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1233 16 Enero 2013

 

Zurita por Zurita
Eligio Coronado

Monterrey.- Zurita* es un poema monumental (741 pp.) cuyo epicentro es el derrocamiento del presidente Salvador Allende (septiembre 11 de 1973) en la República de Chile. Se divide en tres partes: la tarde del 10 del septiembre, la noche entre el 10 y el 11, y el amanecer del golpe militar del general Augusto Pinochet.

Cada parte, a su vez, se compone de secciones y subsecciones donde participan múltiples voces de personajes vivos y muertos en sus diversos papeles de víctimas, perseguidos, torturados, exiliados y testigos de los hechos.

El tono es doloroso, airado y de denuncia, y su escritura se antoja vertiginosa, muy apropiada para encauzar la caudalosa arremetida sensorial que por años devastó el espíritu del autor (Raúl Zurita, nacido en Santiago de Chile en 1950), la cual comenzó a exorcizar en 2002, en la ciudad de Berlín.

Zurita se puede leer como una novela estructurada con la técnica de la corriente de conciencia, donde todo se va entretejiendo (voces, personajes, hechos, sueños, sensaciones, recuerdos, etcétera) igual que le sucede al río cuando se le van incorporando elementos de diversas características (basura, desechos, aguas contaminadas, et al), pero también podría considerársele como un frenético ejercicio catártico.

El texto transcurre entre imágenes que sacuden por su crudeza: “nuestros cuerpos revivirán, y el cielo encendido / será un mar de pasto oyendo nuevamente nuestros / pasos” (p. 595), “Son cientos de tumbas que bajan abrazadas con todas / las flores rosas del deshielo” (p. 220), “Y son como las olas de un mismo océano las infinidades de / cuerpos que subían pegados unos con otros” (p. 79).

Los textos largos suelen adolecer de pasajes flojos, inconexos, ornamentales, pero Zurita es un poema sólido en todas sus partes y con el mismo grado de intensidad. No se advierten fisuras al saltar de una sección a otra. Pareciera que el autor lo hubiera escrito de un tirón.
Es tan ambicioso este poema, que el autor abarca desde unos segundos antes de su nacimiento (“alcanzo a sentir el / pulso de (…) mi corazón y luego / la piel de la palpitante (…) humanidad que / sale emergiendo conmigo de entre las abiertas / aguas, embadurnada de sangre, chillona, naciendo”, p. 479), hasta después de su muerte (“nuestras espaldas parecían llorosos valles cuando / se nos esfumó la vida”, p. 507).

En este larguísimo testimonio destaca el segmento “Últimos sueños para Kurozawa” (p. 705-714) donde el autor rememora los bombazos sobre Hiroshima y Nagasaki (acaso comparando inconscientemente ambos ataques con el que sufrió la capital chilena): “empezaron a / llegar personas completamente quemadas y / desfiguradas que se protegían la cara con las / manos para que los ojos no se les salieran de las / órbitas” (p. 710).

Raúl Zurita. Zurita. Monterrey, N.L.: Edit. UANL / Aldus, 2012. 741 pp., Fot. (Colec. Biblioteca José Sordo).

 

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