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1059 16 Mayo 2012

 

FRONTERA CRÓNICA
San Juan 43:6
J. R. M. Ávila

Monterrey.- Si escribo San Juan 43:6, no se trata de un error, porque no me refiero a San Juan 6:43 (“Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros”), sino a los torsos de 43 hombres y 6 mujeres encontrados en San Juan de Cadereyta, Nuevo León a fines de la semana anterior.

A esta localidad, que hasta antes del hallazgo de 49 cadáveres se le conocía como la cuna del beisbol en México (el arco que se encuentra en la entrada de la carretera que va a San Juan, menciona este hecho), la violencia volvió a ponerla en el mapa internacional. Sólo que ahora, gracias a la barbarie, trascendió en la nota roja, no sólo en español, sino en portugués, italiano, inglés...:

“Os corpos, decapitados e mutilados, foram abandonados na madrugada em sacos plásticos em uma região de pouco movimento da estrada de Cadereyta, um município a 30 quilômetros de Monterrey”,

“Hanno contato 49 corpi, di cui 43 sono uomini e 6 donne”.

“43 men and six women found Sunday were dumped at the entrance to the town of San Juan in the municipality of Cadereyta”.

En efecto, cuarenta y nueve cadáveres incompletos (algunos metidos en bolsas de plástico y otros al descubierto) se encontraron en el entronque a San Juan de Cadereyta. En realidad, torsos  de cuarenta y tres hombres y seis mujeres. Ni cabezas, ni manos, ni pies. Por lo tanto, no hay rostros, no hay huellas digitales, ni hay manera de armar el rompecabezas.

Con ánimos de tranquilizar a la gente, las autoridades declararon que no se trataba de un ataque contra la población civil. Sin embargo, queda claro que este hallazgo acentúa la atmósfera de intranquilidad que la población civil enfrenta en su vida cotidiana.

Por si no fuera poco el tacto utilizado, las autoridades agregaron que las víctimas podrían formar parte de un grupo de inmigrantes. Y uno se pregunta entonces, ¿los inmigrantes no son, aparte de un grupo vulnerable, población civil?

Y, tumbo tras tumbo, yendo de mal en peor, todavía se atrevieron a hacer un llamado a la ciudadanía para que mantuviera la calma, porque podía tratarse sólo de un acto para llamar la atención. ¿O sea que matar así a cuarenta y nueve personas puede ser sólo un acto de exhibicionismo? ¿No se darán cuenta las autoridades que si alguien se exhibe son ellas?

Ya encarrerada su lengua, informaron que en algún lugar de la república mexicana (de cuyo nombre no quisieron acordarse) ya existía una manta donde se culpaba a ‘Los Zetas’ como responsables del crimen, por lo que presumieron que los cadáveres eran de gente que militaba en el Cártel del Golfo.

Es de suponerse que quienes masacraron a esta gente quisieron dificultar su identificación, pero se excedieron de manera bárbara. No sólo en la saña con que lo hicieron sino al sobrestimar la capacidad de las autoridades que, si no son capaces de armar rompecabezas cuando los cadáveres están completos, mucho menos lo harán cuando alguien les esconde algunas partes.

Tal vez ante este asunto sin pies ni cabeza (y sin manos, dicho esto nada más por precisar), mejor harían las autoridades en quedarse calladas.
Es casi un hecho que así protagonizarían menos desfiguros; ¿que no?

 

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pq94

La Quincena N?92


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