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1177 29 Octubre 2012

 

Encrucijada del PAN en Sinaloa
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Está a flote. Algunos de los mismos protagonistas se encargan de difundirlo, lo que se encuentra detrás de la sucesión del presidente y el Comité Directivo Estatal del PAN, es la pérdida de identidad e independencia frente al gobierno del Estado.

Entre profundizar esta dependencia o volver a ser un partido soberano en sus decisiones internas y oposición, frente a quien se encuentre en el poder, incluso los propios que siempre hay que marcar el paso y la ruta.

Claro, se podrá argumentar en contra de esta visión, que es una estrategia propagandística de quienes buscan evitar una derrota, sin embargo, es evidente que el partido está metido en un verdadero berenjenal desde que “ganó” las elecciones en 2010.

Sus miembros saben que si bien algunos panistas están disfrutando de beneficios en los cargos públicos que detentan, no es la doctrina, los principios, el programa o las formas del partido las que se están aplicando en un gobierno a todas luces hasta ahora ineficaz, y lo más grave, que endeuda como nunca a los sinaloenses.

Es decir, si se acepta esa lógica ganadora de una franja de la elite del PAN, el interés personal de los aliados del gobernador estaría en clave de imponerse en el interés del partido. Transformar las prebendas burocráticas en decisiones políticas. Algo que ya asumió un costo: la derrota de julio pasado. Donde el PAN sólo pudo ganar en Ahome y Mazatlán, incluso, producto de aquella estrategia, tuvo que llevar como candidato al ex priista Martín Heredia, quien ahora aspira ser su candidato al gobierno municipal de Mazatlán.

Partido en el gobierno
Entonces, el quid de la cuestión radica en este galimatías llamado partido en el gobierno. Algunos de sus dirigentes insisten en que sí lo son pero es evidente que la percepción es en dirección contraria, incluso, de concretarse el rumor del regreso de Malova al PRI, exhibiría con toda claridad lo que ya sabemos: que él fue candidato del PAN y las fuerzas de izquierda, porque se le cerraron las puertas en su partido, pero allá están sus afectos, y si lo tiene, su futuro político.

Y este es el otro ángulo que tiene dividido al blanquiazul entre panistas malovistas y panistas que buscan recuperar a su partido. Quizá valga la pena, para ver con mayor claridad el panorama político, voltear hacia la teoría política y la historia del PAN. Los partidos políticos, recordemos, son resultado de fracturas sociales y reivindican inevitablemente unos intereses de franjas de la sociedad.

Esos intereses legítimos, los partidos buscan subsumirlos en la colectividad como una manera de crecer y difundirlos en forma de programa político. Hoy en día las ideologías parecen no tener muchos amigos y todos los partidos buscan discursivamente un techo común que es la ciudadanía. No hay partido que no se reivindique de ese todo amorfo y mejor aun, atendiendo a la moderación, buscan el centro político.

Los extremos políticos entonces, se debilitan, porque la sociedad también busca la moderación del centro. No obstante, la experiencia enseña que en los partidos persiste el sentido de cuerpo por razones de supervivencia, para seguir teniendo un peso específico en el sistema político. Cualquier partido consolidado es más que una coyuntura, lo que es una máxima más allá de ideologías o pertenencias políticas. Un partido que se aleja de sus orígenes se desvanece en el ánimo social y cae en la desgracia electoral.

Y eso es lo que parece viene ocurriendo con el PAN con este matrimonio de conveniencia que algunos dirigentes han pactado con el grupo gobernante. Ven sólo el aquí y el ahora. Sin darse cuenta –o no querer darse cuenta- que sus acciones están minando la fuerza electoral y el prestigio del partido. Que si sobreviene el regreso de Malova al PRI se darán cuenta del daño que ocasionaron a la credibilidad de su partido. Y esto vale también para los otros partidos que viven este engaño conscientemente y sin que parezca preocuparles mucho. Lo ven como un asunto de realpolitik, producto de las circunstancias. Y los políticos dirán, que las circunstancias son de carne y hueso.

Nada más que hay una diferencia de aquéllos frente al PAN: éste es un partido que tiene representación significativa en el Congreso del Estado y las alcaldías, mientras el resto es insignificante. No pintan en el escenario político. Al final de este juego maquiavélico el ganador no podría ser ni tan siquiera el gobernador, quien podría vivir sus días de gloria para luego desvanecerse en la nada y en el olvido, aun cuando regrese a su partido, donde ha cultivado seguramente malquerencias por su falta de disciplina.

