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1356 8 Julio 2013

 

ANÁLISIS A FONDO
Popocatépetl y elecciones, buenos distractores
Francisco Gómez Maza

Ciudad de México.- Entre estallidos del Popocatépetl y confrontaciones, asesinatos políticos, robo y quema de boletas de votación, acarreos, reparto de despensas, y declaraciones optimistas de los políticos, se nos olvidó que vivimos en un país con una economía que marcha a troche moche.

Buenos distractores resultaron ser el volcán de las nieves eternas, y el proceso electoral 2013.

La propia secretaría de Hacienda y Crédito Público, en manos del joven doctor mexiquense, Luis Videgaray Caso, nos pone en alerta, y con las cifras oficiales, no muy confiables tradicionalmente.

La economía de México marcha, pero a tientas, a pesar del optimismo gubernamental de que ahora si la haremos, porque vendrán a sumarse para “Mover a México” unos 40 mil millones de dólares del exterior, gracias a que “México es un destino atractivo para las inversiones, gracias a las acciones llevadas a cabo para lograr un México próspero e incluyente.”

Pero la realidad es reaccionaria, tan tozuda como las calculadoras que usan hasta los econometristas de Hacienda, del Banco de México y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Si no, mire usted las cifras:

Las remesas que los mexicanos residentes en el exterior enviaron en mayo fueron de 2 mil 33.9 millones de dólares, lo que significa el mayor flujo registrado desde julio de 2012, aunque dicha cifra fue 13.2 por ciento menor al envío reportado en mayo del año pasado.

Las Reservas Internacionales del Banco de México fueron soportadas por Pemex, pues las divisas que debía generar el sector privado sí las generó, pero hacia afuera. Al 28 de junio pasado, las reservas sumaron 166 mil 530 millones de dólares, pero como resultado de una venta de dólares de la petrolera por 800 millones, más una reducción de 646 millones, producto del cambio de la valuación de los activos internacionales del instituto bancario central. O sea que esos millones se fugaron a mejores nidos.

El escribidor siempre ha creído, y con fundamento, que el mercado de valores es el más exacto termómetro de la calentura de la economía, porque en él se financian o desfinancian las más importantes empresas que prácticamente controlan al aparato productivo nacional.

Y si la bolsa de valores va mal, quiere decir que la economía general va peor.

Así, de acuerdo con el reporte del señor Videgaray, el principal indicador de la Bolsa mexicana, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPyC) registró una semana volátil, cerrando el 5 de julio sin cambios; o sea en la mediocridad que ha venido demostrando. Los inversionistas, temerosos por las noticias de Washington y China, se lanzaron a tomar utilidades.

El riesgo país, el indicador de la confianza de los inversionistas extranjeros, siguió en la medianía, muy por arriba del nivel reportado al cierre de 2012. Aún no hay mucha confianza que digamos entre los acreedores del exterior. La confianza del productor manufacturero local, aunque se mantuvo por arriba del umbral de los 59 puntos, no llega aún a niveles aceptables. En términos anuales, disminuyó casi dos puntos.

Y para concluir, la encuesta de junio levantada por el banco central sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, sigue insistiendo en que los principales factores que pueden obstaculizar el crecimiento económico –y de hecho la están obstaculizando–, siguen siendo la debilidad del mercado externo y de la economía mundial, la inestabilidad financiera internacional, la ausencia de cambio estructural y la inseguridad pública.

Ah. Y la confianza del consumidor continúa descendiendo.

fgomezmaza@analisisafondo.com

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