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1313 8 Mayo 2013

 

Monterrey en la historia
Eligio Coronado

Monterrey.- El historiador busca desentrañar el pasado. Para ello escudriña en archivos y bibliotecas, en toda clase de documentos, en recuerdos propios y en memorias ajenas. Nunca se sabe dónde va encontrar el dato que falta, la identidad secreta, la causa que originó esto, la casualidad que provocó aquello, el rumor que conduce a una certeza, la suposición que se confirma.

Israel Cavazos Garza lo sabe: lleva siete décadas aclarando pasajes del tiempo nuevoleonés. Ahora le toca el turno al Monterrey de los últimos doscientos años: Crónicas y sucedidos del Monterrey de los siglos XIX y XX.

En este volumen encontramos edificios (la Ciudadela, el antiguo Hospital González, el Casino de Monterrey, el Gran Hotel Ancira, el Palacio de Gobierno, la Escuela Álvaro Obregón, la Estación del Golfo, el Salón de la Fama, el Condominio Acero, el Museo de Historia Mexicana y los dos palacios municipales, el viejo y el nuevo), plazas (del Rastrojo, del Colegio Civil, del 5 de Mayo y la Gran Plaza), iglesias (Capilla de los Dulces Nombres, Sagrado Corazón de Jesús y la Purísima), mercados (Colón y Juárez), sin faltar los lugares (La Ciudad de los Niños, El Parque España, el puente de San Luisito), las religiones, la arquitectura, la historiografía, la industria, las heroínas, el Batallón de San Patricio y la estancia de Benito Juárez en nuestra ciudad. Todo lo cual ha contribuido a conformar lo que hoy es la capital nuevoleonesa: tradiciones, costumbres, imagen, matices, presencia, importancia.

Cavazos Garza, guadalupense de origen (1923) e investido cronista regiomontano en 1992, recrea con fidelidad detalles de sumo interés: “Inaugurado el 18 de diciembre de 1904 (el puente de San Luisito), no corrió con buena fortuna porque todas sus casillas o cajones comerciales sufrieron un incendio terrible en 1908” (p. 99), “los primeros tranvías ‘de mulitas’ (1883) partían de la estación del ferrocarril. (…) Por cuanto al precio, era éste de medio real (seis y medio centavos)” (p. 83), “Al salir de Monterrey había dicho Juárez que volvería, y vuelve. Y Monterrey ha de ser la sede nacional durante cuatro meses (del 3 de abril al 15 de agosto de 1864)” (p. 60).

Cavazos Garza ha dejado constancia de su pasión por nuestra historia en más de treinta libros y múltiples ensayos, sobretiros y prólogos, además de participar en más de treinta libros colectivos y siempre privilegiando la exactitud: “A fines del siglo XVIII se bailaban (en Monterrey) el fandango, el rigodón, el zacamandul y otras danzas” (p. 103), “En las bodas (…), los besamanos y (…) las verbenas populares, la bebida estaba constituida generalmente por (…) la horchata, la chía, las sangrías, los ponches, el agua de Jamaica y otros” (p. 55), “Monterrey quedó convertido (durante el sitio de 1846) en un gran cementerio, los cadáveres insepultos, los animales muertos y corrompidos, la soledad de las calles, todo daba un aspecto pavoroso” (p. 39).

Israel Cavazos Garza. Crónicas y sucedidos del Monterrey de los siglos XIX y XX. Monterrey, N.L.: Edit. UANL, 2012. 261 pp., Fot.

 

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