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2128 22 Junio 2016

 

 

Cartilla ciudadana
Alejandro Heredia

 

Monterrey.- Nuestro país es un mosaico lleno de colores y matices, climas y subclimas, certezas y contradicciones. Es imposible hablar de una identidad nacional que provenga del derecho natural.

Porque los símbolos identitarios han sido construidos artificiosamente, dentro de la lógica del mestizaje cultural y religioso, con los rasgos autoritarios pautados desde el nacimiento político de los pueblos originarios y de la época colonial.

La ciudadanía, concepto construido a través de los siglos, cocinado bajo el canon más liberal, depende para su articulación máxima de un Estado el cual tenga una sabiduría salomónica (cosa bastante difícil), y de unos ciudadanos que se hallen en disposición de participar en los asuntos del Estado.

Afirma Francisco Venegas, que el concepto de ciudadanía implica un estatus jurídico, la cual no solamente consiste en dotar de capacidad de ejercicio a las personas para poder manejar su dinero y contraer obligaciones, sino también para intervenir en política (activa o pasivamente), generalmente adquirida por el hecho jurídico de cumplir determinada edad.

Sin embargo, tal situación no se queda en la clave jurídica, sino que con el libro Cartilla ciudadana (Silvia Conde Flores, et al., 2015, FCE) se realiza una vinculación imprescindible, entre los derechos de la ciudadanía con los problemas más tangibles que enfrenta México en la era post-restauración en la presidencia del revolucionario institucional.

Llegamos a un momento en que no basta la enumeración de los derechos fundamentales expresados constitucionalmente, en los tratados o en los principios del derecho; sino se expone en el libro coordinado editorialmente por Enrique Florescano, “el ABC de los derechos y deberes del ciudadano, centrado en los puntos esenciales de la ciudadanía, que frenan su desarrollo y la vuelven frágil, inoperante, subvertida y sin aplicación efectiva; pero también es un alegato lúcido y objetivo de las resoluciones que hay que tomar para fortalecer la democracia y los derechos humanos, para hacer del ciudadano un actor activo, participativo y efectivo”.

El aterrizaje que tiene el texto, articulando la realidad con los derechos fundamentales, llega en un momento muy delicado, donde se percibe una crisis en el Estado, la cual arrastra no solamente asuntos vinculados con los derechos humanos –todo está vinculado con los derecho humanos, algunos se quejan–, como también con la erosión de las instituciones democráticas.

Este libro-denuncia, observa que las instituciones democráticas que se han venido construyendo, no han podido satisfacer al conjunto de la ciudadanía, quizá una explicación más ante el vacío político que ha producido la partidocracia, los escándalos de corrupción y la desigualdad económica.

La Cartilla ciudadana es un texto necesario, ante tanta desesperanza que nos plantea la política profesional.

* Cartilla ciudadana / Silvia Conde Flores, José Luis Gutiérrez Espíndola, María Concepción Romo (2015); coord. Enrique Florescano; pról. de Luis Gerardo del Valle Torres; México: Fondo de Cultura Económica.


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