísticas y  ajustara el lenguaje al mexicano sin cambiar el sentido del texto. En mi confianza hacia su honestidad (que fue menguando según surgió la catadura del actor) y poniendo en práctica la colaboración convenida, le propuse que él fuera interlocutor con la Fundación Howard Zinn para el trámite de los derechos de autor. Teja afirma que pagó de sus ingresos económicos, pero NO dice que sistemáticamente me informaba que la fundación no respondía en cuál banco había que depositar el monto de los derechos al término de cada temporada del monólogo. Dice que cubrió los derechos de autor, pero NO dice que lo hizo hasta que se fue por la libre adjudicándose la producción, difusión y pago de derechos de autor (¿a su nombre?). En la fundación Howard Zinn sabrán eso. 

Así las cosas, ¿quién se cree este argumento tan burdo? Poseo los correos electrónicos donde Pantagruel & Com Producciones y yo como director de la puesta en escena, solicitamos que los acuerdos y el contacto se hicieran a través de la intermediación del actor Alfonso Teja, puesto que teníamos un convenio entre DOS. 

2) En el convenio firmado se estipulan porcentajes: 20 % para Pantagruel & Com Producciones; 40 % para el trabajo del actor en el escenario; 40 % para el trabajo del director de la puesta en escena. En mi idea filosófica y ética sobre el arte  y lo que pienso sobre el compromiso del artista, donde el dinero no es lo principal, al final cedí a su insistente solicitud de repartir ingresos en 50 % para el actor y 50% para el director-productor. Practico el sentido de la equidad y el sentido de la justicia, por sobre la ambición económica sin principios.

3) En lo que llamo el pecado capital de la Envidia, como estrella fulgurante de Broadway, Alfonso Teja me propuso fechas continuas en las temporadas para él (cosa que no hace ningún productor), olvidando la existencia, o más bien envidiando, el extraordinario trabajo actoral de Xavier Caro en el papel "La loca del maniquí", producción, dramaturgia y dirección escénica mía, que, como es obvio, debía tener sus temporadas en Theatron compartiendo fechas con "Marx en el Soho", como de hecho programamos durante varios fines de semana. Esa información es pública.

Entonces, es mentira obvia que pretendí suspender "Marx en el Soho" ¡durante 4 meses! Al contrario, habíamos convenido moverlo a otros espacios escénicos locales y de otras ciudades, siempre y cuando el actor-Marx no saliera a escena con micrófono, bailando, cantando bajo la lluvia, con pantallas gigantes y focos de colores. Esta condición mía fue motivo de fuerte discusión, porque pretextando que el montaje era ya exitoso y bien recibido por los espectadores y la crítica, el actor imaginó a Marx en espacios grandes, incluso habló de auditorios para multitudes con la idea de más ganancia económica y de solicitar a la Fundación Zinn los derechos de autor en ¡exclusiva! Para que nadie más en México pusiera “Marx en el Soho”.

La verdad es que Teja fantaseó para el futuro cercano una producción al estilo de los musicales y los conciertos de rock; obviamente, conociéndome como soy,  me opuse rotundamente a esa fantasía. El actor pensaba en la fama y el Business; el director en el respeto al pensamiento y la biografía de Marx, en el texto del dramaturgo, y en la calidad artística del montaje; en su difusión y temporadas entre el mayor número de espectadores, sí, pero en salas pequeñas y medianas, donde NO se perdiera el concepto estético del monólogo en una inadecuada isóptica y acústica del espacio.

Si Marx ha sido satanizado por el capitalismo y divinizado por el dogmatismo estaliniano, ¿ahora debía yo, como director y productor del montaje “Marx en el Soho”, permitir que se le banalizara en el burdo mercado del Show Business? ¿Debía aceptar que nuestro trabajo artístico que nació en Theatron como proyecto de Teatro Laboratorio F se convirtiera en un espectáculo mediocre? 

Es evidente que sobre el arte teatral y el sentido de los espacios, Alfonso Teja no ha leído el libro El espacio vacío del teórico Peter Brook, director de la Royal Shakespeare Company.

