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MOVIMIENTO 2010: POR LA REFUNDACIÓN DE MÉXICO

El país se encuentra en una hora decisiva: o los ciudadanos patriotas y progresistas nos movilizamos para transformar de raíz las instituciones del Estado, corregir el rumbo de la vida pública y recuperar la viabilidad de nuestra nación, o el caos al que ya nos enfrentamos se profundizará de manera irremediable y el daño ocasionado será irreparable. Por eso te invitamos a que, sin violencia, con inteligencia, nos levantemos, nos auto-organicemos y nos unamos todos en este Movimiento 2010 por la Refundación de México.

mov2Ciudadanos preocupados por lo que está pasando en nuestro país, convencidos de que los resultados de las elecciones del 5 de julio, por sí mismos, no modifican sustancialmente la dirección desoladora por la que se ha encaminado México, creemos que para lograr modificar el curso de los acontecimientos en un sentido diferente, positivo, es necesario que hagamos más, mucho más de lo que hemos hecho hasta ahora.


DECLARACIÓN

En la ruta actual México no tiene futuro. Al estancamiento económico y el desempleo crónicos de los últimos 27 años, se ha venido a sumar el desplome del sistema económico y financiero mundial, que ha golpeado con particular crudeza a México por la criminal dependencia económica que los neoliberales nativos han fomentado con Estados Unidos, la Unión Europea, y algunos países de Asia, en beneficio de unos cuantos monopolios “nacionales” y foráneos.
 
La irracional estrategia económica aplicada por los últimos cinco gobiernos, ha sumido en la pobreza a la mayoría de la población de las ciudades y del campo, ha destruido la industria nacional y la producción rural, ha convertido a México en un país que importa del exterior casi todo lo indispensable para sobrevivir, y que se limita a exportar mano de obra, petróleo crudo, maquilas y droga.

La ineficacia del mal gobierno ha extendido la crisis a prácticamente todos los ámbitos de la vida de las personas. El país sufre gravísimos problemas sociales, de seguridad, ambientales, políticos, educativos, sanitarios, alimentarios, energéticos, culturales, tecnológicos, de comunicación... más una larga lista de etcéteras.

La descomposición del poder público es profunda y generalizada. El Estado mexicano, en su forma actual, ha sido infiltrado por mafias trasnacionales del crimen organizado, y ha sido sometido a intereses imperiales de gobiernos y corporaciones extranjeras. Por lo mismo, es ya un Estado incapaz de dar seguridad a los ciudadanos, un Estado sin legitimidad, que le teme a la democracia, que no tolera las opiniones divergentes, que no tiene ya el control sobre su territorio, un Estado que no genera desarrollo económico y social, que no respeta el sufragio, que no se somete a sus propias reglas, que ha tomado partido por unos cuantos. En suma, es un Estado que no representa la voluntad popular.

Además de ser el rasgo más repugnante de la oligarquía actual por el cinismo con el que ya se ostenta, la impunidad es el lubricante que asegura el funcionamiento del vasto sistema de corrupción y complicidades que corroe transversalmente a los tres poderes del Estado y a la élite dominante: ¿Cuántos juicios políticos a funcionarios han quedado pendientes en el Congreso de la Unión? ¿Cuántos funcionarios corruptos han ido a la cárcel por las gestiones que “en beneficio de la sociedad” desempeña la Secretaría de la Función Pública? ¿Cuántos más por las malversaciones detectadas por la Auditoria Superior de la Federación? ¿A cuántos empresarios y banqueros han castigado la Procuraduría Federal del Consumidor o la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros? ¿Cuáles son las repercusiones reales de los señalamientos criminales entre ex presidentes? ¿Cómo nos defendemos de las trapacerías del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación o del Instituto Federal Electoral?

De manera acelerada, estamos transitando de un Estado de excepción basado en el control policiaco-militar de los territorios y los ciudadanos, a un Estado con rasgos abiertamente fascistas en el que, al uso indiscriminado de la fuerza y la violencia, se agrega el fanatismo económico y la manipulación descarada de la población a través de los medios de comunicación masiva, la diseminación de la intolerancia, la exclusión y el racismo de todo tipo. En lugar de promover la concordia, el bien común y la convivencia pacífica, el grupo en el poder, a través de la televisión y el radio, ha venido alimentando la división, el enfrentamiento y la discordia entre los mexicanos.

Como estrategia para recuperar nuestra seguridad, la llamada “guerra contra el narco” ha demostrado ser un rotundo fracaso. Violenta en extremo, esta guerra, el gran orgullo de Felipe Calderón, ha costado cerca de 3 mil muertos en 2007, casi 6 mil en 2008, y en 2009 acumulará entre 8 y 9 mil asesinados más. Se trata de una guerra entre los poderosos que a dentelladas se pelean trozos de país. Pero es también una guerra contra todos nosotros, los que sufrimos la zozobra de la violencia desatada, los secuestros, los asesinatos, el tráfico de niños y mujeres inocentes. La otra cara de la guerra contra nosotros, la más perversa, es la que se escuda en la demagogia de la “lucha contra la inseguridad” e irrumpe violentamente, cada vez con mayor frecuencia, para contener las manifestaciones de inconformidad del pueblo: todos los días la prensa libre reporta casos de represión, agresiones y asesinatos hacia movimientos y personas inconformes con el estado de cosas prevaleciente.

