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1021 23 Marzo 2012

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Voto y generación Internet
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Se calcula en 34.9 millones los mexicanos con acceso a la Internet, de los cuales un 61 por ciento (21.3 millones) participa en las llamadas redes sociales.

El 57 por ciento de los internautas tiene entre 18 y 54 años  (un 37 por ciento tiene entre 6 y 17 años). Los internautas representan un segmento de la población de alto interés electoral. Para 13.9 millones de jóvenes, la de 2012 es la primera ocasión que pueden ejercer el derecho a votar.

El uso de la Internet y de las redes sociales con propósitos electorales ha sido hasta ahora muy limitado en México. Sin embargo, debido a las actuales restricciones a la libre contratación de espacios en los medios electrónicos, como la radio y la televisión, el uso de la Internet y de las redes sociales aparece como una atractiva alternativa.

En las elecciones del 2006, tanto la radio y la televisión, como la Internet, fueron utilizadas en la “guerra sucia” electoral. A partir de entonces el tono de improperio y agresividad se mantiene como una característica de la confrontación política “a la mexicana”, amparada en el virtual anonimato que brinda la Red.

En la campaña de Obama en el 2008, el uso de la Internet fue un eficaz medio de comunicación, recaudación y movilización.

El ejercicio de la comunicación tiene en Internet la ventaja de que supera la unidireccionalidad que caracteriza a la radio y a la televisión, ya no se diga a la prensa escrita. La condición de emisor o receptor que caracterizó a los principales agentes de la comunicación en la era de los “media” o los medios masivos, se puede jugar ahora de manera por lo menos alternada por todos los internautas: cada usuario de la red puede generar mensajes y subir videos al mismo tiempo que está recibiendo información, imágenes y sonidos; se entra así de lleno también en la riqueza de la multimedia.

En la campaña de Obama, el correo electrónico y el Youtube se utilizaron para mantener informados a los simpatizantes del pensamiento y propuestas del candidato, de los eventos de campaña, así como para el envío y distribución de videos promocionales que eran vistos y comentados en reuniones de vecinos. La participación vía internet de los simpatizantes no sólo fue en el papel de meros receptores de mensajes del candidato, también generaron contenidos que subieron a la red y mantuvieron una estrecha comunicación con el equipo de campaña. El responsable de la campaña de Obama en las redes sociales fue Chris Hughes, con menos de 25 años de edad (uno de los creadores de Facebook, precisamente). 

El sitio de Obama contempló todos los requerimientos que la cultura política norteamericana exige: una sección para donaciones a la campaña, la biografía de los candidatos y de sus mujeres y sus posiciones políticas sobre las diversas esferas en las cuales un presidente ejerce influencia. Además, fue creada una red social  propia, llamada My.Barack.Obama, o simplemente MyBO. En éste, a diferencia de un sitio Web común, las características destacadas en los perfiles de los usuarios son relacionadas a la adhesión política: los eventos producidos; la presencia a eventos; las llamadas hechas; las visitas de puerta a puerta; el número de publicación en el blog; las donaciones para la campaña; monto recaudado; y los grupos inscriptos. El usuario también puede invitar sus amigos del Facebook para participar del MyBO; la contabilidad de amigos invitados también es exhibida en el perfil.  La interacción entre los usuarios es, por lo tanto, direccionada a la movilización (La campaña online de Barack Obama en 2008; autores: Wilson Gomes, Breno Fernandes, Lucas Reis y Tarcizio Silva, http://www.perio.unlp.edu.ar/cps/CuadernodeHIdeasN3/lacampanaonline237-258.pdf. Consultado el 19 de marzo de 2012.)

En el proceso electoral de México en el 2012, la incursión de los candidatos presidenciales en la red ha sido hasta ahora bastante limitada. Se están utilizando de manera más frecuente los sistemas de Twitter y Facebook. Aún así, en una evaluación reciente se informaba que en Twitter los políticos mexicanos son prácticamente opacados por otros usuarios en el sentido de captar la atención. Se da el hecho de que una actriz tiene más seguidores que el político mexicano más famoso en Twitter. En el caso de Facebook (la red social mejor conocida en México) la situación es similar; ahí no cuenta más quién tiene más “amigos”, sino de quién hablan más.

