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2116 6 Junio 2016

 

 

Las Elegidas, de David Pablos
Coral Aguirre

 

En cine, el fondo es forma y la forma ideología eficaz
Sergei Eisenstein

Monterrey.- El fin de semana tuve ocasión de ver en la Cineteca de Nuevo León la película “Las Elegidas”, de David Pablos. Escribo desde mi condición de espectadora y también desde mi índole de cinéfila antigua. No soy crítica de cine pero he visto mucho de modo de formar un criterio que abunda en mi acercamiento a las artes en general.

La primera escena en donde los dos chavos hacen el amor auguraba para mí un buen filme. Sin embargo, no pasaron más de algunos minutos cuando pude advertir que el realismo naturalista no sólo se imponía como poética, lo cual no significa desmedro, sino que las secuencias trataban, a la manera de la telenovela, de corroborar los sucesos ya por escenas posteriores o anteriores, a la acción principal. Este procedimiento a lo largo de toda la película redunda en lugar común.

La fábula o historia, relata los avatares de un chavo que se enamora de la muchacha de 14 años destinada a la trata de blancas por su propia familia. Familia cómplice, madre, hermano, el mismo chavo, del padre patrón de la empresa que los enriquece a todos.  Eso es todo. Advertida la anécdota vemos desfilar las escenas y lugares comunes que todos sabemos a propósito de este asunto. 

La técnica cinematográfica es eficaz. Montaje, edición, iluminación. No así la narrativa que  carece de lógica interna. Los ejemplos abundan: un personaje que cumple la función de hacernos creer que la muchacha podrá escapar para lo cual se monta una escena ilusoria, indefinida, donde no sabemos si se trata de una toma que narra el futuro, un flash back y que finalmente se convierte en algo fallido, incongruente, la imaginación ¿ de la chica?, ¿del personaje que intenta ayudarla?; ¿del supuesto novio, quien la llevó a la situación en la que se halla? Vaya a saber. Lo cierto que la anécdota da un giro hacia otro final, que hubiera podido preverse fácilmente si el director no nos hubiera hecho esa trampa.

Puedo pasar por alto los errores de la trama. Lo que a mi modo de ver no se vale, es haber residido en la fábula y no en un tema tan feroz e importante. El relato discurre en la estructura superficial. No hay fuerzas en pugna, ni sociales, ni políticas, ni históricas, ¡ni siquiera psicológicas! Lo que vemos es el discurrir de los amores de un muchacho arrepentido de haber entregado a su novia a la trata acuciado por su familia que vive de ella. Nada más.

Por otra parte la dirección de actores, el trabajo expresivo, la economía y la ausencia  de recursos melodramáticos en el gesto, se agradecen. Lo menos con semejante tema soslayado.

Entiendo que Pablos es un director en ciernes al que le falta acaso la experiencia del dolor. Tiene recursos, visión, se especializa en planos agudos, escorzos sugestivos. Viene fuerte haciendo cine, vale decir, ejerciendo la integridad de la mirada cinematográfica.

Falta que indague, investigue, raspe la superficie de los hechos, se hunda en la red y los laberintos no sólo del interior humano sino de las estructuras del poder y su servidumbre.

Digámoslo pronto, esperamos las novedades que su mirada puede aportarnos.


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