4) Sobre lo que dice de la universidad y mi negativa a presentar ahí "Marx en el Soho", simplemente diré que es una falacia. Él, Alfonso Teja, era el principal promotor interesado, porque cree que la Uni es una maravilla; yo desde los años 80 tengo fuertes críticas a esa Uni donde estudié filosofía e impartí clases de preparatoria, hasta que, por razones del autoritarismo político piñeyriano promovido por los grandes empresarios (el entonces llamado Grupo Monterrey) y el gobernador Martínez Domínguez, me expulsaron junto con otros casi 500 trabajadores. A la insistencia de Teja por cubrirse de gloria presentando "Marx en el Soho" en el Aula Magna (el espacio lo deslumbra), le dije: adelante, negocia las funciones. Es obvio que esto fue convenido antes de que se rompiera la relación de trabajo con "Marx en el Soho".

En torno a la Universidad y su antidemocracia he escrito muchas cuartillas, y distingo siempre sobre su burocracia autoritaria y una buena franja de estudiantes, profesores y trabajadores que respeto. He tratado sobre la ausencia de una política cultural urgente en la principal institución de educación pública de Nuevo León, que tiene una población de más o menos 160 mil ciudadanos en su Campus. En 1983 escribí una farsa política titulada La peligrosa aventura de Rectorrr y sus amigos, que publicó Ediciones Castillo.

Claro, sobre el que entonces y hasta hace una cuantas semanas, era Secretario de Extensión Cultural, con el que Teja presumía su amistad cercana, simplemente escribí que era grotesco que siendo el principal funcionario de cultura de la universidad, con toda impunidad y gesto megalómano le impusiera su nombre y apellido al espacio de la Facultad de Artes Escénicas donde también actuaba de cacique. Para quien quiera leer el artículo completo, está publicado en Revista Pantagruélica. 

Así, es evidente que las funciones de “Marx en el Soho” en la Uni Teja las negoció Post Festum, él solo, por su cuenta. Y todavía más: en un gesto de emperador magnánimo ofreció retribuirme en "metálico" (así dijo y está publicado) por esas funciones negociadas con el secretario de extensión y cultura ya mencionado, donde abusivamente agregaron mi nombre como director de escena y los créditos de Pantagruel & Com Producciones / Teatro Laboratorio. Seguro, en la Uni intuyeron el conflicto que se venía y, como el célebre Pilatos, se lavaron las manos. 

5) Está escrito en convenio firmado, que toda  programación de temporada y su publicidad debía ser consensuada. Cito un ejemplo irrisorio que anunciaba el mareo de Estrella ya muy evidente en el actor: en el diseño publicitario de una de las dos funciones que presentamos en San Miguel de Allende (en el espacio cultural llamado El Sindicato) que Teja consiguió a través de un amigo suyo, se anuncia ÉL solo, sin darle ningún crédito a Pantagruel & Com / Teatro Laboratorio F, y por supuesto, borrándome como director de escena. Obviamente, en la otra función que yo coordiné en la Fundación González Camarena, el diseño publicitario lleva todos los créditos que acordamos desde que firmamos el convenio. Esto sucedió en la época del éxito local y el despliegue del monólogo fuera de Monterrey. La avaricia y la tentación avasallante ya anidaban en el corazón del actor. Esos diseños publicitarios existen en internet para quien los quiera ver.

6) Dos gotas fueron las que derramaron mi resistente vaso: 
a) Primero, al reclamarme muy alterado, que "La loca del maniquí" había sido escogida para el programa del Festival Internacional Tamaulipas, porque -según él- yo no había enviado los datos completos de "Marx en el Soho". Falso. En mi archivo electrónico y en el de los organizadores del Festival tienen los datos completos de ambos monólogos. Los programadores del Festival saben por qué eligieron "La loca del maniquí" y no "Marx en el Soho". En este trance, Alfonso Teja perdió la brújula ética y se dejó atrapar por el pecado de la Envidia.

b) Se consumó el descaro cuando el ciudadano Alfonso Teja se apropió de la difusión e ingresos de taquilla de "Marx en el Soho" presentada como función única el 2 de octubre (día simbólico) de 2015, en Gargantúa Espacio Cultural, mientras estábamos de gira en tres ciudades fronterizas con "La loca del maniquí", en el marco del Festival Internacional Tamaulipas. El actor se hizo el desentendido y nunca me entregó el porcentaje de ingresos que me correspondía por la función en Gargantúa. 