La importancia del uso de la Internet y de las redes sociales en el proceso electoral es que se les considera un vehículo adecuado para comunicarse con las generaciones de jóvenes actuales. Los jóvenes mexicanos que utilizan la Internet con acceso a las redes sociales alcanzan la cifra de 8.05 millones.

Sin embargo, hasta ahora, las campañas de los presidenciales no parecen entender cómo aprovechar la forma en que funcionan las redes sociales, o bien cómo interesar a los jóvenes a través de la Red.
A juicio de Eduardo Ortega, ese electorado potencial es uno de los más difíciles de conquistar, porque “además de ser apartidistas, por un lado están caracterizados por la apatía y, por el otro, tienen un espíritu más crítico”. Otro dato relevante es de que es entre la gente joven en la que se presenta más abstencionismo. (El Financiero, 16 de marzo de 2012, p.38.)

Así, si por un lado tenemos campañas que no están incorporando las redes sociales de una manera efectiva, sea por miopía o falta de percepción de los candidatos, por el otro lado no se encuentra una fácil aceptación a la forma en la que se está planteando la comunicación: marcar elementos de agenda, enviar felicitaciones o algún tipo de agradecimiento. Las respuestas de los jóvenes que se han registrado muestran una situación adversa para todos los candidatos. 

La comunicación sigue siendo en un solo sentido; de los candidatos hacia sus “amigos” o “seguidores. Del millón 641 mil amigos de Peña Nieto en Facebook, apenas un 6.6 por ciento interactúa con quienes operan la cuenta del candidato. En el caso de Vázquez Mota, esa participación es de 10 y con López Obrador de 11.8. (El Financiero, 16 de marzo de 2012, p.39.)

Desgraciadamente los servicios de las redes sociales también se están utilizando de manera tramposa. Se emplean programas informáticos que “rastrean, contabilizan y hasta crean cuentas o perfiles en cualquier red social, sin importar el fin o el porqué de su uso”. Con estos programas un internauta puede allegarse miles o decenas de miles de “nuevos amigos” en cualquiera de las redes sociales.        

El costo de un “seguidor fantasma” no es muy alto: 35 dólares por cada mil, precio de venta de algunos portales. “Los seguidores falsos se pueden distinguir fácilmente: tienen nombres raros, no tienen fotos en sus biografías, o apartados de información, y tampoco tienen mucha actividad o si la tienen es siempre la misma; sólo hacen copy and paste”, según afirma Nicolás Maksymiv. (Ibid)

Sucede entonces con las redes sociales como con las encuestas de opinión electoral, se las utiliza como elemento de propaganda; no como herramienta para en verdad comunicarse con los posibles votantes. De esta forma se desprestigia el medio y se confunde a los ciudadanos.

Esta forma tramposa de utilizar los recursos informáticos para falsear las estadísticas de seguidores en la Red contribuye a confundir sobre las ventajas para los partidos y candidatos de utilizar la red en lugar de confiar su comunicación social a las televisoras, recurriendo a los mensajes tipo spot y a imágenes que han ido perdiendo credibilidad. La lluvia o tormenta de spots que ya desde ahora nos recetan el IFE y el Gobierno del Presidente es sólo un anticipo de lo que nos espera en las campañas por el voto: un desgaste tremendo del lenguaje, de las palabras y las imágenes.

¿Cáal sería la diferencia entre un spot y un mensaje de twitter?; ambos son breves, sin contexto y se repiten ad nauseam. Si de por sí se señala que los mexicanos leemos poco, pues entonces nos recetan tele o radio pensados para tratarnos como población analfabeta. 

En el ánimo de rescatar la comunicación con los jóvenes por la Red, valdría la pena replantear el uso del correo electrónico y el Youtube,  para el envío y recepción de mensajes y opiniones de texto y en video sin los límites estrechos del spot o el Twitter,  diseñar esquemas y estrategias de una campaña propia del ambiente digital y no el simple propósito propagandístico que busca sorprender a ciudadanos, viejos y jóvenes, quienes merecen un mayor respeto. El Twitter y el Facebook han demostrado su utilidad para las movilizaciones masivas en la llamada primavera árabe; son excelentes para comunicar consignas y convocatorias.

