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2103 18 Mayo 2016

 

 

Kafka en traje de baño
(Entrevista a Franco Félix)
Gerson Gómez

 

Monterrey.- El acto de leer es como ir a una función de cine. Si en las primeras páginas el autor no extiende sus dotes de conspirador, los interesados en el libro y el tema, nos alejamos apresurados del ejemplar, lo colocamos de nueva cuenta en el librero, para que repose el sueño eterno.

Lo atrayente, el buen gusto de Nitro Press, de seleccionar títulos y autores hábiles, para leerse en una sentada, lo confirmo en Kafka en traje de baño, del sonorense Franco Félix, que obtuvo el premio del Concurso del libro Sonorense 2014, en el género de crónica.

Los temas del libro: un conjunto de historias que narran en los 3 textos que contienen las obsesiones del autor: un familiar de Kafka en Hermosillo, Sonora, tal vez el rincón más inhóspito del territorio nacional, la historia del autismo de su primo y un viaje a Borda, un manicomio de Argentina.
Conversamos con él, en su buhardilla hermosillense.

Gerson Gómez: ¿Qué es la crónica para el autor de Kafka en traje de baño?

Franco Félix: Se supone que la crónica tiene que ir echando luz sobre un acontecimiento de forma cronológica. Es la acepción más básica. Desde las crónicas latinas del siglo XV, casi siempre escritas por monjes, hasta los nuevos periodistas que echan mano de ella en sus reportajes como el gran Alejandro Almazán. La crónica tiene que descubrir algo. Y en ese sentido, lo que hacen los periodistas es modificar su registro noticioso para llegar a distintos públicos. Que la noticia rompa sus moldes discursivos y se convierta en otra cosa, en un relato. Ésa es la crónica funcional, la que está modificando el paradigma periodístico y que buena falta hace para que el mensaje real de la realidad no se modifique por estructuras lingüísticas preestablecidas. Ya sabes, hay todo un manual para escribir noticias, pero no para escribir crónicas. Ahí reside la libertad de la escritura. Sin embargo, por otro lado, la crónica que yo he practicado no tiene mucho que ver con el mensaje de la realidad. Y aunque lo que escribo desde este género es real, no alude a la realidad. Me explico: los textos que aparecen en Kafka en traje de baño no aportan mucho al informe del mundo. Los hechos no son relevantes. ¿A quién diablos le importa que un sujeto apellidado Kafka haya pisado Sonora? Este episodio no-histórico es por demás eventual y no tiene mayor trascendencia para los sonorenses, es más ni para los mexicanos. Pero sí la tiene para los lectores, para los kafkólogos, para los interesados en la escritura, para aquellos bizarros como yo que entienden que la realidad es extraña y sobre todo absurda. Yo utilicé la crónica en este texto porque quería demostrar que había unos Kafka en Sonora, y de todos los géneros que existen, éste es el único que puede pretender la verdad o el testimonio real. En la crónica se pueden colocar registros, fotografías, datos, etcétera, amparado, al mismo tiempo, por un discurso liberado del enmarcado y tosco reportaje periodístico. No soy poeta, pero estoy seguro que un poema sobre un par de Kafkas en Sonora me habría condenado brutalmente al bullying. La novela y el cuento, por otro lado, habrían matado la verdad que hay en el texto: la realidad sigue siendo kafkiana.

GG: El Periodismo Gonzo y la Crónica Testimonial...

FF: El Gonzo da un giro a la noticia, modifica el paradigma de noticia-objetividad-periodista, y lo sustituye por la encarnación de la misma noticia, altera su naturaleza desde el momento en que el escritor es un sujeto en el universo fenomenológico del asunto a cubrir. Esto siempre ha sucedido cuando los actores están rodeados de lecturas. Hunter S. Thompson (sea él o no quien originó este movimiento, no entremos en burdas confusiones academicistas) no dejó de relatar la competencia y se dedicó a observar la fiesta salvaje sólo por ser un adicto o un irresponsable, sino porque los márgenes de la escritura se fueron extendiendo. Si eres un lector vas necesitando más y más estrategias de lenguaje. Es una ecuación muy simple. La tradición gonzo ha dado enormes autores que se sintieron cómodos con el género. Incluso en México, esa generación de Mauricio Bares, Servín, el mismo Almazán, son grandes autores que escriben desde la experiencia y la literatura e incluso sacaron hace unos años, una revista dedicada al gonzo: A sangre fría. El Gonzo, al final, es periodismo porque define y establece los contornos de una generación, su forma de vida, de pensar, y lo que hago yo no es periodismo porque no informa nada, no define nada. Las notas que rodean el género gonzo tienen que ver con el mundo actual, con lo que ocurre en el momento de la enunciación. Lo mismo con la Crónica Testimonial, lo que puedo ofrecer con mi libro no es más que un marco de entretenimiento que en nada tiene que ver con el estado de las cosas, sino con mi propia histeria y mis obsesiones.

 GG: A Franco Félix lo podrían relacionar con DFW (David Foster Wallace)...

