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1265 1 Marzo 2013

 

El peso de la ley
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Si hay una frase que define el caudillismo mexicano es sin duda aquella que acuño el presidente Benito Juárez: “Para mis camaradas habrá amnistías, para mis enemigos, todo el peso de la ley”, y décadas después el también presidente Plutarco Elías Calles haría explícito hacia qué lado cargaba su voluntad omnipotente: “Todo el apoyo y la comprensión a mis amigos y todo el peso de la ley a mis enemigos”. Y, finalmente, quedó la expresión política para el mundo: “Para mis amigos la ley, para mis enemigos todo el peso de la ley”.

Quizá lo único que podríamos agregar en el caso de la detención y procesamiento de Elba Esther Gordillo, la todavía a estas horas presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), es que la historia se repite unas veces; la primera como drama y la segunda como farsa, como lo explicaría didácticamente Carlos Marx en el 18 Brumario de Luis Napoleón Bonaparte, cuando los que fueron amigos ahora son los enemigos.

Son los azares de la vida, los que llevaron por un camino que en algún momento se bifurcó, en este caso por una combinación de intereses corruptos y enfoques sobre la educación, que en realidad no lo son tanto, sobre todo cuando está en juego el poder simple y llano.

La detención de Elba Esther es no sólo un mensaje contundente para los dirigentes del SNTE, sino también para otros segmentos organizados que no sólo no comulgan con el regreso del PRI, sino lo combaten en las organizaciones sociales y políticas, la calle, en los medios, en las redes. Es el mismo PRI que le queda fabulosamente el más pequeño de los relatos escritos por el guatemalteco Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

A los amigos
La historia de los excesos de La Maestra no era novedad, había trascendido impunemente sexenio tras sexenio desde finales de los ochenta. Empieza en 1989 cuando llega a sustituir al líder sempiterno del SNTE, Carlos Jonguitud Barrios, en una decisión absoluta del entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, quien  como entonces, seguramente está detrás de este golpe asestado en contra de una de sus creaciones: Elba Esther Gordillo.

Quizá lo que explique la decisión de encarcelarla es que Elba Esther hizo una lectura equivocada de la restauración del PRI. Su separación del PRI, partido donde llegó a fungir como Secretaria General al lado del salinista Roberto Madrazo, fue que se sabía con poder propio y se enfrentaba con sus creadores. Incluso como resultado de ese reconocimiento registró en 2005 su partido, el Nueva Alianza –mejor conocido como Panal–, que nace con la idea de ser lo que se conoce un partido “bisagra”.

Buscaba que sus diputados pudieran generar mayorías absolutas en condiciones competitivas tanto en el Congreso de la Unión como en los estados. Y aunque no ha logrado ese propósito estratégico es evidente que La Maestra ha hecho lo que ha querido, primero en los gobiernos del PRI (Salinas y Zedillo) y luego en los panistas (Fox y Calderón).

Con ambos hizo política, como acostumbraba decirlo, cuando se le preguntaba por su sobrevivencia transexenal. La estructura territorial corporativa del SNTE y el control que se ejerce en su interior. Donde lo mismo se opera a favor en las elecciones federales y estatales como vende plazas de profesores. ¿Quién no recuerda cuando en 2006 operó políticamente a favor de Felipe Calderón para que no fuera derrotado por Andrés Manuel López Obrador?

Sus llamadas a los gobernadores priistas para que salieran apoyar al panista y revirtiera la tendencia favorable al tabasqueño, es uno de los pasajes estelares de su paso por la política mexicana y en parte explica su impunidad que hoy se ve grande cuando el senador Ernesto Cordero, entonces secretario de Hacienda, dice “desconocíamos los movimientos irregulares” de La Maestra.

Es más, aún cuando el Panal postuló al ambientalista liberal Gabriel Quadri, como su candidato a la presidencia de la república, luego de la ruptura de la alianza electoral PRI-PVEM-Panal, ella apoyó a Enrique Peña Nieto. Así lo muestra el rol que juega Gabriel Quadri en los debates presidenciales organizados por el IFE, donde este agarró por su formación liberal careada con el candidato de las izquierdas. Su constante ataque a las posiciones nacionalistas tenía como destinatario a López Obrador, quien subió en las preferencias electorales luego del estallido del movimiento #YoSoy132.

Y si esto fuera poco, Fernando González ex subsecretario de Educación, yerno de Elba Esther y candidato del Panal al Senado de la República, por la vía de fórmula de mayoría en Sinaloa, como segundo en la lista plurinominal –la primera fue la única que se obtuvo; era para la hija mayor de La Maestra–, este personaje del núcleo íntimo de Elba Esther en plena campaña se deslinda de Quadri y se pronuncia a favor de Peña Nieto. Este deslinde interpósito muchos interpretamos que estaba dirigido a la estructura del SNTE y no hablaba por él sino en nombre de la líder magisterial.

A los enemigos
No obstante, el apoyo explícito o subrepticio, Peña Nieto, una vez que asume el cargo de presidente constitucional, mencionó que entre sus objetivos estaba la reforma educativa y presentó una iniciativa que provocó reacciones en contra, especialmente de La Maestra, que lo interpretó como un ataque en contra de su poder. Sentía que las cosas se salían de control y aunque cuidaba las formas, el 20 de diciembre pasado declaro ante lo que parecía irremediable: “Si hay algún delito o algo qué cuestionarme, aquí estoy yo. Si soy yo la que estorba hagan de mí lo que quieran, pero contra los maestros no, definitivamente no, y los únicos que van a decir si me voy o me quedo son los del Consejo y el SNTE”.

De hecho la llegada de Elba Esther desde San Diego a Toluca era con el fin de estar cerca de la asamblea del SNTE que se realizaría en los días siguientes en Guadalajara y donde se acordaría una jornada de resistencia contra la reforma educativa. Y seguramente estaría a tono con el pronunciamiento que ella había hecho el 6 de febrero, día de su cumpleaños, y frente a miembros de la clase política, cuando expresó con desesperación: “Ni amenazas ni nadie me va a intimidar para morirme así, y quiero morir con un epitafio: Aquí yace una guerrera y como guerrera murió”. El 26 de febrero es detenida y encarcelada.

La PGR pide 16 años de cárcel para ella. Lo que significaría que de sentenciarla con esa pena ella saldría de prisión a los 84 años y eso es un desafío a su maltrecha salud. Sus serios problemas renales y cardiovasculares no le auguran una larga vida. Quizá, por eso, en la caída de los afectos busca sacar la rebeldía de cuando era una maestra pobre en su natal Chiapas y seguramente le conmovía la pobreza de su pueblo. 

Con Elba Esther en la cárcel ha empezado el desmantelamiento de un imperio construido a golpe de autoritarismo y veremos en los días siguientes cómo se dan las conversiones políticas de sus líderes producto de la máxima ¡El Rey ha muerto, Viva el Rey!

Como antes ocurrió con Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, líder moral del sindicato petrolero quien por similares razones y con el mismo sepulturero debió pasar una temporada larga rumiando su desgracia política.

La máxima de Juárez y Calles es expresión de un caudillismo que nunca se ha ido y está por encima de las instituciones que debieran estar más allá de enconos y ajustes de cuentas entre la clase política.  

En definitiva, la humillación que hoy sufre Elba Esther al ser presentada entre rejas y custodios, muy lejos de sus mansiones, vehículos de lujo, joyas y ropa que sólo compran los hombres y mujeres más ricos del mundo, hay que medirla en relación con la de los pobres sin comida, los ciudadanos encabronados y la ausencia de los Romero Deschamps, los Moreira, los Granier; los amigos hoy del poder.

 

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