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1250 8 Febrero 2013

 

Educación y seguridad nacional
José Antonio Villalobos

Monterrey.- Cuando no conocemos mucho de administración pública, de cómo los recursos de un ramo o partida presupuestal pueden ser aplicados en otro rubro diferente al que originalmente se destinó, por incidir en el mismo resultado, entonces nos cuesta trabajo comprender frases como: “la drogadicción es un problema de salud pública, más que de seguridad, por el gasto que implica al sector salud el atender al adicto de todos sus padecimientos derivados de ingerir drogas”.

          Así he escuchado en recientes fechas afirmaciones contundentes que exponen que la educación pública es más bien un conflicto de carácter de seguridad nacional, que el fin mismo de las escuelas ya no es precisamente la formación de seres pensantes y autónomos en sus competencias para insertarse exitosamente en el mercado laboral; no, ya no lo es; ahora la prioridad del Sistema Educativo Nacional es retener el mayor tiempo posible a los niños y jóvenes dentro de las aulas, para evitar que deserten, sean presa fácil de la delincuencia y se conviertan en “mini sicarios”, “halcones” y/o “burros”, para el traslado de drogas.

No importa que no sean aptos, no importa que no adquieran los elementos, habilidades o competencias para la vida, eso es lo de menos. Retenerlos hasta los 15 o más años dentro de las aulas hasta ya muy tarde cada día es la consigna para tratar de evitar que se integren a las filas del crimen. No importa el rezago social, el núcleo familiar disfuncional desintegrado donde se desenvuelven, las escasas o nulas expectativas laborales que tengan, eso no interesa; sólo hacer tiempo para tal vez, y solos tal vez, hayan madurado y decidan no irse por el camino del dinero fácil y no formar parte de la estadística de daños colaterales en la guerra contra la delincuencia organizada.

Ahora sí, qué podemos pensar de esta afirmación, al insertarla en el contexto actual, cuando se dice que se busca “educación de calidad”, pretendiendo que a mayor tiempo de horas clase, se garantiza un estudiante más capaz, pretendiendo también que un sistema educativo que no reprueba a sus alumnos, no los somete a estrés ni los trauma, los hará más competitivos y que el maestro debe obtener excelentes resultados, sin importar el entorno socioeconómico donde desempeña su labor educativa. Eso es lo de menos, el maestro debe ser capaz de remontar toda adversidad con los mínimos indispensables como un gis y un pizarrón, las miserables armas que tenemos los “profes” para revertir el problema de inseguridad nacional.

¿Usted qué opina?

 

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