El alcalde de Morelia y los candidatos sin partido
Eloy Garza González
Monterrey.- Inaugura una ceremonia oficial Alfonso Martínez Alcázar, Presidente Municipal de Morelia, Michoacán. Se tropieza con las palabras. Despega por un momento los ojos de su mensaje escrito y la improvisación se le traba. Le falta oficio para hablar en público. Extraño en un político panista que ya fue legislador federal y local.
Más de 22 años como militante del PAN y aún se le dificulta hilvanar un par de frases en público. Ahora es el alcalde de Morelia, luego de ganar apretadamente los comicios como candidato independiente.
Me comenta el coordinador del PAN de la Cámara de Diputados, Marko Cortés: “lo que importa es que al candidato que sea electo lo respalde una historia personal, una doctrina basada y comprometida con los electores”. El problema de los candidatos independientes, al menos los actuales (doy mi opinión), es que no son ciudadanos con trayectorias basadas en asociaciones civiles, o promotores de alguna causa social. Son ex priistas, ex perredistas y en el caso de Martínez Alcázar, ex panistas. Cuando sus partidos les niegan la candidatura para contender por un cargo legislativo, ser candidatos a gobernador o alcaldes, se van por la libre. ¿Reflejan cierto resentimiento en su comportamiento? Quizá. ¿Cierto revanchismo en su actitud? Posiblemente.
Sigue su reflexión Marko Cortés: “La ventaja que tiene un candidato electo a través de un partido político es que regularmente se obliga a cumplir una plataforma y su partido es corresponsable en el buen o mal desempeño del servidor público. En cambio, cuando se trata de un candidato independiente, sólo quedan las promesas, que si bien pueden cumplirlas, será sólo a partir del compromiso personal de ese candidato. No de un instituto político detrás suyo. Pero lo más importante es que sean independientes y no tránsfugas, porque hasta ahora la figura del independiente está desvirtuada; es decir, renuncio a mi partido cuando no tengo las condiciones, no gano la elección interna; entonces tomo la decisión de jugármela por la libre, cuando ya he sido militante, cuando ya fui dirigente, cuando ya estuve en la toma de decisiones”.
La elección que volvió alcalde de Morelia a Martínez Alcázar en junio de 2015, fue poco concurrida: la libró por 10 mil votos. Predominó el abstencionismo. La gente a duras penas salió de sus casas y fue a las urnas a cruzar la boleta. Apenas una cuarta parte del padrón.
Pero para Martínez Alcázar eso no fue limitante. La gente, dice él, quería un cambio, aunque él representara meses antes las siglas de su partido. “Como gané yo solo, pude elegir a un gabinete acorde con mi plan de gobierno, basado en dos objetivos: la seguridad pública y el aumento del turismo”. En realidad, casi todos los alcaldes, independientes o de extracción partidista, nombran con libertad a su gabinete. La suya no fue una excepción.
En los puntos de vista de ambos políticos, sin embargo, hay semejanzas: se trata de garantizar constitucionalmente el derecho a ser votado y a votar por quien nos plazca. “Eso ya lo establece nuestra Constitución –aclara Marko Cortés–, pero falta la reglamentación en leyes secundarias. Lo que tenemos qué garantizar es que a nadie se le pueda obligar a pertenecer a un partido político para ser candidato. Es un derecho humano”.
“La sociedad necesita válvulas de escape –dice Marko Cortés–, necesita escuchar a todos. Muchos estamos en los partidos, que es una fracción del resto, pero también muchos otros no están en ningún partido, pero tienen activismo y quieren ser escuchados. Esta conformación democrática permite que haya un diálogo republicano”.
Pero muchos seguimos esperando al primer candidato independiente que no sea renegado de algún partido político, que sea verdaderamente independiente. Entonces sí, cambiarán las cosas en México. Al menos, no veremos contiendas basadas en revanchas o resentimientos. Ese verdadero candidato sin origen partidista sigue desconocido en el México moderno.
