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1326 27 Mayo 2013

 

La onda grupera en el PAN
Juan Reyes Del Campillo

Ciudad de México.- Apenas en unas cuantas horas, la pradera panista terminó por incendiarse. Descontento por las formas, el presidente del partido decidió remover al coordinador de la fracción parlamentaria en el senado de la república. Lo cierto es que Ernesto Cordero lo había hecho bastante bien en el pastoreo de su rebaño, pero algo no le gustó a Gustavo Madero y entonces se dispuso a dar el manotazo que evidenció las diferencias al interior del Partido Acción Nacional.

Hace unos nueve meses Cordero había sido designado por el mismo Madero, pero entonces todavía gobernaba Felipe Calderón. Hoy es evidente que la correlación interna de fuerzas se ha modificado, y los tradicionalistas (léase calderonistas) han empezado a perder presencia en el partido.

Se han dicho muchas cosas sobre el enfrentamiento, el cual se destapó cuando Madero enfatizó públicamente su facultad como presidente del partido para nombrar o remover a los coordinadores parlamentarios. Como en 2008, cuando Germán Martínez sustituyó a Manuel Espino en la presidencia del PAN, y decidió destituir a Santiago Creel Miranda de la coordinación en el senado. En esta ocasión, a Madero no le gustó que Cordero diera a conocer junto con el coordinador perredista, Miguel Barbosa, que habría una iniciativa de reforma político electoral, al margen del consejo rector del Pacto por México. Ese fue el pretexto.

Ante tal situación, Madero convocó a los senadores del PAN con el fin, se dijo “de revisar conjuntamente nuestra agenda política y legislativa, así como la propia coordinación del grupo y su relación con el partido”. La respuesta inmediata de los calderonistas fue una carta, firmada por 24 senadores, en la que expresaban su apoyo y reconocimiento a Ernesto Cordero como coordinador del grupo parlamentario. Confirmaron su asistencia a la reunión y justificaron su actitud y habilidad para actuar como contrapeso del gobierno y su partido.

No obstante, los calderonistas más recalcitrantes, como Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth, Mariana Gómez del Campo o Jorge Luis Lavalle empezaron a cuestionar en las redes sociales la presidencia de Madero y su subordinación al presidente Peña Nieto. Pero tal vez la gota que derramó el vaso fue la intervención del propio Felipe Calderón al señalar que en el PAN los asuntos internos se ventilan internamente, lo que es lo mismo que decir que la ropa sucia se lava en casa.

Ante esas intervenciones, Gustavo Madero decidió notificar a Cordero de su remoción y ratificó su facultad estatutaria para nombrar al líder de la bancada. Así, adelantó la decisión y decidió, un par de días después, nombrar a un senador de muy bajo perfil, Jorge Luis Preciado Rodríguez como el nuevo coordinador en el senado. Se trata de un político estrechamente vinculado con Madero, con lo cual se asegura que en el senado se seguirá sin contratiempos la línea que defina la dirección del partido.

Más allá de los dimes y diretes, la confrontación de los grupos del PAN tiene que ver con la próxima renovación, a fin de año, de la dirigencia nacional del partido. Hay que recordar que en la pasada asamblea nacional se acordó modificar el mecanismo de selección del presidente, pasando de una decisión cupular que durante muchos años fue atribución del Consejo Nacional del partido, a una decisión que deberá ser tomada por las bases militantes del partido en una elección directa y secreta.

En este sentido, Ernesto Cordero estaba tomando desde el Senado de la República una gran visibilidad, lo cual lo convertía en un candidato natural a la presidencia del partido. De hecho, ha estado realizando proselitismo en algunas entidades que tendrán elecciones el primer domingo de julio. Andaba pues, muy movido, sembrando semillas hacia el futuro.

Para algunos comunicadores ha resultado sorprendente que en el PAN, al igual que en otros partidos como el PRD, existan grupos internos o tribus a las que les da por enfrentarse. Otros le llaman fuego amigo. Lo cierto es que en todos los partidos existen diferencias y fuerzas que se confrontan por los incentivos que otorga el control. En el PAN, después de doce años en el poder ejecutivo, es evidente que existe también la onda grupera, que además de perseguir ciertos fines políticos e ideológicos, también se disputan posiciones y recursos.

Este zafarrancho que ha tenido una fuerte atención mediática nos indica que la lucha por el control del partido se va a desarrollar intensamente. Los recursos que los panistas han tenido durante varios años los ha vuelto experimentados y profesionales en la política, pero también ambiciosos y con fuertes aspiraciones. Seguramente lo que habrá de venir apunta a que será de pronóstico reservado.

 

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