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2124 16 Junio 2016

 

 

Las 10 claves inconfesables de Steve Jobs (II y última)
Eloy Garza González

 

Monterrey.- 6.- Aprende a pivotear: a veces nuestro negocio, o nuestra vida están estancadas o en un callejón sin salida. Las ventas no crecen, la velocidad se ralentiza. Entonces urge repensar el enfoque y el modelo de negocio, sin descartar lo que funciona. La clave está en reinventarse las veces que sean necesarias.

En 1984, Steve Jobs presentó la computadora más sorprendente: Macintosh 128K. Usaba una Interfaz Gráfica de Usuario (GUI) y un accesorio que se llamaba mouse. El spot de TV que lo promocionó fue en sí mismo histórico: una deportista que acaba con un golpe de mazo contra toda la competencia de empresas gigantes y dominantes. Pero la Macintosh 128K fue un fracaso comercial. Jobs no aprendió a pivotear; si el proyecto de Macintosh tardó más de cuatro años de los programados, había que abandonarlo, porque Apple Inc. estaba en crisis. Despidieron a más de mil 200 empleados. Jobs no supo pivotear a tiempo. ¿Pero cuándo virar? ¿Cuándo pivotear? ¿Cuándo es el punto justo? Es el instinto paranoico del dueño del negocio quien lo decide.

7.- No confundas perseverancia con necedad: a su regreso a Apple, en 1997, Steve Jobs entendió que su perseverancia era más bien necedad. Que el futuro de la empresa, en franco declive, estaría en función de abandonar sus comportamiento obcecado y necio. Así, de ser una fábrica de computadoras, Apple se volvió un modelo de tecnología de consumo y creó iPod, iPad, iPhone. Además estaba Pixar, cuya compra y éxito de su primera película Toy Story (1995), le enseñó a Jobs a sacar el máximo provecho a la creatividad de los demás. Dejó de entrometerse en cada línea de mando y le dio libertad creativa a grandes talentos como John Lasseter, animador, o Ed Catmull, inventor del Z-Buffer, que le da profundidad de campo a las animaciones. Catmull escribió en 2014 un libro imprescindible: Creativity Inc. Buzz Lightyear dejó su necedad de no considerarse un juguete sino un astronauta a punto de regresar a su planeta, y comenzó un ciclo de aventuras digitales con el vaquero Woody.

8.- No te apenes, los negocios son para hacer dinero: a los 25 años, Steve Jobs generó su primer millón de dólares. A los 26 produjo 10 millones de dólares. A los 27, su fortuna se incrementó a 100 millones de dólares. Por supuesto que fue un genio de las computadoras y de la tecnología de consumo. Era un obsesionado con la calidad y la elegancia de sus productos: bordes curvados del iPhone, un teléfono sin botones, pero casi en ningún momento de su carrera empresarial olvidó que su meta era producir dinero. En México despreciamos a los millonarios exitosos. Creemos que si alguien tiene dinero lo consiguió explotando a sus empleados, engañando al consumidor. Nuestra cultura demoniza al dinero. Es estatista: el único ente poderoso financieramente debe ser el gobierno. Gran error.

9.- Mata tu ratón: la mayoría de los emprendedores se basan en técnicas de sondeo de consumo. Encuestas de opinión, focus group, estudios de mercado, etcétera. Se trata de adivinar qué necesita el consumidor. La clave consiste en adivinar tendencias, y conseguir a nuestros early adopters. Pero el método empresarial de Steve Jobs era todo lo contrario: imaginaba un producto y luego se lo imponía al consumidor, sin un solo estudio de mercado, sin focus group. ¿Quiere decir que las encuestas de opinión no funcionan? No. Quiere decir que Deng Xiaoping, quien creó el Capitalismo de Estado en China, de 1978 a 1997, tenía razón. “No importa si el gato es negro o blanco; lo que importa es que mate ratones”. No importa si te basas en técnicas demoscópicas, o de lo que quieras, lo importante es dar en el clavo y que tu servicio o producto se venda bien en el mercado.

10.- Sufre tu curva de aprendizaje: solo hay dos tipos de emprendedor, por un lado, el denominado esperma con suerte, por otro lado, el selfmade, es decir, el que se hace a sí mismo. El primero nace de padres ricos y tiene un gran trecho de vida resuelto, al menos en el plano económico. El segundo, el selfmade, tiene su principal ejemplo en Steve Jobs, abandonado por sus padres biológicos, impulsivo, irascible, obsesivo hasta la exacerbación, llorón a lágrima tendida, vengativo y atormentado. Tenía en su cerebro la herida original del emprendedor. Pero supo sufrir su curva de aprendizaje. Los últimos 10 años de su vida descubrió el amor propio, a remar a contracorriente y a saber delegar. En “El libro de Steve Jobs” se le describe acertadamente: “aprendió a mantener la cabeza en su sitio, a luchar acorralado y a correr cuando estaba a campo abierto”. Eso lo convirtió en un genio.


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