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1433 23 Octubre 2013

 

La tercera vía electoral
Jesús González Ramírez

Monterrey.- Durante las últimas semanas se han reunido en Nuevo León organizaciones de la sociedad civil, activistas, empresarios y algunos políticos para sondear la posibilidad de postular un candidato al gobierno del estado.

En alguna de esas reuniones estuvo presente Enrique Alfaro, quien como candidato ciudadano en Jalisco, casi logra derrotar a los partidos políticos el año pasado. Quedo a sólo 4 puntos del candidato del PRI.

La posibilidad de derrotar a los partidos políticos en Nuevo León hoy es muy fuerte, pero se enfrentará a muchos obstáculos para materializarse.

Lo único que puede generar un movimiento fuerte para ganar esas elecciones, es que la población se identifique con él. La población del estado es apática en cuanto a política se refiere, y no va a cambiar eso en menos de dos años, ya que tiene otras cosas en qué pensar, como no ser secuestrado, o que no le falte el sustento diario (curioso que eso sea una de las prioridades en el desfalleciente Nuevo León del 2013), pero no es imposible.

Con el amor que tienen las y los regios por la mercadotecnia,  bastará con una buena y pegajosa campaña para que se sume poco a poco la gente, eso creo no es lo preocupante.

Lo que debería ocupar a quienes empujamos este esfuerzo son otras cosas sobre el plan de gobierno posible: ¿Hablarán abiertamente de las violaciones a los derechos humanos, económicos y políticos de la población y cómo se solucionarán?¿Cuál será el plan anticorrupción para el gobierno y cómo se buscará que paguen responsabilidades los de gobiernos anteriores?¿Cómo harán accesible la educación superior a los jóvenes de 15 años en adelante?¿Qué solución de fondo propondrán a las familias víctimas de la guerra que no sea el carpetazo que les ofrecen hoy?¿Cómo podrían recuperar las personas los bienes robados por la delincuencia como terrenos, casas, etc.? Esto sólo como ejemplo.

Si la Tercera Vía desea ganar, deberá estar consciente de que tendrá que poner reglas claras de cómo recibirá apoyo de políticos desencantados con sus partidos, porque los recibirá sin duda.

Tendrá que ser consciente de que sería una elección de tercios, donde, si el movimiento crece, el ganador lo haría con un porcentaje alrededor de 35 por ciento (los otros dos oponentes son el PRI y el PAN). Se tendría que encontrar la fórmula para contener los afanes de protagonismo de los integrantes del futuro movimiento cívico.

Son muchos y muy puntuales los obstáculos que tendrán que mapearse, y que un movimiento cívico tendría que tomar en cuenta para ofrecer credibilidad en cascada, primero a los líderes de opinión y líderes sociales, después a la base de la población.

Sin duda, es trascendental que no caigamos en el error de fomentar el regionalismo por encima de todo, eso no alcanza ni para el 15 por ciento. Hoy Nuevo León y su área metropolitana (donde se concentra alrededor del 90 por ciento de la población) han cambiado demográficamente y eso influirá en el número de votantes a los que se debe motivar a salir en 2015.

Hoy son mayoría de la población las mujeres y los jóvenes, segmentos tradicionalmente acallados en sus opiniones políticas y que serán quienes definirían el tamaño que llegase a tener el movimiento. Está por demás decir que en esas elecciones se tendría que tener una afluencia de más del 80 por ciento, algo que nunca ha ocurrido en el estado.

El movimiento cívico tendría que proponer candidatos a todos los puestos de elección popular: gobernador, presidentes municipales y diputados locales. Me viene a la memoria una genial idea de Roberto Gallardo: que los candidatos a diputados tengan como objetivo lograr un Congreso Refundador de Nuevo León.
Tendrían que hacerse públicos los nombres de las mujeres y hombres que formarían el núcleo del gabinete, que las ciudadanas y ciudadanos supieran que no sólo eligen al gobernador, sino también a personas con capacidad y honestidad probadas como secretarios de estado.

Hoy, la oportunidad es real porque hay pequeños, medianos y algunos grandes empresarios conscientes de que deben recuperar su papel cívico, pero no sólo son ellos, lo más importante es que hay una capa importante de la población que se cuestiona lo que le pasa a diario, tal vez no da el paso para participar en algo concreto, pero se cuestiona y son apoyos muy posibles para robustecer el movimiento.

La única oportunidad que tenemos, en las condiciones socioculturales de Nuevo León, es primero emparejar el terreno donde se toman las decisiones, para desde ahí implementar cambios de fondo durante un periodo de transición. Ni la ortodoxia revolucionaria tradicional ni el aliarse con las elites que destruyeron el estado desde 2003 son una opción de cambio hoy.

Emparejar el terreno sin duda será ya una insurrección cívica histórica.

PD: Los diputados de Nuevo León han maquillado un poco la rechazada propuesta de Ley de Victimas estatal y así la aprobaran con el aval de un segmento de la sociedad civil.

Cambiar algo para que todo siga igual.

@proyectoepuente

 

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