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1177 29 Octubre 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
El hijo del bibliero
Gerson Gómez

Monterrey.- Hago un paréntesis en mi exilio voluntario, de promotor de bienes raíces, celestiales y líder endémico de la comunidad de los comunicadores y de los hijos ausentes, sociedad civil de capital variable con oficinas y representaciones en Chicago, Nueva York, Miami, Dallas y Los Ángeles, aquí de cuerpo presente.

Soy la consecuencia de todos ustedes. Montherfuckers. Ni más ni menos. La moda es culparlos. Hijo índigo tardío: la inocencia de por medio. La ley del azadón: vengase pa acá. Tranquilo, cool, estamos chupando agusto.

Regreso al asunto: sólo a papá se le ocurre la brillante idea de revolucionar el mercado de las almas, salvarles del apocalipsis, del advenimiento inminente del fin del mundo, instalar un puesto de venta de biblias en la feria de San Nicolás, al lado derecho del puesto de playeras de OP y al otro lado, de alimentos a granel para mascotas. A unos metros del jardín cerveza y del toro mecánico. En el pasillo principal. Por donde entran todos los visitantes mareados y ansiosos, para llegar al palenque y al casino.

Papá es optimista. Eso a mí me vale. Termina siendo un sorbete derretido. Todo para no estar encerrado en casa. Aunque me queme y se evapore mi carácter secular. Viva Benito Juárez, muera el mal gobierno.

He dicho.

Todo el mes de duración de la feria, de lunes a domingo, desde las diez de la mañana hasta las 12 de la noche. El verano dura más de 10 meses en Monterrey. Sin problemas de horario. O cruce doble de clases.

De ahí me viene lo del hijo del misionero. Lo correcto debería ser: el hijo del bibliero, o el alacrán.

El alacrán, el alacrán, te va a picar, te va a picar. Ese sobrenombre ya lo usaba desde antes: las vacaciones largas (había tres periodos ordinarios para ausentarse de las aulas: semana santa, dos semanas; navidad, dos semanas; vacaciones largas, tres meses), en un sitio parecido a donde vivo, en el estado de Morelos, pegado al Ingenio Emiliano Zapata.

Domingo por la noche, descanso viendo Siempre en Domingo, de Raúl Velasco, tal vez la actuación de la revelación Crystal, una invidente cantautora e interprete: dictando con su boca grande y carnosa: de cristal, sus ojos verdes muertos, sin luz.

De panza en la cama, cayó del cielo raso el bicho rastrero (rastrero, -ra adj. 1 Se aplica a la persona mezquina y ruin que se vale de cualquier medio para conseguir lo que quiere.2  fam. Se aplica a la actuación y procedimientos despreciables e innobles de esta persona: consiguió convencerlos con chantajes y otros procedimientos rastreros. ruin, vil. noble.3 Que vuela o se desplaza por el aire casi tocando el suelo: a causa del viento, las gaviotas mantenían un vuelo rastrero sobre la playa. 4 Se aplica al tallo que no es erecto y se halla en su totalidad en contacto con el suelo, o a la planta que tiene este tipo de tallo), a la altura de mi cuello desnudo.

En la madre, percibí el cuerpo venenoso. Estos insectos de fiero picotazo: la ponzoña te mandan directito al panteón. A visitar a los bisabuelos sin boleto de regreso.

Antes de intentar alzarme, lo aleje con certero movimiento, al nervioso bicho le costó clavar el aguijón en mi mano izquierda: quemando y adormeciendo al mismo tiempo.

Horrorizados mis padres, la grosera sabandija aturdida, en etapa terminal.

Encontraron, a esas horas, mientras papá me llevaba cargado, en la frenética marcha parecida a las horas, el dispensario médico abierto, con el antídoto.

Las molestias llegaron hasta la mitad del brazo, los incómodos síntomas. Hora y media en observación, desestimar consecuencias funestas o contraindicaciones. Nada de ello. Dado de alta. De regreso caminando y conversando: debes darle gracias a Dios, mi alacrán. Te han bautizado con fuego.

Por eso estoy agradecido con mi padre. Con él y con Raúl Velasco, por entretenerme muchas horas en los tiempos muertos. También a Crystal y a Sergio Andrade, por ser el primer hombre en su vida, como lo hizo con Gloria Trevi, Karina Yapoor, Mary Boquitas, las hermanas De la Cuesta y Aline Hernández.

En el puesto de biblias no sólo vendíamos biblias, sino también agua helada. Agua de salvación, decía papá. Dar alimento físico y espiritual a los necesitados. Como dependienta, en el negocio de Op, trabajaba Rosario. Ella era linda, salvo por un lunar en forma de pelos a la altura del cuello, me daría pena salir con ella. Quizá si usara solamente playeras altas, con esa área cubierta.

Así omitamos la vergüenza.

Creo que le gustas a Rosario, me dijo mi hermana. Sí, pero a mí no, le contesté. Mentía. Por supuesto mi hermana se dio cuenta.

Pero encandilarme alguien jamás funcionó. Soy de naturaleza tímida, aunque de sangre hirviente: un alacrán miedoso.

Prefería escabullirme, a lograr avances sustantivos en las relaciones interpersonales. Un alacrán inofensivo, pero con mucho veneno.

 

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