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2227 8 Noviembre 2016

 



Election Day in USA
Araceli Collazo

 

Monterrey.- En julio de 2007 tuve la fortuna de conocer y dialogar momentáneamente con quien se convertiría en nuestro presidente en los Estados Unidos por los siguientes 8 años: Barack Obama. En ese tiempo, yo trabajaba para el National Council of La Raza, la asociación no-gubernamental de derechos civiles más grande de los Estados Unidos. Parte de mi trabajo estaba enfocado en apoyar al componente de educación y parte a las oficinas legislativas en Sacramento, California.

Ya he contado en el pasado esta historia, pero ahora con laselecciones de este 8 de noviembre, en medio de lo que pareciera este proceso electoral, a diferencia de otros años, un acto desconcertante, cómico, circense, lo siento relevante.

Ese verano de la precampaña, yo fui afortunadamente asignada para viajar a Miami, en Florida, al Centro de Convenciones, donde se llevaría a cabo la conferencia anual de la organización. Fue una experiencia maravillosa y enriquecedora en tantos sentidos. Conocí a mucha gente, incluyendo a Elvis Crespo, en una fiesta privada en Bongos Cuban Cafe de los Estefan; a Luis Fonsi y otros artistas. Pero a nivel trabajo, fui, aparte del evento de Obama, staff de un mega evento (por cierto, dedicado a la misma Hillary Clinton, quien competía desde aquel entonces con Obama). 

A Hillary le asignaron un enorme salón, un elegante almuerzo, una fabulosa banda de música en vivo, con todos los medios impresos y televisivos imaginables; a diferencia de Obama, a quien le asignaron un pequeño salón, cero producción, ni almuerzo y muy pocos medios. La diferencia entre uno y otro, fue tan clara. El reflejo de la falta de fe en un candidato a quien no creían que llegaría jamás a la presidencia. La historia, sin embargo, se escribió de otra manera. Y yo fui parte de ella.  Ocho años después (increíble cómo pasa el tiempo), nos vemos en esta situación. Momento decisivo en nuestra historia.

Aquella tarde, luego de su apasionado y franco discurso, gracias a mi conexión precisamente con E.P Neiley (en aquel entonces jefe de seguridad del centro de convenciones), pude acercarme lo suficiente a nuestro aún presidente, Barack Obama, para dialogar.  A mi lado, haciendo fila, se encontraba también la reportera Teresa Rodriguez, quien trabaja para Univisión desde que yo era niña. Juntas con otras pocas afortunadas personas, esperábamos pacientes nuestro turno.

Barack Obama tenía y tiene un aura enorme, un encanto peculiar, una incomparable elegancia, una claridad mental, pero sobre todo una definida “humanidad”.  Conmigo y con todos fue amable, atento, excelente escucha, pero sobre todo le percibí una real sinceridad. Él ha sido congruente hasta la fecha, en mi opinión, en su forma de abordar a su gente, su público y seguidores. Sé que él ha hecho lo que ha podido. 

La pasión que transmitió esa tarde en su charla, desde un pequeño pódium que le asignaron, entró hondo en mi corazón y mi entusiasmo se desbordó.  Por ello fue que E.P Neiley, al verme desde otro extremo del salón. me dijo con una enorme sonrisa: “There’s an Obama fan! Do you want a picture with him?”  Es decir, que ahí veía una fan de Obama, que si quería una foto con él. Yo solo sonreí literalmente de oreja a oreja, asintiendo.

Como ciudadana mexicoamericana, oscilando siempre entre dos mundos, dos realidades, me siento profundamente afectada por lo que veo en este proceso electoral, sobre todo estando fuera de los Estados Unidos, afectada sí, por lo que veo a nivel sociopolítico, ecológico, económico, pero más que nada me refiero a lo que veo que nos sucede como “humanidad”, que a fin de cuentas es todo lo previamente mencionado.

¿Humanidad? ¿Cuál? ¿Dónde como cultura o sociedad hemos mejorado desde hace miles de años hasta ahora? Los procesos políticos, electorales actuales son reflejo de ello. Podrán pasar miles de años más y seguro seguiremos en lo que parece una involución, regresión en vez de expansión.  Si esta especie sobrevive, ¿cómo nos estaremos viendo hacia atrás en esta historia al pasar los próximos cuatro años y más allá?

Ni entonces ni ahora, Hillary (menos el otro) y sin embargo podría decirse que de los males ella es el menor.  Yo puedo fácilmente creer en esa teoría de que el mandril que aspira a ser presidente, fue solo puesto ahí para en verdad asustar tanto a los ciudadanos de USA y el resto del mundo, para hacer de Hillary la mejor opción. Es decir, para garantizar así su llegada a la Presidencia. Suena muy loco, pero en estos medios sabemos que todo es posible. 

Desde mi punto de vista, desde que Hillary era primera dama mostraba señales de querer dirigirse a la presidencia, no es secreto; y aun sin ser para mí la mejor opción, el enorme cambio y despertar a otra conciencia que puede generarse si ella como mujer llega a la presidencia, será de alguna forma similar a como lo fue Obama. Pero eso sí, nadie, jamás como Obama.

No puedo negar que siento tristeza por la comunidad americana, es decir, por mí misma, mi familia, por esa tierra que según yo y muchos, fue creada para ser una plataforma, el hogar, con una hermosa efervescencia multicultural, donde pudiéramos humanos de todas las razas y orígenes coincidir, ser, crear, vivir, existir y cohabitar más allá de todo. Más allá de credos o convicciones políticas. Más allá de nuestras historias. Una tierra firme, libre.  “The Land of the Free. The Home of the Brave”. Eso debería ser USA, eso proclama y declara nuestro himno nacional.

En ratos me descubro sosteniendo el aliento, pero sin miedo, más bien con asombro. Aguardando el 8 de noviembre, para ver cómo es que habrá (habremos) decidido la población estadounidense. ¿Cuál será nuestra realidad política, social, económica por los próximos 4 años?

¿Qué nos depara el futuro como país en los Estados Unidos? ¿Como comunidad? ¿Como raza? ¿Qué nos espera a quienes convivimos y existimos en ambos lados de la frontera? ¿Qué será del resto del mundo? ¿La humanidad?

Ya sé, ya sé. Peco de naive. Pero creo que al final, lo que tiene que ser será y lo que sí podemos hacer, aparte de votar –o no– y estar al tanto, como individuos, y en colectivo, es enviar no solo a quien llegue a ocupar ese puesto, sino también hacia toda la humanidad, nuestras mejores intenciones, para que ya sea la “pera” o la “manzana” quien nos gobierne; y esa persona estando ya en el poder, tenga la visión y sensibilidad a fin de cuentas, para hacer lo mejor, no solo para un país, sino para todo el mundo. 

Hay poder de transformación en las intenciones colectivas.

 

 

15diario.com