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2136 4 Julio 2016

 

 

Transición pactada o ruptura, I
Daniel Salazar

 

Monterrey.- Las marchas y protestas contra la “reforma educativa” continúan en ascenso y se extienden más allá de los estados que les dieron origen. El movimiento magisterial es ya un foco de interés nacional e internacional.
                                                                                                                              Con todo, Peña Nieto -lerdo e incapaz- mantiene obcecadamente la política que su gobierno neoliberal acordó –ya no con el pueblo de México- sino con intereses particulares que financiaron y respaldan su mandato: “Ni la reforma educativa ni ninguna otra ley está sujeta a negociación’’ -dijo-.
Esta declaración, junto a la amenaza de Osorio Chong de que “el tiempo se ha agotado”, no son suficientes para desmoralizar un movimiento como el de la CNTE que siempre está en alerta. Y es que escenarios como el de Nochixtlán, Ayotzynapa y el de la misma APPO en 2006, les ha dejado muy en claro cuál es la naturaleza del Estado mexicano.

La represión Estatal desatada contra el magisterio, reclama en voz de Chong, su legitimidad cual facultad exclusiva. En claro intento por frenar la solidaridad con la lucha que se expandió entre las comunidades, el gobierno amenaza nuevamente pues prevé que en la memoria colectiva del pueblo oaxaqueño, muy probablemente se mantenga viva la experiencia de 2006 en la que el “fantasma” de La Comuna de Oaxaca pudiera regresar y reconstruir barricadas retomando el camino de la auto organización del pueblo...

Pero en aquel 2006 ocurrió otro hecho que --gracias al auxilio de una publicación reciente de Edgard Sánchez-- nos parece oportuno mencionar ahora y relacionarlo con los tiempos que transcurren: “Al mismo tiempo que en Oaxaca se desarrollaba la lucha de la APPO exigiendo la renuncia del gobernador Ulises Ruiz, en la Ciudad de México Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial, organizaba un mega campamento en el centro histórico, en protesta por el fraude electoral que impondría a Felipe Calderón como Presidente de la República. Ambos movimientos se mantuvieron con gran fuerza solo que en forma paralela en la Ciudad de México y en Oaxaca, sin encontrar nunca las formas de unidad de lucha contra el poder político del país”.

En aquel entonces, el PRI no podía permitir la caida de Ulises Ruiz y advertía al presidente Fox que si esto acontecía, el siguiente en caer sería Felipe Calderón, pues no podría asumir como nuevo Presidente.
Finalmente los dos movimientos no encontraron unidad y, a fines de noviembre, una brutal represión en Oaxaca aplastó a la APPO y mantuvo a Ulises Ruiz en el cargo. Días después, el 1 de diciembre, la mayoría legislativa de PRI-PAN y un sector del PRD, impondrían a Calderón en la Presidencia.

Hoy en día, diversos movimientos de resistencia contra el neoliberalismo en México caminan igualmente en forma paralela y sin una perspectiva común. El mismo López Obrador, con su nuevo partido –Morena- que en las elecciones 2015 y junio del 2016 chantajeó y presionó a movimientos sociales (incluido el de profesores) pretendiendo subordinarlos a su proyecto electoral, no guardó ni guarda respeto mínimo, a quienes en general, insistieron e insisten correctamente en mantener la independencia política de sus movimientos y organizaciones con respecto de todos los partidos institucionales.

En 2015, AMLO acusó a la CNTE y otras organizaciones sociales en los estados del sur (Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán, principalmente), de favorecer a la derecha --al PRI y al PAN—pues no se alineaban con la propuesta electoral de Morena y sí en cambio impulsaban el boicot electoral.
A un año de distancia, AMLO parece dar un giro a su política pues, como se sabe, convocó a la realización de una gran concentración en la Ciudad de México “en solidaridad con los profesores, contra la reforma educativa y por la libertad de los profesores presos…”.

Es solo que en 2012, como en 2015 y 2016, “la pretensión de AMLO ha sido la de llevar las luchas sociales por la ruta institucional, llamándolas a votar por él o por Morena y, en todo caso, ofreciéndoles algunas candidaturas, pero nunca la de apoyar la movilización concreta –por ejemplo de los maestros- que, con sus bloqueos, barricadas, paros, huelgas… es señalada por el gobierno y la policía como ilegal”. Y qué decir de las movilizaciones del SME en las que miles de trabajadores perdieron su centro de trabajo.

Más aún, en la mega concentración convocada por Morena el pasado 26 de junio en la Ciudad de México, AMLO hizo un planteamiento polémico al que Almeyra calificó de “suicida”. Propuso a Peña Nieto reorganizar su gabinete y abrirse a un “gobierno de transición” para asegurar que las elecciones presidenciales de 2018 se lleven en orden y para poder salir de la crisis actual. Es decir, lanzó abiertamente una propuesta de conciliación que reconozca la transición del gobierno hacia una presidencia que, se sobreentiende, sería encabezada por el propio Obrador.
Aquí como antes, AMLO vuelve a pretender utilizar al movimiento social para ofrecer una negociación.

Con todo, la crisis del sistema continuará pese al ofrecimiento de Obrador. No se ve a corto plazo por dónde pudiera surgir un periodo de estabilidad política pues se trata de una severa crisis de legitimidad, reabierta con los crímenes en Ayotzinapa, que el régimen político no puede cerrar ni superar.

[Continuará...]


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