Suscribete

 
2048 2 Marzo 2016

 



La educación sexual en las escuelas
Ismael Vidales Delgado

 

Monterrey.- La preocupación por incluir la educación sexual en la escuela mexicana se remonta a 1934, con Narciso Bassols como titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
        
Fue en los años setenta cuando se insertó en el discurso oficial de México y cuando apareció un Programa Nacional de Educación Sexual, que tendría estrecha relación con el control del crecimiento poblacional.
        
En la década de los noventa se empezó a abordar el asunto de manera integral en los programas de estudio de primaria y secundaria, y en asignaturas no sólo del área de ciencias naturales y biología sino también en las de formación cívica y ética. Desde su aparición como propuesta, en su discusión han intervenido distintos sectores e instituciones: la Iglesia, la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), los partidos políticos, intelectuales y los maestros, cuya toma de posición de algunos de ellos en ocasiones ha sido abiertamente antagónica a la postura de la SEP respecto a temas como el tratamiento de la vida sexual como responsabilidad de las familias, pasando por la discusión del tipo de información que proporciona la escuela, y hasta el tratamiento de los contenidos en los programas de estudio de educación básica.
        
La educación sexual ocupa actualmente un espacio prioritario en la agenda educativa dada su importancia para impulsar acciones para prevenir las infecciones de transmisión sexual y la prevención de embarazos de adolescentes; la educación sexual parece ser una vía estratégica para combatir otros problemas sociales en torno a la sexualidad como la violencia en el noviazgo, la violación, el abuso sexual a menores, y la homofobia, entre otros.
        
La educación sexual se desarrolla en el país bajo las modalidades no formal y formal. La primera ha sido cubierta por organizaciones civiles, privadas y religiosas, a través de charlas informales, talleres o cursos, algunos incluyen a los padres, maestros y capacitan facilitadores. Entre los programas más difundidos están: Gente joven, de la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar A.C. (MEXFAM) y Planeando tu vida, del Instituto Mexicano de Investigación Familiar y Población (IMIFAP), pero sobre ellos no ha habido una evaluación del trabajo que desarrollan ni de los impactos que han tenido sus esfuerzos.
        
La modalidad formal se atiende mediante el programa de educación básica de la SEP desde 1974. En 1993 se inició un proceso de reforma, que buscó superar la orientación fisiológica y anatómica del currículo anterior para incorporar un nuevo enfoque, tanto en primaria como en secundaria. Este cambio se debió a factores como el conocimiento alcanzado sobre infecciones de transmisión sexual, especialmente el VIH/sida, y el posicionamiento internacional del tema que derivó en compromisos en esta materia.
        
La reforma entró en operación en el sexenio 1995-2000. Los principales temas se integraron en 5o y 6o de primaria en las materias de Ciencias Naturales y Civismo, mientras que en secundaria, en Biología de 1o y 2o y en Civismo en los tres grados. La temática de Ciencias Naturales y Biología se centró en anatomía y función de órganos reproductores, ciclo menstrual, fecundación, embarazo y parto, métodos anticonceptivos e infecciones sexualmente transmisible. En civismo los temas fueron la formación de valores y actitudes, la familia y la casa y los derechos de los niños y jóvenes. México pasó, así, de un enfoque biologicista-informativo, reducido al área de ciencias, hacia la concepción de la educación sexual como un derecho humano y empezó a tener un tratamiento más integral a través de las asignaturas de Formación Cívica y Ética. La SEP se apoyó en instituciones con amplia experiencia en el tema para proporcionar la capacitación de maestros y la inclusión de los padres. En contraparte, faltó una estrategia operativa oficial de la SEP para capacitar a maestros y educar adolescentes y padres, la carencia de apoyos didácticos adecuados a cada tema y auditorio, y enfrentó también la oposición de algunos grupos conservadores para hablar claramente de la sexualidad en el ámbito escolar.
        
