DISPARATES
República bananera
Armando Hugo Ortiz

Monterrey.- Estados Unidos siempre se ufanó de su sistema de gobierno. Pregonó como modelo de exportación sus instituciones democráticas, en particular el sistema electoral. Las repúblicas de América Latina siguieron su ejemplo, con gobernantes elegidos en las urnas, según el prototipo occidental; pero a veces los electores ignorantes se “equivocaban”, y se requería remediar el entuerto.

La Unión Americana alentó a los militares para descabezar gobiernos. Chile y el asesinato de Salvador Allende son los ejemplos más dramáticos. En caso extremo no se dudó en la invasión militar directa, como en Panamá y Grenada.

Cuba fue el único país latinoamericano que no se doblegó: sufrió estrangulamiento económico, sicarios para liquidar a Fidel, envío de contrarrevolucionarios desde Miami, incluso amenaza de bombardeo nuclear. Resistió todo tipo de embates.

Con el derrumbe del socialismo soviético se decretó el fin de la historia, el sistema de la democracia occidental como en Non plus ultra. El islamismo se consideró como un tumor, fácilmente extirpable.

Pero surgió el populismo-proteccionismo. Ahora los politólogos de todas las corrientes ideológicas coinciden en que la población de Estados Unidos ahijó al tumor llamado Donald Trump, cuyas consecuencias serán apocalípticas.

Se le achaca tal desaguisado a la población blanca de clase media y pobre, runfla de patanes incultos, borrachos y drogadictos.

Ellos se “equivocaron” y urge el remedio. Nada importa si fueron inmortalizados por escritores como William Faulkner, en sus novelas.

Ya se habla de que Trump no llega al fin de su mandato, será destituido por medio de un juicio político, un impeachment, promovido por los legisladores demócratas, con el apoyo de algunos republicanos renegados.

Si acaso no funciona, ¿estarán dispuestos los enemigos de Trump a enviar un sicario de la mafia para asesinarlo como Kennedy, o alentar a los militares a un golpe de estado?

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