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2138 6 Julio 2016

 

 

ANÁLISIS A FONDO
Tiempo por Miedo
Francisco Gómez Maza

 

Ciudad de México.- Yo creo que ni masacrando al movimiento magisterial  opuesto a la llamada reforma educativa, podrá ser parado. Se desataron los demonios y, como decíamos ayer, el mal humor social se convirtió en un encabronado encabronamiento en todos los sectores de la sociedad mexicana, inclusive entre los empresarios.

Las manifestaciones de descontento, los plantones, los retenes en las carreteras se han multiplicado, aunque se han suavizado. Ya no sólo son los maestros, los padres de familia, y amplios sectores de la sociedad que mantienen la lucha en Chiapas y en Oaxaca, donde los propagandistas oficiales, siguiendo las lecciones de Goebels, han manejado una sarta de mentiras en cuanto a presuntos desabastos de gasolina y productos de primera necesidad.

En Chiapas, sin embargo, ningún vehículo ha dejado de circular y ninguno de las clases medias ha dejado de comer tres veces al día. Los más pobres de los pobres históricamente sólo comen una vez y su menú son tortillas, frijoles, chile cuando mucho. Carne ni pensarlo.

Y ya no es sólo Chiapas y Oaxaca en donde el movimiento magisterial se ha convertido en una explosión social en la que participan los trabajadores de la salud, los universitarios, los llamados fieles del “Pueblo Creyente” y los sacerdotes católicos y de todas las confesiones cristianas. Tendrían la Policía federal (o los soldados del ejército) que disparar inmisericordemente contra todo lo que se mueva. Pero no sólo en aquellos estados, sino también en Guerrero, Michoacán, Chihuahua y Nuevo León, estos dos últimos que se han agregado a las manifestaciones de descontento. Y como la exigencia de justicia cunde pues en breve, no le auguro mucho tiempo, el país estará ardiendo y no diga que mi boca se haga chicharrón.

Y es que no estamos en 1968, cuando por sus güevos, el presidente Gustavo Díaz Ordaz salvó la celebración de las Olimpiadas masacrando a pueblo y estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas. Y ese trompo difícilmente se lo echará a la uña Peña Nieto, que es observado por todos los mexicanos, por todos los latinoamericanos, por el populista de Barack Obama y por el Maestro Justin Trudeau. Y el pueblo mexicano que ya perdió el miedo, como lo dijo el famoso Subcomandante Galeano, del EZLN, en un comunicado que publicamos este martes en analisisafondo DIARIO (http://analisisafondo.com/politica/nacional/item/22545-manifiesta-el-ezln-su-apoyo-econ%C3%B3mico-al-movimiento-del-magisterio-democr%C3%A1tico.html): “Si allá arriba se agotó el tiempo, acá abajo lo que se agotó es el miedo”, refiriéndose a las envalentonadas advertencias que hace unos día lanzó el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong frente a los bloqueos, retenes y manifestaciones que ha habían “hecho perder miles de millones de pesos” a los comerciantes y mantenían un criminal desabasto para las familias de arriba para abajo, lo que es una reverenda mentira.

Los zapatistas en su comunicado lo dijeron tan claro como el agua y tal alto como los Pinos (abetos) de los Altos de Chiapas: “Se ha desnudado, una vez más, el carácter del Estado en México: en lo que se refiere a la llamada “Ley 3 de 3”, en cuanto los capitalistas les chasquearon los dedos, todos los poderes institucionales corrieron a corregir lo que no era del gusto de su amo.  No conformes con saber que mandan, los grandes señores del dinero mostraron, a quien quisiera verlo, quién decide realmente. Desde el Ángel de la Independencia (para así burlarse de lo que representa), con trajes y corbatas de marcas exclusivas, un puñado de amos se manifestaron para así dar una clase de política moderna.  “Nosotros mandamos”, dijeron sin palabras, “no nos gusta esa ley.  No necesitamos poner muertos, ni hacer marchas, ni recibir golpes, humillaciones, cárcel.  Tampoco necesitamos manifestarnos. Si ahora nos mostramos es sólo para recordarles a todos los políticos cuál es su lugar, a los que están en el gobierno y a los que aspiran a gobernar. Y a la prole, bueno, sólo para que se dé cuenta de cuánto desprecio nos provoca”.

Después pasó lo que pasó: la legalidad del sistema (quienes la fabrican, quienes la ejecutan y quienes la sancionan), mostró su verdadera razón de ser: en unas cuantas horas, las “instituciones” gubernamentales se atropellaron para pedir disculpas y buscar cómo remediar el enojo de los grandes señores. Como capataces prestos a servir a los amos, los gobiernos se postraron y maniobraron para que la ley se adecuara a los designios del sistema. “Ni siquiera la leímos”, tartamudeaban los legisladores mientras hacían reverencias y se disculpaban servilmente.