El sexenio 2001-2006 fue un periodo de tensiones en la materia. Muestras de ello fueron la campaña de abstinencia sexual emprendida por la presidenta del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y la Guía para Padres promovida por la entonces primera dama y secundada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y Televisa. Ambas acciones contravenían los lineamientos establecidos en materia de educación sexual. Sin embargo, estas posiciones no penetraron la reforma de la secundaria que se gestó durante ese sexenio y entró en operación en 2006. Las reacciones de expertos en derechos de los niños y educación sexual daban cuenta de su satisfacción con el contenido y enfoque sobre el tema de la sexualidad que manejan los ocho libros de ciencias aprobados por la SEP para el primer año de secundaria en todo el país. Sin embargo, hubo entidades que se negaron a repartir estos libros por estar en contra de su enfoque, tal fue el caso de Baja California y Guanajuato. Cabe señalar que en los hechos, cada gobernador decide, lamentablemente en ocasiones de forma prejuiciada, sobre el alcance de la política en materia de educación sexual en su entidad aun por sobre el cumplimiento de mandatos internacionales signados por el país.
        
El primer dilema, tanto en México como en el ámbito internacional, gira en torno a una cuestión clave: ¿hay que dar más información a los niños o, por el contrario, proteger su inocencia para evitar que se vean involucrados en problemas relacionados con la sexualidad? Distintos grupos en la sociedad se adscriben a alguna de estas posiciones y se llega a polarizar la discusión con una repercusión preocupante en la generación de políticas. A favor de la última posición han estado sectores de la iglesia católica, la UNPF y Pro Vida. La posición a favor de mayor información es sostenida por instancias gubernamentales, como el Consejo Nacional de Población (Conapo), y sobre todo por las ONG que trabajan el tema, como Mexfam, Democracia y Sexualidad (DEMySEX), Afluentes e IMIFAP.
        
En el fondo de este debate, al menos en México, se encuentra la polémica acerca de si las familias se reservan el derecho a impartir educación sexual a sus hijos (como reiteradamente lo ha sostenido la UNPF; pero habría que preguntarse si la compleja realidad de las familias, por ejemplo la manera en que resuelven el cuidado de los niños, permite que puedan asumir esa educación y en qué forma). Debe precisarse que el derecho de recibirla corresponde a los niños y adolescentes, como se desprende de la Convención sobre los Derechos del Niño. En México, el Estado tiene la obligación de impartir una educación basada en hechos científicos, siempre que esté acompañada de una adecuada formación ética y valoral de los niños y adolescentes.
        
Otro dilema que genera enfrentamientos se refiere al enfoque y los contenidos. Por un lado se ubican los grupos que defienden la abstinencia sexual hasta el matrimonio, que va acompañada de una negación de la información sobre métodos anticonceptivos modernos condón, píldoras, dispositivo intrauterino, y sólo promueven los naturales, niegan la información sobre interrupción legal del embarazo, toman como referencia la familia natural, negando la diversidad sexual y rechazando la homosexualidad.
        
Por el otro, se encuentra el enfoque de educación integral en sexualidad impulsado en la Declaratoria Ministerial Prevenir con Educación, signada por México en agosto de 2008 con el objetivo de impulsar acciones para detener el VIH/sida en la región que responde a una perspectiva amplia en el marco de los derechos humanos y el respeto a los valores de una sociedad democrática y pluralista. La educación integral incluye aspectos biológicos, éticos, afectivos, sociales, culturales, de género, y sobre la diversidad de orientaciones e identidades sexuales, en el marco legal de cada país, para generar el respeto a las diferencias, el rechazo a toda forma de discriminación y promover entre los jóvenes la toma de decisiones responsables e informadas con relación al inicio de sus relaciones sexuales. Aunque los programas educativos mexicanos son más cercanos a esta perspectiva, falta mayor consistencia en las acciones gubernamentales.
        
La escuela puede jugar un papel estratégico para ofrecer educación sexual integral a los adolescentes, pero no puede enfrentar sola el gran reto que significan las acciones preventivas en materia de salud sexual y reproductiva. Sin embargo, es indudable su impacto en la socialización de conocimientos relevantes y en la promoción de habilidades, actitudes y valores que ayuden a los jóvenes a vivir su vida sexual plena y responsablemente.

ividales@att.net.mx       

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com