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1356 8 Julio 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
Los nuevos vocales de literatura
Luis Valdez

Monterrey.- Los vocales de todo gremio artístico deben ser graciosos o poseer belleza. No soy la única persona que descreyó desde hace tiempo de las capacidades para gestionar la cultura en esta ciudad y prefieren voto por carisma.

Sigo teniendo esperanzas en Fernando Galaviz. Es una persona sin malas ondas. Sin malicia. La cuestión de editor y antologador (donde ha tenido logros en temáticas, pero también resbalones en hacerse responsable de la ortografía de sus antologados) la irá aprendiendo sobre la marcha.

Los editores y antologadores requieren de buenas intenciones y a nuestro compañero Fernando le sobran, además de valorar géneros literarios considerados alternativos como lo son la ciencia ficción (de la cual Monsiváis y José Emilio Pacheco tuvieron un programa radial en su juventud), el horror (hay geniales escritores mexicanos de horror en México, ocultos en las sombras, como Mario Cruz) y el género fantástico (Alberto Chimal es un básico).

La apuesta de Galaviz no ha sido fácil. Compañeros escritores le han tachado en su cara de estar todavía muy verde, y de algo que es muy arriesgado, que defiende el género por uno o dos textos que escritores de la “alta literatura” han escrito (ya chole de que Carlos Fuentes escribió ciencia ficción).

Sigo creyendo en Fernando Galaviz porque ha hecho lo que muchos otros escritores en Nuevo León no se atrevieron a hacer.

Carlos Jair es un escritor joven que me cae bien. Al menos conmigo se ha portado como una gran persona. Una vez me invitó a comer a su casa y su mamá cocina rico. Al parecer es una familia de paz que en cada habitación de su casa tiene al menos una imagen religiosa. La madre es maestra. Él es doctor.

La opinión de más de una mujer escritora, de que el tipo es mala onda con ellas, me tiene sin cuidado.

Llámenme misógino si quieren, en esta ciudad donde hasta los mismos hombres me han llamado misógino. Carlos Jair me sigue pareciendo una persona de buena voluntad, capaz de llevarte a su casa a comer… y hasta incapaz de soltar una palabrota. Un defecto: Nunca anda mal vestido y cuando en un evento literario es presentador o quien lee, va de pantalón de vestir y saco. ¿Pues qué carajos se cree este tipo?

Lamentablemente ninguno de estos dos, que fueron candidatos para vocales del Gremio de Literatura ante Conarte (para la gestión cultural y representatividad en el consejo) quedó elegido. Pero vámonos con los que sí.

Zaira Espinoza salió de los talleres literarios de Felipe Montes (por ahora no me conviene hablar de esos tiempos de mala poesía), y de la mano de la revista Posdata, pudo tener el apoyo para gestionar una serie de lecturas de poetas en instalaciones de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

El ciclo llamado Verso Norte que duró un buen número de años y prácticamente agotó a todos los poetas, hasta el punto de comenzar a invitar a narradores (todavía no me explico, y una de las causas por las que no voté por ella es porque nunca se le ocurrió invitarme).

Resultado: invitó a mucho poetas recientes que todavía malabareaban entre el cuento y el poema, en la opción de “escribir según el género del evento al que me inviten”.

Da tristeza darse cuenta que un regular cuentista puede ser un pésimo poeta. Pero son riesgos que se deben correr, hasta con público de por medio. Viéndolo de manera optimista, eso le ayuda para que todo el séquito de invitados a Verso Norte vayan en bola a votar por ella para vocal del gremio de literatura.

A final de cuentas ella tiene buenos estudios de literatura, incluso en el extranjero.

Jorge Rodríguez: me encanta su manera de hacer proselitismo en cada inbox de Facebook, porque me gusta que me saluden por las redes sociales. Eso me hace sentir indispensable, existente, parte del gremio, amigo de los candidatos, y que el Facebook no nadamás sirve para que te pongan like.

No voté por Jorge Rodríguez en función de todas estas artimañas (aunque a los del gremio de literatura nos gustan las mañas), sino porque me cae bien. Si me cayera mal, me valdría madres que sea el mismísimo Abraham Lincoln o Francisco I. Madero. Si me cae bien, no me importaría que el candidato fuera un cínico, escultor de virgencitas, afinador de pianos de Fito Páez o escritor de post ñoños en su Facebook.

Porque les he de confesar que los votantes en este país no tenemos moral.

Veremos qué sucede. Veremos si Fernando Galaviz y Carlos Jair no se nos desaniman (el primero, dejando de editar para comenzar a escribir más, y el segundo, comenzando a escribir con palabrotas).
Veremos si Zaira por fin me invita al ciclo ese de lecturas donde te pagan por leer poemas o cuentos, y si Jorge Rodríguez deja de lado la afinada de pianos o de perdido le mete la mano al yeso de tanta virgencita para señoras de San Pedro, que seguramente le ha de dejar más lana que ser un escritor de novelas en estos territorio del hambre.

Felicidades a los cuatro.

 

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