FF: Es posible. Yo todo el tiempo estoy hablando de David Foster Wallace. Me siento muy cómodo con su literatura. Lo digo como lector primero. Ésa es la escritura que a mí me seduce. Eso es lo que yo quisiera hacer algún día. Me parece bastante extraño que no estemos hablando de este autor. Más allá de su tormento psiquiátrico y su suicidio. O más bien me parece raro que no estemos hablando de sus libros. A mi parecer, son trascendentes. Desde principios de los 90’s está hablando de esta alienación y la supresión mental generada por el Entretenimiento. Si en La broma infinita, cambiamos el VHS por RS (Redes Sociales) el libro funciona igual. James Incandenza Jr es como el Mark Zuckerberg de nuestros tiempos. Indandenza Jr es un cineasta muy extrovertido. Tiene varias películas misteriosas. Una de ellas se llama La Broma. Consiste en llenar una sala de cine con espectadores que se ven a sí mismos porque al frente hay una cámara que los graba. Hay acercamientos, paneos, distintos movimientos para que el público se esté mirando a sí mismo en la pantalla. ¿No es muy parecido al Facebook? Las fotos que compartimos, los mensajes que ponemos tienen un espectador ideal: Nosotros mismos. Nadie ve las fotos como nosotros las vemos, nadie piensa que las cosas que decimos son tan geniales como nosotros mismos creemos que son. Toda su literatura es alucinante. Sus digresiones, sus enormes rodeos me satisfacen como lector. Quizá también estoy quebrado y por eso me fascina su escritura. Pero quién no lo está. Mi escritura intenta hacer algo así. Dar vueltas en el absurdo para decodificar la realidad.

GG: Llegar a las últimas consecuencias...

FF: No. No es lo que me interesa. Creo que el umbral de terminación de los textos es infinito. Creo que en el trayecto, en la investigación, en Kafka en traje de baño surgió nada se resuelve, pero el itinerario es narrable. El fracaso es narrable. El fallo. Yo podría pasar toda mi vida buscando la huella de estos hermanos Kafka, porque tuvieron una vida, y nunca terminaría, porque entonces se consumiría mi propia vida. Creo en que hay temporadas en las que uno debe alimentar sus obsesiones hasta dar con una luz o una idea que lo resuelva todo en la cabeza, aunque no lo resuelva en la vida real. En relación con KETDB, yo sigo trabajando, aunque con menor arrebato. El libro se publicó porque fue premiado por el Instituto Sonorense de Cultura, pero yo podría haberlo retenido un poco más. Sé que hay fallos que iré arreglando con el tiempo. Pero también tenía miedo que alguien más sacara algo así. No daba crédito a que nadie hubiera escrito sobre los Kafka en México. A todos nos gusta Kafka. Aunque me imagino que no todos somos unos obsesionados de mierda. Pienso que sí hay que asumir consecuencias, entrar en lugares oscuros en la mente y sobre todo no temer a quedarte solo. Esas consecuencias se pueden asumir en la escritura cuando estás ofuscado por un tema. Sin miedo a volverse loco.
 
GG: ¿Realidad Ficcionada o Periodismo con dotes literarios?

FF: Cero periodismo. Estoy más cerca de la Realidad Ficcionada. Antes hablaba de cómo Foster Wallace desde sus temas descabellados origina un corpus de la realidad. Creo que el registro literario es enorme y ha llevado las cuentas de los periodos históricos y los momentos filosóficos del hombre. Cada novela escrita, desde su ficción, imprime una huella dactilar del momento en el que fue escrita. Si hacemos una investigación forense a las obras de Balzac, de Fitzgerald, de Kerouac, de Coetzee, hallaremos el rastro de una denuncia velada. Podemos encontrar los restos microscópicos (aunque a veces trozos grandes) de una realidad que está codificada literariamente. Pensemos en Samuel Beckett. Su obra es absurda pero cuestiona la existencia formal del hombre. Esperando a Godot, por ejemplo, describe de buenas a primeras el tedio humano, pero también puede hablarnos de la necesidad de sentido que se experimentó después de la terrible Segunda Gran Guerra. La muerte y el desconsuelo devienen en formas absurdas. Ya no hay proyecto. Tampoco estructuras internas. Este caos intrínseco puede sentirse en sus piezas teatrales. Soledad, angustia, amargura, vacío. Hay muchas formas de narrar el mundo contemporáneo. Muchas maneras alejadas de la compulsión por la fama y el fácil camino de la coyuntura. Hay algunos autores que ahora se cuelgan de este tren y recogen su fortuna. No veo gran diferencia entre los chicos que hablan de libros en Youtube y que se han vuelto estrellas del género y los escritores mesiánicos que narran las desgracias de un momento histórico. He visto payasos haciendo poemas dos o tres días después de la tragedia de la Guardería ABC. He visto payasos posando entre indígenas en una foto. He visto payasos que asumen que hacen la diferencia rebelde por publicar un libro. He visto payasos negarse a entrar a un recinto cultural porque fue elegido un director. He visto payasos con camisetas y banderas. Pero no veo a nadie haciendo bromas o lanzando pastelazos en la cara del sistema. Sólo veo payasos con uniforme. Payasos serios que encontraron su fuente de renovación en la corrección política. Hay un millón de formas de narrar el mundo de mierda en el que vivimos. Y antes que asumir que somos el eslabón perdido de la Revolución, deberíamos echar un ojo a las verdaderas luchas sociales. Los mecanismos de la escritura no son tan complejos como los de una señora que ha pasado toda su vida luchando por los migrantes en la frontera. No hemos asumido bien el papel de la escritura. Deberíamos tener esto claro: un escritor no es un intelectual. Y sobre, todo, no es un salvador de nada. Si la escritura, mediante su tratamiento estético, logra generar ideas en los lectores o los mueve a la reflexión, ya hay una enorme ganancia. Pero de momento, no veo a nadie escribiendo el prefacio del nuevo Cromwell.

KAFKA EN TRAJE DE BAÑO
Autor: Franco Félix
Año: 2015
Género: Crónicas
Nitro Editores.


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