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2147 19 Julio 2016

 

 

Por una reforma educativa necesaria
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Desde el 24 de febrero pasado, el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, recibió en su oficina una carta pública elaborada por un grupo de 300 especialistas del Congreso de Investigación Educativa.

La carta inició con solamente una firma, la de Manuel Gil Antón, profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, y ahora cuenta con el apoyo de 8 mil 975 firmas de profesores, académicos, investigadores y ciudadanos, firmas que van en aumento vía internet.

A la carta se anexó un paquete de 858 hojas con miles de comentarios en torno a las razones por las cuales se adhieren a su contenido y por su importancia nos permitimos transcribir la misiva titulada “Por una reforma educativa necesaria y respetuosa para el magisterio”, dirigida a la sociedad mexicana, a los maestros y maestras del país y al titular de la SEP.

“Nosotros, participantes del XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa, celebrado en la Ciudad de Chihuahua entre el 16 y el 20 de noviembre de 2015, expresamos:

1.- México necesita de manera urgente una profunda transformación de su sistema educativo como condición indispensable para un futuro con equidad e inclusión social, que garantice el derecho a una formación intelectual sólida y fortalezca la generación de una ciudadanía crítica y solidaria.

2.- La reforma emprendida por la actual administración carece de un proyecto educativo que la guíe y le de sustento. Se reduce a un conjunto de modificaciones legales para la administración del sistema escolar. Se limita a regular las condiciones laborales del magisterio, a través de procedimientos de evaluación que, lejos de contribuir a la mejora docente, conforman un aparato abigarrado de control y vigilancia al que son sometidos, de manera vertical y autoritaria, las y los profesores en nuestro país.

3.- Los cambios se realizaron sin la participación ni la consulta debida a los maestros. Se les concibe como objetos y no como sujetos y actores imprescindibles en la transformación requerida. La reforma se ha fincado en la estigmatización del magisterio. Con ello, no sólo se perdió al actor principal de cambio en los procesos educativos, sino que se le desautorizó socialmente y se le condujo a una situación límite: someterse o perder el empleo.

4.- Además de tener un carácter punitivo, los criterios rectores y las prácticas de evaluación son imperfectas y poco confiables. El apresuramiento en su diseño y construcción han impedido una validación adecuada de las pruebas y existe una gran improvisación en la capacitación de evaluadores. En suma, no se garantiza una evaluación confiable y en cambio se ponen en juego las condiciones de vida de cientos de miles de maestras y maestros.

5.- Consideramos que ni la violencia ni la administración selectiva de la justicia con fines políticos, son formas adecuadas para resolver la gran polarización que ha provocado la reforma gubernamental, ni permiten atender las profundas necesidades educativas de nuestro país.

Lo que está en juego es vital para México. No es válido que la prisa, el prejuicio o la arrogancia pongan en riesgo un proceso tan importante como es la educación de las niñas y los niños. Hay que sustituir el ruido y la amenaza con espacios para el debate, el diseño concertado y la negociación de los caminos por los que ha de transitar la renovación de la educación mexicana”.

Han transcurrido cinco meses de la entrega de la carta y es fecha que los firmantes siguen esperando respuesta y quizá así seguirán…

Las razones expuestas en la carta coinciden con los planteamientos del movimiento magisterial de Nuevo León y son argumentos suficientemente sólidos para demandar la abrogación de la reforma educativa por anti-constitucional y lesiva para las y los trabajadores de la educación.

Es necesario que la reforma educativa sea rediscutida y reelaborada, pero a partir de su derogación, ya que está fracturada desde sus cimientos. Como lo advierte Gil Antón, es una reforma que no se puede salvar, ya que sus artífices construyeron un culpable: el maestro, e inventaron una receta: la evaluación, para poder legitimar su reforma y controlar al magisterio.

Por ello, la demanda central del magisterio nacional de derogar la reforma no es radical, ni extremista; es la razón contra la sinrazón.


 

 

15diario.com