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1398 4 Septiembre 2013

 

Batopilas o los orígenes del mal
Luis Villegas Montes

Chihuahua.- A mí me gusta mucho Óscar Chávez. Enemigo de conciertos multitudinarios, he estado en muy pocos, dos o tres, quizá. Sin embargo, a don Óscar lo he visto varias veces, la última, hace dos o tres años en el Auditorio Nacional. Intérprete de canciones sabrosas, alegres, reflexivas, melancólicas y otras más, muchas, entrañables, como “Lágrimas Negras”, “Macondo” o “Por ti” (la que invariablemente me recuerda a mi mamá para quien, según su propio dicho, es una de sus canciones preferidas).

Chávez me parece un referente para abordar el tema de hoy. En una de sus canciones –no necesariamente de las más célebres–, “La Calaca Flaca” canta:

“Mucho cuidado señores los que ya son votadores
Ay vienen las elecciones con sus manipuladores
Y cada partido dice que votar por ellos debes
Que de aquí en adelante, nos darán vida de reyes”

“Tukutuku tikitaka que recanija calaca
Ay viene otro presidente a sonarnos la matraca
Viene prometiendo mucho, pero dará pura…tukutuku tikitaka...”

Y sí. Procesos electorales van, procesos electorales vienen, y nomás no se ve por dónde los males que aquejan a nuestra Patria se puedan remediar. Sin embargo, ¿por qué Batopilas?

Porque Batopilas constituye un icono, un emblema, un signo de todo lo malo y de todo lo bueno que México es o de lo que México podría llegar a ser. Enclavado en lo profundo de la Sierra Madre Occidental, en la zona de la Barranca del Cobre, Batopilas en cierto modo, es un compendio; un resumen del pasado y el presente de México: rico, riquísimo mineral de cuyas entrañas se han extraído millones y millones de pesos hasta el día de hoy, aunque ese tesoro fabuloso no ha sido bastante ni suficiente para dar de comer a sus hijos.

Los auténticos dueños del oro, la plata, el cobre y la madera, todos los días mueren irremediablemente de hambre y de enfermedades curables. Al llamado “Pueblo Mágico”, situado en el corazón de la mágica Sierra Tarahumara, le falla la magia y carece del encanto necesario para desparramar su riqueza en favor de sus hijos. Pobre de toda pobreza, sumido en una miseria atroz, paraíso tropical en medio del páramo desértico que es en su mayor parte el Estado de Chihuahua, Batopilas es el Municipio más pobre de la entidad, el segundo más pobre de México y más pobre, incluso, que algunos países africanos.

Incomunicado y poco accesible, atrapado en el fondo de una barranca de mil 300 metros, entre el olvido oficial, el narcotráfico y la pobreza: durante décadas, Batopilas ha sido considerado materia de estudio de economistas que no conciben que este municipio de Chihuahua haya sido el segundo en tener electricidad, después de la Ciudad de México, en 1873, y ahora tenga pobladores que viven debajo de las piedras.

En lo político, Batopilas ha sido desgobernado por una feliz pandilla de amigos y parientes; quienes, más que tales, parecieran cómplices truculentos y codiciosos. De 1998 a 2001, lo gobernó Benjamín Hernández Vázquez; de 2004 a 2007, Jesús Salvador Hernández Vega; y tres años más tarde, Leonel David, también de apellidos Hernández Vega; sin embargo, quien se lleva las palmas es Emilio Bustillos Manjarrez, quien ha gobernado en forma ininterrumpida desde 1989, hace 24 larguísimos años, dejando transcurrir en cada ocasión los tres años de rigor, pues fue Presidente Municipal de 1989 a 1992; de 1995 a 1998; de 2001 a 2004; y de 2007 a 2010.

Recientemente fue reelecto para el trienio 2013-2016.

Este Emilio Bustillos, el flamante recién electo Alcalde, es el mismo que en 2003 debió ser inhabilitado para ejercer cargo alguno de elección popular visto el desaseo de su Administración; no obstante, no sólo no fue sancionado sino que, desde entonces, ha sido reelecto en dos ocasiones más al amparo de las siglas del PRI. Ese año, se determinó turnar su caso a la Procuraduría General de Justicia pues se halló que en la instalación del sistema para agua potable hubo un sobreprecio superior a los 244 mil pesos, y en la contabilidad general se detectaron diferencias sin aclarar superiores al millón de pesos.

No conforme este 2013, para garantizar el triunfo de su planilla, lejos de sustentar su victoria electoral en la honradez, la propuesta o su liderazgo, durante el cierre de campaña repartió más de 40 cajas de mezcal a raíz de lo cual “se vivió una verdadera bacanal que derivó en graves consecuencias. […] Estos litros y litros de alcohol que fluyeron por las calles de Batopilas embriagaron a cientos de habitantes, lo que la sociedad en general criticó amargamente, pues dicen, se vive una situación poco afortunada en seguridad pública como para agravarla emborrachando al pueblo entero.” (Columna “Ráfagas”, publicada en fecha 5 de mayo de 2013, periódico El Heraldo).

A partir de estos hechos, semanas más tarde, la misma columna reportaría: “El candidato por el PRI Emilio Bustillos, de la región de Batopilas, pudiera ser su quinta ocasión de alcalde por el cacicazgo que mantiene a base de una comunidad de las más pobres del país, en el que las despensas y las fiestas en estas épocas electorales son utilizadas, sin que a nadie le interese poner un alto.” (1 de julio de 2013, El Heraldo).

Por eso Batopilas es como México. Porque siendo una nación rica, riquísima, de cuyas costas, bosques, selvas, yacimientos y veneros se han extraído miles y miles de millones de pesos, y al día de hoy ese tesoro fabuloso no ha sido bastante ni suficiente para dar de comer a todos sus hijos.

Sólo unos pocos, los políticos corruptos, los empresarios voraces y los codiciosos extranjeros han hecho fortuna propia al amparo del infortunio ajeno.

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