El día que le reclamé su "olvido", al que le puse los nombres Deshonestidad y Despojo, reclamo fuerte que nos llevó al desencuentro (del que dice tiene grabada la discusión), le hice una simple pregunta: ¿Entonces, Alfonso, te apropiaste, en todos los sentidos, de la función del 2 de octubre en Gargantúa? Obviamente: el actor se sorprendió agarrado con las manos en la masa. Se alteró, y simple y claramente, de manera ya calculada pero abrupta, dijo que no le interesaba seguir con el convenio. Y otra vez, en el falso papel de magnánimo emperador con pose de Superstar, me propuso de sopetón que si me interesaba, solamente me daría el 10 %  por ingreso de taquilla y funciones vendidas que él manejaría a su manera a partir de ese día. Y ese diezmo era, me dijo, porque reconocía mi trabajo creativo como director de la puesta en escena. Ni el Papa Francisco Bergolio le hace esos desplantes a sus feligreses.

En mi experiencia y percepción del proceso con el monólogo "Marx en el Soho", supe que en ese momento, Alfonso Teja había sido cercado en su psique por los tres peores Pecados Capitales: la Avaricia, la Envidia, la Soberbia. La ruptura estaba consumada.

Así fue todo. Lo demás, algunas personas lo saben, otras lo imaginan.

La cosa en conflicto no paró ahí: Ya en el cómico papel de Estrella súbita mareada por el éxito de "Max en el Soho", Alfonso calculó que bien podría presentarse solo, solitariamente, como actor, director de la puesta en escena (o sea de sí mismo), productor, promotor... practicando esa patología en la cultura del capitalismo individualista y depredador de nuestro tiempo que se llama Narcinismo, la mezcla del narcisismo y el cinismo. Solamente le faltó negar la dramaturgia de Howard Zinn para, en el delirio desatado, presentarse como Marx esposo de Jenny, el histórico, el resucitado en su persona actoral. 

Decir esto es duro, me produce desasosiego, no me alegra. Pero es necesario publicarlo porque si desde la ética humanista, la política realmente democrática, la izquierda moderna y libertaria, se está contra la impunidad, la injusticia, el cinismo, el oportunismo, la depredación que todos los días reclamamos a los políticos y empresarios explotadores, ¿por qué no tratar en público el despojo de un trabajo ajeno, en este caso mi producción y dirección, que los espectadores y quienes tienen una cultura teatral saben que están en la realidad y la calidad artística del montaje de "Marx en el Soho?

En su escrito, Alfonso Teja utiliza el estilo de Big Brother tan puesto de moda últimamente, amenaza con una grabación de la discusión el día que, recuerdo perfectamente, provocó  la ruptura del convenio firmado el día 6 de mayo de 2015. Ese convenio lo guardo en mi archivo; supongo que Alfonso guarda el suyo.

Ya con esta maniobra falta de toda ética y respeto por el trabajo colectivo, Alfonso Teja recoge sus canicas, arrebata las mías y empieza a presentar el monólogo en otros espacios de la ciudad.  Es decir, rompe el juego teatral y jurídico pactado a partir de la confianza y la ética que, como trato honorable con los otros, debe imperar en el mundo artístico, sobre todo en el teatral permeado por el pragmatismo, la pose y el canibalismo.

No tocaré aquí otros detalles que me sería bochorno mencionar y que formaron parte del proceso conflictivo que vivimos mientras duró el acuerdo.

En el terreno de la filosofía y su dialéctica con la praxis, y en otro espacio, abordaré esta experiencia como ejemplo de la negatividad, la ideología estética, los resortes psicológicos y desacuerdos en los principios que han llevado a la ruptura del convenio. Reitero: estipulado en escritura firmada por el actor Alfonso Teja, el director de escena-productor Xavier Araiza, y dos testigos. 

Es claro que Alfonso perdió el principio de realidad con el éxito de "Marx en el Soho" y entró en franca contradicción con las ideas del personaje Marx (su crítica a la explotación, la exclusión, a la acumulación absurda de dinero, la injusticia y la apropiación del trabajo ajeno), condensadas en el texto de Howard Zinn, un historiador marxista, respetable y respetado por su ética y coherencia política y su trabajo intelectual desde la izquierda intelectual y política norteamericana.

