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1037 16 Abril 2012

 

Pobre Josefina
Samuel Schmidt

Los Ángeles, California.- En una ocasión, Josefina Vázquez Mota fue invitada a comer a la Suprema Corte de Justicia. Cuando la persona que actuaba como anfitrión se sentó, vio que a Josefina le sirvieron una lechuga espectacular, pidió que le sirvieran lo mismo, pero la respuesta fue contundente: Josefina trajo su comida, así que sólo hay para ella.

Resulta que Josefina no llevaba su comida por una cuestión de dieta, sino por el temor de que la vayan a envenenar; así que cuando no podía llevar comida, hacia que algún colaborador probara la comida.
Seguramente la mujer que le pidió a dios que la haga viuda, se siente como en aquellos tiempos en que los reyes se envenenaban entre ellos, y ella que solamente era diputada, tal vez se sentía en las ligas donde hacer a un lado a una contrincante ameritaba envenenarla. Pero allá cada quien con sus pretensiones.

A  mí me da pena ajena, que como parte de la campaña, a la pobrecita de Josefina se la lleven, en pleno arranque populista a Tres Marías, y no obstante sus temores al envenenamiento, someterla, horror de los horrores, a un desagradable baño de pueblo, que incluía que le pusieran enfrente unas quesadillas. Me pregunto si habrá habido algún valiente de su equipo que las probara antes, para confirmar que ni la flor de calabaza ni el huitlacoche estaban envenenadas.

Pero cómo se habrán visto las quesadillas mordidas, porque a la sopa o al guisado se le mete la cuchara, pero que tal qué a ese pedazo de masa le metan algún ingrediente nocivo para la salud. Pero como quien se lleva se aguanta, quien se lanza al terreno electoral tiene que acercarse a aquellos que desprecia y se le atragantó, porque la llevaron a un bastión al parecer perredista y la gente protestó, porque estaban tan campantes almorzando y les convirtieron la comida en acto de campaña.

Quién sabe por qué le salen mal las cosas a Josefina. A estas alturas el PAN ya tiene suficiente experiencia como para manipular elecciones, para comprar votos, y para cerrar alianzas con los medios para proteger a sus candidatas(os). Cómo explicar entonces esas chamaqueadas de la campaña, a menos claro, que haya fuego amigo, o que su marido e hija sean demasiado protagónicos y tengan irritado al equipo hasta orillarlo al error, o que de plano, los haya contagiado el estado de ánimo que acompaña a la derrota anunciada y ya no se puedan concentrar. Las encuestas muestran que el ascenso inicial que registró su candidatura se ha ido perdiendo.

En el último desliz, corrieron a una empleada que anunció la gira por Tlazcala, y es que así suena. No podemos esperar que la gestión de Josefina en su paso por la Secretaría de Educación se haya preocupado porque los estudiantes aprendieran geografía y a escribir bien los nombres de los estados y no solamente su fonética. Igual el problema que tiene la candidata es que su equipo sepa escoger rutas y medir tiempos. Ahora le tocó el turno a una reunión en Monterrey, porque  había tráfico en la carretera a Toluca, o que la hayan desvelado hasta las 4 de la mañana, porque había un desperfecto en la nave que la transportaba. Dicen, en lo que parece una filtración de su equipo de campaña, que le hicieron una limpia, pero a la mejor fue una limpia pirata, porque no parece haber surtido mucho efecto; tal vez deba irse a Catemaco, aunque parece ser territorio priista.

Josefina sigue muy preocupada por reafirmar la cuestión de género, su autobús se llama La jefa y ella insiste en que es tal cosa, pero el país tal y como lo tiene su partido, requiere de algo mucho más que un slogan femenino, que no feminista, si acaso sería bueno que explique por qué no hay mujeres en su equipo cercano.

Hasta ahora está empezando a lanzar propuestas de necesidades locales, algo muy similar a lo que hace Peña Nieto, la guerra sucia ya está empezando a tomar forma, y la pobre Josefina, en lugar de articular una agenda de país y de gobierno, sigue tratando de convencernos, que es la mujer para el puesto, aunque todavía no aclara en que es diferente de Calderón.

Lo dicho, México está listo para una mujer presidenta, pero ésta requiere tener un alto nivel político, firmeza ideológica, pero más que nada, cercanía con el pueblo y la realidad; pero la realidad de todos, no la de los escogidos, que temen al veneno de la crítica.

 

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