El subdesarrollo político electoral, sumado a una cultura del engaño, son suficientes para hacer desconfiar a los jóvenes mexicanos de las palabras y las promesas de los políticos. La manipulación tradicional que se ha hecho desde los medios electrónicos se está trasladando hacia las redes. Sólo que en las redes los jóvenes tienen la posibilidad de revirar y rechazar de inmediato lo que no les gusta sin necesidad de intermediarios en la prensa, la tele o la radio. Así como los jóvenes en los países árabes tomaron la iniciativa política y aprovecharon las redes sociales para comunicarse entre ellos, fuera del aparato del estado, los jóvenes mexicanos pueden empezar a comunicarse de manera horizontal para compartir ideas y criterios sobre lo que realmente les preocupa.

Es lamentable que adultos mayores mexicanos se expresen de forma despectiva de las generaciones entre 20 y 45 años. Se refieren a ellos como las generaciones de la escuela mexicana fracasada, de los ninis que ni estudian ni trabajan, que no desarrollaron el hábito del estudio y que apenas pueden mal escribir en un espacio de 140 caracteres.

Después de los movimientos juveniles en México en los años sesenta y setenta, se afirma que la despolitización de los estudiantes ha sido tan sistemática como la baja en la calidad de la educación.

También hay quien percibe peligros en el uso de la Internet por la falta de criterio de los usuarios. Dice José María Infante: “En los últimos tiempos, la internet permite diversas vías de comunicación para hacer llegar a públicos cada vez más grandes y heterónomos, las reflexiones y propuestas, pero tiene a su vez el peligro de que a veces sus destinatarios no poseen los elementos para distinguir entre un discurso científico y una propuesta demagógica, que era uno de los peligros por los cuales Platón repudiaba la democracia (sin que por ello su propuesta para evitarlo o corregirlo fuese la más correcta)”.  (Ver José María Infante, “Los desafíos del mundo actual en la sociología política” en Ciencia, conocimiento, tecnología, número 124, febrero de 2012, páginas 54-56.)

Al igual que con la Internet, el contenido de los libros, de los programas de radio, la tele y el cine, también ha sido motivo de preocupación por las ideas o imágenes que transmiten y sobre todo que queden al alcance de personas sin discernimiento, en particular de los niños y jóvenes. Pero las prohibiciones que se han impuesto a lo largo de la historia para evitar la diseminación de información, ideas e imágenes, siempre han acabado superadas, por el ingenio.    

Al final de un amplio análisis sobre la campaña digital de la exitosa campaña electoral de Obama en el 2008, los investigadores cierran el texto con la siguiente reflexión: “Nunca es demasiado reiterar que esta investigación ni de lejos nos autoriza a establecer una relación de causa y efectos entre una campaña online eficiente y el éxito electoral de Obama. Ni tampoco, entre el empleo, por la campaña online, de herramientas que hacen parte del universo de los electores más jóvenes y la enorme movilización y compromiso, en absoluto contraste con lo que sostienen los defensores de la decadencia inevitable del capital social norteamericano, justamente de los electores debajo de los treinta años en esta elección”. (Wilson Gomes, Breno Fernandes, Lucas Reis e Tarcizio Silva, op.cit.).

Este reconocimiento a los jóvenes norteamericanos, quienes participaron en el proceso de elección del primer presidente no blanco de los Estados Unidos, superando la tradicional cultura racista que se supone característica de la sociedad norteamericana y rompiendo así con un legado histórico de discriminación, debiera hacernos reflexionar sobre que no todo está perdido con nuestros jóvenes mexicanos y mostrar una mayor apertura hacia lo que piensan y desean.   

De acuerdo con una consulta reciente realizada por el Instituto Federal Electoral a jóvenes de entre 13 y 15 años, sus “aspiraciones” se compendian de la siguiente manera: “Que los políticos ya no se asocien con el narco; que haya más igualdad, más seguridad social, que no haya más violaciones ni desempleo; que no haya pobreza y que se cambie el presidente; que los policías no se dejen sobornar y que no haya discriminación”. (La Jornada, 19/3/12, p. 5.) 

El desafío para los mayores, para los partidos y los candidatos, es el de hacer del proceso electoral un verdadero y transparente ejercicio cívico. Esa sería la mejor forma de educar políticamente a los jóvenes mexicanos.

 

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La Quincena N�92


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