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1244 31 Enero 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
Ciencia ficción en Nuevo León
Luis Valdez

Monterrey.- Conocí a Federico Schaffler en la segunda convención de cómics que se organizó en Monterrey. Exhibía libros de varios autores de ciencia ficción en México y una revista que editaba: Umbrales. Este tipo de encuentros te cambian la vida.  

Un par de meses después comencé a recibir la revista. Tenía un contenido enriquecedor, tanto en el estudio como en la lectura recreativa sobre las temáticas de ciencia ficción, horror y fantasía. Además contaba con una beca federal que les ayudaba a editarla y se apoyaba en suscripciones anuales.

Había ensayos maravillosos, como recuento detallado de la literatura futurista en México desde sus inicios. No había visto algo así desde las tres ediciones especiales que alguna vez editó la publicación mexicana Revista de revistas, con ensayos y entrevistas (incluso poemas). Gracias a la tarea editorial de Schaffler descubrí a los estandartes mexicanos como José Luis Zárate y Gerardo Horacio Porcayo. El primero escribió cuentos, luego una novela de luchadores y actualmente es un maestro de minificciones; el segundo escribió la primera novela ciberpunk mexicana: La primera calle de la soledad.

En poco tiempo, este grupo de autores logró cimentar un premio nacional de cuentos de ciencia ficción (en Puebla), y varios de ellos ganaron premios en revistas de países como Argentina y España. La ciencia ficción (un género casi inexistente en la literatura mexicana) iba apareciendo por aquí y por allá.

En el Monterrey de los años noventa, el escritor Felipe Montes coordinaba talleres literarios de jóvenes que admiraban la literatura de William Gibson (Neuromante, Mona Lisa Acelerada, Quemando cromo) y el cine de Terry Guilliam (Brazil, 12 monos). Editaron antologías como Natal: 20 visiones de Monterrey, y estuvieron a punto de organizar un congreso de ciencia ficción.

El tiempo pasó y algunos escritores pasaron a mejor vida (como Juan Hernández Luna), otros ganan premios y publican más en España que en México (como Bernardo Fernández y José Luis Zárate) y, en el caso extremo, como Schaffler, se orillaron a las oficinas burocráticas, que consumen gran parte de su tiempo.

Monterrey ahora tiene una gran oportunidad. Hay un grupo llamado Hiperespacio, en el que tratan temas especializados en la ciencia ficción, comparten archivos, videos, se sugieren cosas que hay por internet y hasta organizan eventos. Tienen presentaciones en la Feria del Libro, donde leen literatura, y me he encontrado con que la mayoría de ellos (y muchos más autores no siempre orillados a la CF) están en dos libros que se acaban de editar en la UANL.

Los libros en cuestión son: Cuadrántidas (poesía, o más bien scifaiku) y Mundos remotos y cielos infinitos (antología literaria según las etapas históricas de la ciencia ficción en Nuevo León, con narrativa, poesía y ensayo). Los dos, antologados con toda la mano por Fernando Galaviz (mismo que, podría jurar, no está consciente de la aportación gigantesca que ha logrado con esto). Dos libros impresionantes que desde ya, son piezas clave (bibliografía básica) en la historia editorial en Nuevo León.

Libros que deberían ser lectura en las escuelas secundarias y preparatorias de todo el estado, que deberían leerse en plazas y cafeterías. Son libros por los que estaría dispuesto a irme a repartir en los cruceros y en las puertas de las escuelas.

Amigos lectores y no lectores, con este par de libros Fernando Galaviz y la UANL cambian la historia de la literatura en estos lares.

 

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