Discursos
En ese sentido, el discurso de los aspirantes a la dirigencia estatal del PAN, Roberto Loaiza y Juan Alfonso Mejía, tiene más visión cuando señalan de reposicionar al PAN en el ánimo de la gente. Intuyen seguramente, quizá uno más que el otro, que no sólo está en juego una presidencia, sino el futuro del partido en Sinaloa. Una cosa diferente acontece en el candidato Edgardo Burgos, que parece apostar todo a los barones del partido. Su discurso no se sale de las coordenadas de siempre y falto de autocrítica, pues fue parte de la dirección de su partido. Es un discurso frágil, escaso de ideas pero potenciado por sus aliados. Se dirá que no es necesario el análisis concreto de la situación concreta, pero cuando un partido pasa por una crisis, como la que hoy vive el PAN, es cuando más necesaria es la reflexión sobre su pasado, presente y futuro. Y eso no se está haciendo. Se impone entonces el pragmatismo, cuando sabemos que éste sirve en la coyuntura, pero desgasta la perspectiva de mediano y largo plazo.

Gobierno sin talento
Sin embargo, el tema de la sucesión en el PAN, sería un asunto más de panistas si no fuera por los problemas de conducción política que está viviendo el estado. Lejos ha quedado la esperanza de cambio que significó el voto por la coalición electoral "Con Malova de Corazón por Sinaloa", y muy cerca está el malestar por un gobierno sin talento y con escasos resultados. Sin capacidad de escuchar las voces de una sociedad que exige que se le tome en cuenta, y al no tenerla, deja ir la oportunidad de ser lo que se ofreció en campaña: “el mejor gobernador que haya tenido Sinaloa”.

Y si bien los partidos no siempre se han caracterizado por ser vehículos de las demandas sociales, nunca dejarán de ser cajas de resonancia de esas inquietudes. Es por eso que preocupa el destino del PAN, en cuanto es producto de las luchas ciudadanas por ampliar los espacios de participación e interlocución con la autoridad. Ha sido un contrapeso al poder y muchos ciudadanos quieren que lo siga siendo. Sinaloa lo necesita. Y echemos un vistazo al porqué.

Los problemas sociales tienden, pese al barniz de la corrección en que se empeña el gobierno, no sólo a agravarse sino a diversificarse, complicando más el escenario. La violencia criminal no se ha reducido sino aumenta. No hay día que no nos desayunemos con nuevos crímenes que escalan en crueldad. Se incrementa el cierre de negocios producto de las extorsiones y amenazas. Los desplazados de la sierra llegan a cuentagotas a unos centros urbanos con problemas de servicios públicos y empleo, generando nuevos para los cuales no hay recursos. La deuda interna se incrementa y si el Congreso del Estado  autoriza un nuevo préstamo, veremos cómo comprometemos más el futuro de una nueva generación de sinaloenses. La simulación en la rendición de cuentas es una pena y una vergüenza pública. Los tour operators y las líneas aéreas se han ido de Mazatlán como consecuencia de la violencia y no hay noticias sobre su regreso. La Sectur es un elefante blanco y gran consumidor de recursos públicos. Esto ha dañado a cientos de pequeñas y medianas empresas. Y por si fuera poco, alcaldes ricos y ayuntamientos quebrados financieramente.

En fin, por esas y otras razones es necesaria una oposición responsable en el estado, sea del signo ideológico que sea, mientras los electores no le sigan retirando el apoyo, está llamado a seguir siendo el PAN; lamentablemente para ese partido y la sociedad sinaloense, no ha habido una discusión de fondo, y parece que nunca la habrá si nos vamos por las declaraciones de los cuatro aspirantes, sobre el significado de “haber ganado las elecciones de julio de 2010” y la postura que debe tener el partido frente a “su” gobierno.

Mientras esto no ocurra, les seguirá yendo bien a los funcionarios y aliados panistas, pero ese partido continuará en caída libre y al final es muy probable que el gran beneficiario será el PRI. Los resultados los veremos en 2013. Con un PRI recuperando todo. Quizá hasta sin gobierno.

 

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