Pero en cuanto el magisterio en resistencia, y las comunidades, movimientos, organizaciones y personas que lo apoyan, demandaron la abrogación de la reforma educativa (en realidad es sólo la plataforma para la precampaña presidencial del aspirante a madrina judicial, Aurelio Nuño), el gobierno y sus amos se dijeron dispuestos a todo (es decir a usar la fuerza) para defender “la legalidad”.  Con aire más histérico que histórico, remarcaron que la ley no se negocia. Y lo declararon apenas unas horas después de que se humillaron frente al poder del dinero… para negociar la modificación de una ley.

No les importó insistir en la arbitraria imposición de una reforma educativa que ni siquiera han leído. Bastaría que le dieran una lectura atenta para que se dieran cuenta que de educativa no tiene nada. No deja de ser patético que la clase política, y medios que la acompañan, digan que defienden la institucionalidad, las leyes y la justicia, mientras se exhiben impúdicamente.

En junio la lección de arriba ha sido clara y cínica: en México el capital manda, y el gobierno obedece.

Las lecciones de abajo.

Por su lado, las maestras y los maestros agrupados en torno a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), así como las familias y comunidades que los apoyan, han dado también clases en las calles, caminos y carreteras del México de abajo. En unas cuantas semanas han desmontado toda la escenografía construida por la clase política, después de varios años y mucha paga, para disfrazar, bajo el nombre de “Pacto por México”, la nueva guerra de conquista que se sintetiza en las llamadas “reformas estructurales”.

El digno movimiento de resistencia magisterial ha puesto también en evidencia la profunda descomposición de las instituciones gubernamentales federales, estatales y municipales. La corrupción, la ineficacia y la torpeza gubernamentales ya no se pueden ocultar detrás del maquillaje que, serviles, proporcionan los medios de paga y las redes sociales manipuladas con la misma impericia con la que gobiernan.

Para tratar de manipular el “mal humor” social y dirigirlo contra el magisterio democrático, gobiernos y grandes medios de comunicación de paga, montaron una impresionante (e inútil) campaña de calumnias y mentiras: los pobres no tienen gasolina, cerveza, trago, dulces y golosinas, pan de caja, y el olote molido que se vende como “harina de maíz”.  Y la culpa es de los maestros. Pero no porque se inconformen, sino porque no son grandes propietarios.

Al menos en Chiapas, el supuesto desabasto de gasolina no fue sino una descarada especulación de los empresarios del ramo, que sabían que el precio subía el viernes y desde el martes empezaron a correr el rumor, en redes sociales, de la escasez. En las gasolineras, curiosamente, sólo había el combustible llamado diesel, que es el que no subiría de precio. Los despachadores dijeron que sí había, pero “el patrón dijo que racionáramos y luego que pusiéramos los letreros de que no hay. Y también le metieron mano a las bombas, así que los litros no fueron litros sino menos.  Pero eso ya es de antes, aunque no haya bloqueos”.

Del mismo modo, la escasez de alimentos y productos perecederos se dio sólo en los grandes supermercados. En los mercados populares continuaban ofreciéndose frutas, legumbres, maíz, frijol, arroz, carne, huevos, sin que se hubieran aumentado los precios. Cierto, empezaron a escasear productos como bebidas gaseosas embotelladas, cigarros, cervezas y licores, así como lo que se conoce comúnmente como “comida chatarra”.

Los “intereses de terceros” a los que se refiere el gobierno cuando dice que son afectados, son nada más y nada menos que los intereses de las grandes empresas del capital comercial.

Mientras gobernantes, medios y redes sociales que los acompañan, se desgañitaban diciendo que el movimiento magisterial era sólo en los estados más pobres, cuyo retraso social es culpa, claro, de la CNTE, ocurrió que, en Monterrey, Nuevo León, miles de maestras y maestros tomaron, no una sino varias veces, las calles del otrora cubil del gran capital nacional, y demandaron la abrogación de la reforma educativa.

Cuando el magisterio en resistencia decidió abrir los bloqueos a autos particulares, transporte público, pipas y transporte local, pero no a los transportes de las grandes empresas, los capataces rugieron furiosos, amenazaron y exigieron que sí dejaran pasar las mercancías que alimentan al gran capital, aunque no transitara “la plebe”.

Pareciera que este movimiento es imparable. O usted qué cree. Puede estar a favor o en contra del magisterio, pero no podrá negar que detrás de los maestros está el pueblo irritado, encabronado por la pobreza, la miseria, el hambre, la injusticia, el saqueo del Erario, la altanería de los políticos, la corrupción y la impunidad.

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