Paro magisterial
Lupita Rodríguez Martínez
Monterrey.- El movimiento de lucha contra la reforma educativa sigue adelante. A partir del 15 de Mayo, más de 240 mil maestros y maestras en los estados de Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Chiapas; otros 100 mil en Ciudad de México, Morelos, Tlaxcala, Veracruz, Estado de México y Zacatecas, así como unos 20 mil en el resto de las entidades acordaron un Paro Nacional Indefinido del Magisterio.
El pliego petitorio de los paristas es el siguiente:
a).- reinstalación de casi cinco mil maestros y maestras cesados por no someterse a las órdenes despóticas de la autoridad educativa;
b).- justicia y libertad inmediata para más de 14 mil maestros presos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE);
c).- suspensión inmediata de la contrarreforma educativa privatizadora;
d).- suspensión total de las pruebas de evaluación por ser de carácter vengativo y punitivo;
e).- elevar el nivel cultural y educativo de maestros y maestras a través de cursos y talleres permanentes de actualización;
f).- incrementar al doble el número de desayunos o comidas escolares para niñas y niños en sus planteles educativos.
Se trata de las demandas de los trabajadores de la educación que han venido defendiendo sus derechos y cuya lucha les ha costado represión con asesinatos, cárcel, heridos, suspensión del salario y despidos laborales.
Esta dura confrontación entre el gobierno federal y los maestros de la CNTE se ha mantenido por la incapacidad de diálogo gubernamental.
De frente a esta tirante situación, no se debe soslayar que la educación es el eje del progreso social y del bienestar económico de cualquier país.
Invertir en la educación reditúa en el desarrollo de una sociedad estable y pacífica; invertir en la educación incrementa el conocimiento y promueve el desarrollo humano.
El conocimiento, por sí solo, genera nuevas expectativas de vida para cualquier ciudadano en lo social, económico y cultural.
Está confirmado, por diversos estudios científicos y económicos, que si se atiende la educación desde la primera infancia e incluso a partir de la preconcepción -de la etapa pre-natal hasta los seis años de vida-, no hay duda que formaremos mejores individuos y tendremos una sociedad con indicadores más elevados de bienestar y productividad.
Es claro que la llamada reforma educativa obedece al mandato de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en la búsqueda de mejorar la educación y el logro académico, al tratar de elevar la oferta y la cobertura educativa en la línea mundial del desarrollo humano, con base en el derecho a una educación integral y con calidad.
Estos nobles propósitos no se ponen en juicio. Sin embargo, si no existe comunicación, ni comprensión entre gobierno-magisterio-sociedad, la reforma educativa estará destinada al fracaso. No solamente por la falta del consenso que no hubo al momento de elaborarla y de aprobarla, sino por acercarse más a una reforma laboral y no académica, que condiciona a maestros y a maestras a cuidar su planta laboral y a mantener la plaza, en lugar de promover su desarrollo profesional y buscar su ascenso escalafonario.
No es el camino condicionar al magisterio, sino buscar formas de elevar la formación académica para potenciar sus conocimientos y competencias de manera sistemática y continua, para que mejor preparados se aborde exitosa y pertinentemente el proceso de enseñanza-aprendizaje de la niñez mexicana.
Además, nada alentador resulta el diagnóstico de la Unicef y del Coneval, ya que 21.4 millones de infantes de 0 a 17 años viven en pobreza, de un total de 40 millones, de los cuales 4.6 millones viven en pobreza extrema. Niñas y niños que no comen, por consecuencia, son niñas y niños que no aprenden por más buen maestro o maestra que tengan.
Nunca es tarde para buscar el acercamiento y reiniciar la comunicación entre la autoridad educativa y la dirigencia magisterial. Se requiere vencer resistencias entre ambas partes para construir un modelo educativo de calidad que dimensione a México y que no siga excluyendo a los docentes.
