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2328 29 Marzo 2017

 

 

El murciélago Velázquez
Eligio Coronado

 

Monterrey.- El vuelo del murciélago podría definirse como el homenaje de una leyenda para otra leyenda: la leyenda de la crónica luchística en Nuevo León, don Andrés Pérez Sustaita, honra a la leyenda de los encordados mexicanos, don Jesús Velázquez Quintero, «El Murciélago Enmascarado». Dicho de otro modo: en este libro confluyen dos leyendas.

Don Jesús Velázquez (Dolores Hidalgo, Gto., 1910 -Ciudad de México, 1972), más que un luchador profesional, fue todo un personaje que se distinguió en diversas facetas: deportista, escritor, actor, cantante, compositor, maestro, filósofo, herbolario y políglota precoz: “yo entonces tenía once años y medio y traducía griego, latín, hablaba hebreo, sánscrito (…). Y así comencé a ganar dinero, enseñando latín, y sánscrito, francés y ruso” (p. 41).

Pero eso era sólo parte de la leyenda: también amaestraba víboras, comía carne humana, fue el primer luchador mexicano enmascarado (1938, debutando contra Jack O’Brien y “¡lo hizo pedazos”, p. 6), ganó el campeonato nacional de paseo medio y el mundial welter, le sacó un ojo a un rival (Merced Gómez), lanzaba murciélagos al público, durante seis años dio clases de filosofía, exégesis e historia sagrada en la Acción Católica y obtuvo premios por sus películas (Luciano Romero (1960), El duende y yo (1961), Tlayucan (1962), Yo, el valiente (1964), El mal (1966), La maestra inolvidable (1969), Furias bajo el cielo (1970), Mexicano hasta las cachas (1979), Santo contra los jinetes del terror (1970), Los tales por cuales (1965), El Señor Tormenta (1963), El mundo de los vampiros (1961), Las lobas del ring (1965), etc.).

¿Y es cierto que comió carne humana?: “el tren de patio agarró un camión cargado de rancheros, lo destrozó y le cortó la pierna a uno. (…) Entonces vi (…) un trozo de carne tirada ahí; con un periódico la levanté (…). Lo puse en la bolsa de la chamarra (…). Cuando llegué sentí hambre (…). Y que saco el pedazo de carne aquel y que lo frío (…), le puse sal, agarré una tortilla y me lo comencé a comer” (p. 45-46).

Don Jesús Velázquez, hombre de múltiples virtudes y sensibilidad extrema, también se batió contra la filosofía: “los cementerios se encuentran repletos de gente que se creía indispensable” (p. 27), “todos tenemos lo suficiente, si se hace cuentas de lo que se tiene y no de lo que se carece” (p. 65), “los avaros atesoran dinero como si fueran a vivir eternamente y los espléndidos lo gastan como si se fueran a morir mañana” (p. 27).

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* Andrés Pérez Sustaita, comp. El vuelo del murciélago. Jesús Velázquez Quintero. Monterrey, N.L.: Lucha por la Cultura / Oficio Ediciones, 2017. 70 pp., Fot.

 

 

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