2 de Octubre: 45 años
Lupita Rodríguez Martínez
Monterrey.- La sangre inocente que corrió por Tlatelolco ¡no se olvida!
Cada 2 de octubre seguirá viva en la memoria colectiva la criminal represión policíaca-militar, el dolor de las familias y amigos de los cientos de jóvenes caídos y la justicia largamente postergada.
Pero, sobre todo, la matanza del 2 de octubre seguirá presente por la tentación de los gobiernos actuales de aplicar la fuerza pública para reprimir a los nuevos movimientos populares. Frente a las movilizaciones de protesta nacional que se viven hoy día, no son pocas las voces que azuzan a los gobernantes en turno para que apliquen la “mano dura” e incluso, cuestionan el temor de las autoridades debido al “fantasma” del 2 de octubre de 1968.
Para todos aquellos que así piensan, deben saber que la historia es la principal maestra de la vida, y por lo tanto, deben aprender que la única vía para resolver los conflictos sociales es mediante la fuerza del diálogo y la razón, no mediante la fuerza de las armas y la represión.
La fórmula para solucionar los problemas del México es la democracia. Pero, mientras nuestro sistema político no sea una verdadera democracia, siempre existirán las acechanzas de las fuerzas oscuras y retrógradas. El anhelo democrático fue lo que movió a miles de estudiantes, pero no solamente de México, sino de Estados Unidos, Francia y Checoslovaquia, pues la agitación estudiantil recorría varias partes del mundo en los 60´s y 70´s.
Desde entonces, la lucha por la “transición democrática” forma parte de nuestra historia política, hasta que llegue el día de la gran victoria popular y el pueblo conquiste todo el poder para llevar a cabo la verdadera transformación del país.
Por ello, que sigan levantadas las banderas de lucha de los mártires del 2 de octubre, mientras todavía existan algunos que pidan aplicar la fuerza pública contra los movimientos sociales pacíficos y democráticos.
Las banderas de lucha deben seguir ondeando frente al riesgo de que el viejo sistema autoritario priista se reinstaure, porque no solamente degeneraría y pervertiría las incipientes instituciones democráticas de la República, fruto de una transición política inconclusa, sino que de plano entregaría la soberanía nacional y los recursos energéticos a los intereses privados nacionales y extranjeros.
Con el gobierno de Peña Nieto se presagia un futuro sin esperanza para la justicia social y que se profundice el modelo económico neoliberal, toda vez que la pieza central de su programa es el recetario de la Organización para el Desarrollo y Crecimiento Económico (la OCDE).
Un gobierno que opera con un Pacto, de viejas y nuevas alianzas, para someter al Congreso de la Unión, lo único que provoca es que la legitimidad real se anule y haga inútil la vigencia de la incipiente democracia, al impedir que el pueblo de México presencie la confrontación de ideas sobre las llamadas reformas estructurales o participe en una consulta nacional.
Lo grave es que mediante mecanismos autoritarios y control perruno, ya se nos impuso la reforma laboral, que amputa los derechos de los trabajadores; la reforma en telecomunicaciones, que mantiene el dominio trasnacional y acelera nuestra desnacionalización; la reforma educativa, que injertó a nuestra Constitución un estatuto laboral para una supuesta calidad educativa, pero que su fondo es quitarle derechos laborales al magisterio; la reforma financiera, que asegura las ganancias de los dueños del dinero con altas tasas de interés y un despojo fast track de bienes de los usuarios de la banca.
Por eso, hoy más que nunca, urge mantener levantadas las banderas de lucha del ‘68 en las manos de las nuevas generaciones, toda vez que se pretenden imponer las reformas hacendaria y energética, en contra de los intereses sociales legítimos y de los sentimientos auténticos de la Nación.
Las causas de los mártires del 2 de octubre seguirán vivas mientras, desde el interior del gobierno, se traicionen las esperanzas de progreso, de democracia y libertad del pueblo.
¡Todos a la Macroplaza este 2 de octubre para honrar a los caídos!