¿No estaba Karl Marx contra esa mentalidad típica del capitalismo en el siglo XIX y del ahora neoliberal y usurero del siglo XXI? ¿No es ese el tema que trata Howard Zinn en su dramaturgia? Las personas que me conocen saben que Marx, y otros teóricos y artistas marxistas, forma parte de mi cultura filosófica, mi visión del mundo, mi praxis política, mi trabajo estético y crítico, desde hace más de 40 años. Esta cultura no inició cuando hace un par de años le propuse a Alfonso Teja que actuará el personaje. Por cierto, el individuo histórico y el personaje dramatúrgico llamado Karl Marx, era un perfecto desconocido para el actor, como lo manifestó reiteradamente en el diálogo con el público que abríamos al final de cada una de las 56 representaciones que tuvimos en Theatron y otros espacios.

Dicho esto, debo decir que más allá de la experiencia negativa con el curso que tomó el montaje, "Marx en el Soho" ha sido un acontecimiento teatral (la crítica y las reseñas así lo han manifestado) en este Monterrey conservador y derechista, agobiado por el individualismo, la competencia y la ideología de "la grandeza", donde la obra del autor de El Capital sigue satanizada y su vida desconocida, borrada ¡incluso en la universidades!

Sin duda, hay un lado absurdo y humorístico en este debate, que da como para escribir una comedia experimentando con las poéticas de Luigi Pirandello y Jean Genet, en la que el actor se confunde con el personaje del monólogo y pierde el principio de realidad, niega olímpicamente al director de escena, se "inspira" vagamente en el dramaturgo y en un acto al estilo de Ubu Rey se apropia de la producción.

O tal vez una pieza teatral al estilo brechtiano, donde Marx y Bakunin hacen la paz, beben y coquetean con mujeres bonitas en un cabaret de Londres, mientras se divierten viendo a un actor que en el pequeño escenario se aplica falsas cirugías plásticas y se maquilla y viste (barbas, zapatos altos, pelucas...) una y otra vez, para simular que es como ellos, que habla como ellos, que piensa como ellos, que vive como ellos vivieron en el siglo XIX, cuando estaban vivos.

La difusión de las actualísimas y poderosas ideas de Marx, merecen textos y puestas en escena auténticas e inteligentes. En el proceso de lectura y ensayos con el "Marx en el Soho", que llevamos a escena y estrenamos en Theatron, para actualizarlo, agregué una breve frase al texto dramatúrgico de Howard Zinn.

Dice así: “¡Ustedes no ejercen la crítica; no conocen la ética ¡Y se llaman posmodernos!”

Lamentablemente Alfonso Teja perdió la brújula de la ética. Sustituyó la verdad por la mentira; la crítica provocadora que llevan implícitas las ideas de Marx, por el conformismo y el avasallamiento imperante de la ganancia a toda costa.

Sin embargo, aparte de mi natural disposición al humor, la imaginación teatral y el divertimento, dejo en claro que por mi parte no iniciaré ninguna querella en instancias jurídicas contra Alfonso Teja. Al contrario: si continúa actuando al Karl Marx condensado en la  dramaturgia de Howard Zinn y el planteamiento poético-teatral de la puesta en escena que juntos trabajamos durante 11 meses y 56 funciones, mi deseo es que le vaya bien. Que se presente en los distintos espacios.

Trabajo sobre una filosofía del teatro en la que trataré a fondo, en un sentido universal y singular, lo que produce el Star System norteamericano y ese modelo nacional llamado Televisa y su mercantilismo del Spot y la imagen falsa donde se producen artistas Fast Track, hechos a su medida. Parece que esta ideología estética tiene muchos adeptos en Monterrey.

La reflexión filosófica se abrirá paso en el saber psicológico y sociológico, en las poéticas y técnicas teatrales de los clásicos antiguos y modernos, necesarios y urgentes en el mundo de la banalidad típica de la sociedad del espectáculo, el abuso y la impunidad en que vivimos.

Termino este intercambio considerando que no vale la pena continuar el debate cuando no hay ética y disposición para enriquecer las ideas.

Estoy convencido que la reflexión, el diálogo y la polémica, cuando son auténticos, ventilan la atmósfera contaminada de la cultura artística arrinconada por el Show Business.

Y pienso que el verdadero adversario, ese sí poderoso, está en otra parte. No en el teatro.

 

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