La dignidad del país está siendo vulnerada como nunca antes. México no se merece un destino así. No podemos permitir tal envilecimiento de la vida pública y tal deterioro de la vida cotidiana. Es necesario que pongamos un ¡hasta aquí! terminante, que gritemos un ¡ya basta! definitivo, y que, sin violencia, con inteligencia, refundemos la República.

Empecemos por impulsar la ejecución de un Plan que incluya las siguientes Acciones:

1) Exigir al Congreso de la Unión que se instalará el primero de septiembre de 2009, la realización de una profunda Reforma del Estado que acabe con la impunidad de los políticos y funcionarios, mediante normas que garanticen una influencia mucho mayor de la ciudadanía en la vigilancia, control y sanción de sus actos en las instituciones electorales y públicas. La Reforma debe instituir el referéndum revocatorio, por ser uno de los mecanismos más efectivos para la rendición de cuentas por parte de los gobernantes, ya sea por abandono de los intereses de quienes los eligieron, incapacidad para gobernar o deshonestidad en el ejercicio de la función pública. La Reforma debe normar también la instauración del plebiscito y la iniciativa popular, y debe incluir cambios en la legislación electoral con un enfoque ciudadano que reformule el sistema de partidos, reduzca a la mitad su financiamiento con recursos públicos, y establezca mecanismos flexibles para que los ciudadanos puedan ser votados al margen de los partidos. Así mismo, la Reforma habrá de homologar los calendarios electorales en el país, refundar el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y regular estrictamente, a partir de un órgano ciudadano, el uso de la televisión y el radio con fines electorales, así como la propaganda electoral y de gobierno. Se deberá garantizar la ejecución de las sanciones que están pendientes en la Secretaría de la Función Pública, la Procuraduría Federal del Consumidor y demás instancias de rendición de cuentas; de manera especial, se debe concluir el proceso y aplicar las sanciones que correspondan en congruencia con los resultados del análisis de las cuentas públicas llevado a cabo por la Auditoria Superior de la Federación.

2) Exigir a los actores políticos la firma de un Acuerdo Nacional por la Seguridad Pública para el diseño de una estrategia coherente y eficaz contra la violencia que provoca el crimen organizado, que se enfoque en los componentes económico, social y de salud pública del problema. Dicha estrategia deberá incluir el mapa de ruta para el regreso del Ejército a sus cuarteles en un plazo máximo de un año a partir de su aprobación en el Congreso de la Unión. La estrategia deberá incluir mecanismos sociales claros y efectivos de verificación y de rendición de cuentas sobre los avances en los objetivos y metas de la estrategia.

3) Impulsar una Cruzada por la Re-educación de México y la Comunicación Democrática, encaminada a ciudadanizar los medios de comunicación masiva y a regular el poder de las televisoras y radiodifusoras en lo relativo a la educación pública. Una Cruzada para transformar la educación en el eje del desarrollo nacional, que haga viable la duplicación del presupuesto educativo y que ponga en el centro del interés público el trabajo y las remuneraciones de los maestros. Una Cruzada que revalore la función y duplique los recursos de la cultura, la educación media y, en particular, de las universidades públicas y de la investigación científica y tecnológica. Finalmente, una Cruzada que, de una vez por todas, acabe con el analfabetismo prevaleciente.

4) Con la finalidad de sacar al país del marasmo productivo, social y ambiental en el que está hundido, es imperativo impulsar un Proyecto de Desarrollo Nacional —a ser sancionado por un Congreso Constituyente—, que será coordinado por un Consejo Republicano de Planeación Prospectiva. El Consejo estará integrado por profesionistas de reconocido prestigio en las distintas disciplinas, quienes serán nombrados por una comisión ciudadana y ratificados por el Congreso de la Unión. El Consejo se encargará de elaborar las bases conceptuales y programáticas del nuevo modelo de país que queremos los mexicanos para los próximos cincuenta años, mediante la participación de grupos de expertos a lo largo y ancho de toda la geografía, bajo un procedimiento representativo y democrático que inicie la planeación desde los municipios hacia las entidades federativas, las regiones y el territorio nacional en su conjunto.


5) Impulsar un Congreso Constituyente que redacte y apruebe una Nueva Constitución Política de la República, que reforme las disposiciones que rigen la organización de la distribución de los poderes públicos, la formación y renovación de las autoridades, los derechos de los ciudadanos y las relaciones entre el Estado, la sociedad y la economía.

Convocamos al pueblo de México a discutir, organizar y promover el presente Plan de Acción para echarlo a andar a la brevedad posible.

Se dice que los mexicanos aguantamos todo, menos el triunfo. Nada más falso. México no resiste tres años más de este desastre. Es el momento de mostrar que ya estuvo bueno. Queremos un cambio verdadero. Vamos a refundar México, vamos a recuperar nuestra patria.


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