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2082 19 Abril 2016

 

 

La corrupción sofisticada del gobierno mexicano
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Manuel Castells es uno de los sociólogos más importantes en lengua española. A fin de entender cómo se han vuelto impresionantemente ricos muchos de los políticos mexicanos, que pronto aparecerán con sus nombres y prestanombres en los llamados “Papeles de Panamá”, vale la pena conocer los cinco ámbitos de las finanzas globales.

Que Castells ha clasificado en su magna obra en tres tomos: “La Era de la Información”. Estos son: la desregulación, la interconexión tecnológica, la aparición de nuevos productos financieros, los movimientos especulativos y las agencias de calificación de riesgos. Basta aplicar cada uno de estos cinco ámbitos financieros en la política de México (como haré en una somera aproximación) para dimensionar el desfalco del Estado mexicano.

El primer ámbito en el que repara Castells es la desregulación. La falta de regulación en países como México de las operaciones transnacionales y de las entradas y salidas de capital, lícito o ilícito (como es el robo al erario público) provoca su casi desapercibida movilidad hacia cualquier paraíso fiscal extraterritorial como Bermudas, Singapur, Andorra o Vanuatu. Eso ha ocurrido con el dinero mal habido de muchos gobernadores y alcaldes en México.

El segundo ámbito que describe Castells es la interconexión tecnológica entre mercados del dinero. Dado que estos ya operan en tiempo real gracias a Internet y los satélites de comunicaciones, es posible transferir de México a otros países en cuestión de segundos parte de las fortunas de los políticos corruptos, aprovechando instrumentos como fondos de inversión, corporaciones y agentes de bolsa. Al envío de recursos en tiempo real al mercado de dinero, se le conoce como late trading (negociación tardía). El político mexicano compra o vende títulos tras el cierre de los mercados en EUA, para sacar ventaja a los movimientos bursátiles después de las cuatro de la tarde. Los mercados que manejan con mayor impunidad el late trading son los asiáticos, como Singapur, que goza de un margen de seguridad de quince horas. Esta es una práctica común: se realiza diariamente, pero pocos periodistas conocen este tipo de escándalos financieros.

El tercer ámbito es la aparición de nuevos productos financieros, como seguros de cambio, participaciones preferentes o derivados. La oferta que encuentra el político mexicano corrupto de estos productos es muy variada y se basa en las opciones de inversión que se desprenden de las sociedades offshore, refugio y eje de grandes operaciones financieras que operan en la libertad más impune y sin controles de normatividad ni la mínima supervisión.

El cuarto ámbito son los movimientos especulativos. Los ciudadanos de países con gobiernos que viven en opacidad como el mexicano, desconocemos los flujos financieros de los políticos corruptos que salen y entran de México a los paraísos fiscales en forma de títulos o moneda, buscando su máxima rentabilidad en adquisiciones o ventas. Dice Castells que el dinero, nacido como instrumento de medida del valor de los intercambios, se busca a sí mismo, se compra y se vende (acciones, bonos, pólizas de seguros, futuros, etcétera).

El quinto ámbito al que alude Castells son las agencias de calificación de riesgos, como Standard & Poor o Moody's. Cada vez hay más pruebas de contubernio entre estas agencias (más poderosas que muchos Estados), con los altos jerarcas de gobiernos como el de México. Y es que las calificaciones de estas agencias condicionan el crédito y la capacidad de endeudamiento de cualquier país. En pocas palabras, no están al servicio de la libertad de mercado, sino de los gobernantes que sepan o acepten ser sus cómplices.

Como puede verse tras el análisis de estos cinco ámbitos de la clasificación de Castells, la corrupción en México se vuelve sofisticada y cada vez más difícil y compleja de detectar. A menos que sigan ventilándose casos como el del despacho Mosack Fonseca y los “Papeles de Panamá” sean el principio del fin de la opacidad y del desvío y lavado de recursos públicos que tanto empobrecen a sociedades como la mexicana, sin que nadie repare en tamaño desfalco nacional.


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